Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

sábado, 27 de junio de 2015

EL GOBERNADOR DE GUERRERO VISITA A EL QUEMADO.


EL GOBERNADOR DE GUERRERO VISITA A EL QUEMADO.
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ

Sobre la carretera Acapulco-Zihuatanejo está el pueblo de Cacalutla y de aquí a El Quemado no son más que 25 minutos en vehículo pasando por Poza Honda y por El Guanábano. Dan las tres de la tarde con diecisiete minutos de hoy cuando el helicóptero llega a un lado del poblado de Cerro Prieto. A bordo de la aeronave viene el Gobernador del Estado de Guerrero, Salvador Rogelio Ortega Martínez para dejar testimonio de la primera visita de un Gobernador a esta comunidad.

A las 3:32 de la tarde el Gobernador ingresa a la comisaria municipal y ejidal, donde un grupo de familiares desaparecidos en los años setentas del siglo pasado, le aguardan para sostener un diálogo con él. El encuentro acumula una hora con 13 minutos y el reloj marcaba las 4:45 de la tarde cuando el Gobernador ingresó a la cancha de Basquetbol, donde fue recibido por habitantes de El Quemado y pueblos vecinos como Cerro Prieto, Las Trincheras, La Neblina, El Guanábano, Palmitas, Plan de los Molinos y El Refugio. Todo mundo se pone pie cuando se anuncia el arribo del gobernador al lugar de la cita.

Doroteo Muñoz, comisario municipal de El Quemado dio la bienvenida al mandatario guerrerense y le agradeció por ser el primer gobernador que visita a su pueblo.  Luego, la alumna de sexto semestre de la preparatoria popular de este poblado, Elideizi Padilla Gatica, hace una remembranza desde la fundación del pueblo hasta la actualidad. Empieza por decir que en 1915 algunos hombres y mujeres quisieron fundar al pueblo, pero se enfrentaron a los caciques de aquella época, pues los consideraban pueblos dispersos y de insurrección. Agregó que en 1930 los señores Fortino Fierro y Matías Baltazar establecieron el pueblo en “La tamalera”.

La estudiante preparatoriana puntualiza que “esta plaza pública” es símbolo de la represión de Rubén Figueroa Figueroa y que en muchos hogares de su pueblo aún lloran a sus familiares desaparecidos”. También agregó que en El Quemado han luchado contra la “dictadura perfecta que permaneció por más de ochenta años”. Mencionó también que “queremos el cambio social por la vía pacífica” y auguró que “algún día caminaremos por las anchas avenidas de la democracia”.

Después habló el presidente del comisariado ejidal, Leocadio Radilla y pidió al Gobernador que se beneficie al ejido con dos concesiones de transporte público mixto de carga, haciendo un recordatorio puntual de las gestiones que el ejido ha hecho al respecto hasta este día.

Posteriormente habló el profesor Wilivaldo Rojas Arellano y trajo al recuerdo el año 1972, cuando el gobierno prácticamente desapareció a la mayoría de hombres de este pueblo, quedando a salvo solamente los niños y los ancianos; luego, el profesor universitario pidió apoyos para que los jóvenes que egresan de la preparatoria puedan incursionar en nivel superior, pues aseguró que de 15 generaciones que han salido existen a la fecha sólo diez graduados.

El reloj marcaba las 05:06 de la tarde cuando el Gobernador empezó su intervención diciendo: 

“estar en El Quemado tiene un gran significado en su vida, porque vengo a saludar a los familiares de quienes ya se nos adelantaron. Aquí cierro un ciclo en mi propia vida. Yo estudie en la preparatoria número 2 de la Universidad Autónoma de Guerrero e ingresé en junio de 1972. Luego me preparé para sustentar un examen en la UNAM, pero por esos días llegó a mis manos un ejemplar del libro La Noche de Tlatelolco, escrito por Elena Poniatowska. De esa lectura me inspiré para invitar a mis amigos para que el 2 de octubre hiciéramos un evento tocando guitarras y protestando por la masacre de Tlatelolco. En una de esas llegó mi amigo Miguel Flores Leonardo diciendo que era muy tarde para el 2 de octubre, pues en El Quemado, el gobierno había desaparecido a muchos señores, de todas las familias: Fierro, Padilla y Martínez, entre otras. Fue así que decidimos hacer una marcha el 27 de septiembre de 1972, entre estudiantes de las prepas 2 y 7 en Acapulco. La Universidad me abrió las puertas para estudiar y luego para trabajar. Yo recuerdo, prosiguió el gobernador, que visitábamos a don Rodrigo Flores Jiménez en la cárcel de Acapulco y le llevábamos comida los domingos. También visitábamos a Octaviano (Santiago Dionicio) y a Francisco Fierro. Ellos nos dijeron que sería bueno que viniéramos a las huertas para ayudar a la gente en la cosecha del café. Creo que fue más la lata que dábamos que lo que les ayudábamos. Me alegra mucho que hoy, a 45 años de distancia yo esté otra vez en El Quemado, con la oportunidad que la vida me da de gobernar a Guerrero. Cuando cayó el precio del café, la gente dijo que ahora sembrarían mango y de eso se mantiene hoy día la mayoría de los habitantes de aquí” (fin de la cita).

Más adelante dijo que su mamá pudo estudiar para profesora gracias a que los padres de ella vendieron parte de sus pequeñas tierras y de no haber sido así, dijo el gobernador, su madre se hubiese quedado sin estudiar en El Sabino, municipio de Ixcateopan.

La crónica que el gobernador hizo no dejó de lado los recuerdos al tres veces rector de la Universidad de Guerrero, Rosalio Wences Reza, quien se doctoró en Harvard. Recordó el funcionamiento de las casas de estudiante y de los comedores universitarios en el proyecto Universidad-Pueblo.

El gobernador estuvo acompañado del Secretario General de Gobierno, David Cienfuegos y de la coordinadora estatal del registro civil, María Inés Huerta Pegueros. A las 5:32 de la tarde, el gobernador terminó su intervención, motivando a la gente del campo para que se esfuerce y alcance el triunfo como lo logró Ignacio Manuel Altamirano, quien caminó 14 horas de Tixtla a Toluca para inscribirse en el Instituto Literario de aquella ciudad. Relató que al tixtleco lo castigaron y le impusieron de castigo vivir en la biblioteca, donde leyó multitud de libros y aprendió inglés, francés, alemán, griego y castellano, pues su lengua nativa era el náhuatl. Sin embargo, dijo el gobernador, si el General Juan Álvarez no hubiese becado a Altamirano, éste no hubiese alcanzado las cúspides a donde llegó.