La Madre Tierra
en la Sierra.
Esteban Hernández Ortiz.
Los
edafólogos aseguran que en las partes bajas, los suelos son profundos y
ricos en minerales debido a que hasta ellos llegan los materiales que proceden
de las partes altas.
La edafología es la rama de la Ciencia
que estudia las propiedades de los suelos relacionado con la producción de vegetales. El concepto se
deriva del griego "edaphos" suelo y "logos" tratado. Suele
considerarse como un vocablo en sinonimia de “pedología”, pero oscila una
diferencia entre pedón y edafón; pedón es el suelo en el sentido de piso y
edafón es la capa ubicada a nuestra vista somera, en la cual se cultiva.
Los
suelos agrícolas son los cultivados para obtener alimentos, de ahí que no pocos
investigadores y académicos manifiesten su gratitud por que la tierra sea
dadora de productos alimenticios y por ello den en llamarle “la madre Tierra”.
Los
suelos forestales son los que mantienen la vegetación de los bosques, son muy
buenos porque tienen nutrimentos para las plantas, pero son frágiles y por ende
no se recomiendan para la agricultura. En zonas forestales se pierden los
nutrimentos del suelo al talar las arboledas, pues las gotas de lluvia caen
directamente sobre el suelo con una mayor fuerza que si aquellas gotas hubiesen
hecho contacto primeramente con las ramas de los árboles. Entonces el deslave
de la tierra es mayor. Para mayor destrucción de nuestros suelos agreguemos la
erosión eólica al disminuir las “barreras vivas” que representa cada árbol en
la montaña.
El
hombre es destructor de la naturaleza. La tierra como planeta tiene una edad
aproximada de 4, 500 millones de años y el suelo se forma gracias a cinco
factores: el clima, el relieve, la vegetación, el material original o parental
y el tiempo. Hace unos 50 mil años hubo volcanes que arrojaron cenizas y
fragmentos de rocas que hoy cubren grandes superficies en los maravillosos
paisajes.
Si los grandes emisores de sustancias
contaminantes no disminuyen sus índices de contaminación los daños al planeta
disminuirán muy poco si nosotros encendemos menos focos o si se usa
racionadamente el agua en el campo y la ciudad. También servirá de poco si
reciclamos bolsas de plásticos o si se comparten vehículos para viajar en la
ciudad; si se usa la bicicleta y si
usamos menos botellas de plástico.
No he leído otro texto que ilustre
tan bien el amor al planeta como el que el Gran Jefe Seattle, de la tribu de
los Swamish, escribió Franklin Pierce, Presidente de los Estados Unidos de
América, cuando éste intentó comprarle sus
tierras en el noroeste de los EE.UU. en 1854.
He aquí extractos de
aquel texto: “…El Gran Jefe de Washington puede confiar en la
palabra del Gran Jefe Seattle, con la misma certeza que confía en el retorno de
las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas del firmamento…
Cada pedazo de esta tierra es sagrado
para mi pueblo, cada aguja brillante de pino, cada grano de arena de las
riberas de los ríos, cada gota de rocío entre las sombras de los bosques, cada
claro en la arboleda y el zumbido de cada insecto son sagrados en la memoria y
tradiciones de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva
consigo los recuerdos del hombre piel roja…
Si les vendemos nuestras tierras,
ustedes deberán recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos
y también los suyos, y por tanto deberéis tratar a los ríos con la misma
dulzura con que se trata a un hermano… Cuando los hombres escupen en el suelo,
se están escupiendo así mismos. Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece
al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra… Quizás seamos hermanos a pesar
de todo, ya se verá algún día…
Hasta aquí
la cita de la misiva que el Gran Jefe Seattle remitió al Presidente Franklin Pierce.
En la Sierra
se talan bosques indiscriminadamente. La dupla de vocablos “Desarrollo
sustentable” poco tiene de realidad en el caso del aprovechamiento de nuestros
bosques. Las dependencias federales otorgan permisos a compañías explotadoras
de maderas, pero éstas talan árboles de menor edad a la autorizada. Desarrollo Sustentable significa
elevar o mejorar la producción sin poner en riesgo el sustento de las
generaciones que nos van a preceder. Nuestros nietos, bisnietos y tataranietos
nos van a agradecer que cuidemos las aguas, las
tierras, las maderas y otros recursos naturales.
La tierra debe
quererse. Se comete el error de decirle a los niños que estudien para que
cuando crezcan se alejen del campo. Es correcto que estudien, pero que vuelvan
la mirada al campo. En la Sierra se preserva la vida de la fauna. Los insectos
componen dos terceras parte de la fauna mundial, de las cuales existen unas 200
mil especies de mariposas de distintos colores que vuelan libres y posan en las
ramas de arbustos y arboledas. Las mariposas son del orden de Lepidopteras.
Otros insectos muy
trabajadores son las abejas, que sin vegetación no viven y no producen, pues
del néctar de las flores nos regalan la deliciosa miel.
Los
suelos tienen erosión hídrica si el efecto es por el agua, y enfrentan erosión
eólica por los efectos del viento. Diversos estudios demuestran que el
suelo se erosiona a razón de un centímetro por año.
El
calentamiento global no se detiene. El Viernes, nueve de enero de 2015 hubo en
El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero una lluvia atípica; los
pobladores aseguran que en más de cincuenta años no se había visto una
granizada de la magnitud de ese día. Los sierreños nos jactamos en decir que en
la Sierra todo es puro y sin contaminación, pues se cultivan casi sin
fertilizantes, pesticidas o fungicidas, preciosas peras, manzanas; también
duraznos y tejocotes, sin embargo no es del todo así. Por doquier vemos
tiraderos de basura a cielo abierto; ahí va a dar “basura que no es basura”,
pues bien que pudiera reciclarse, pero los gobiernos no invierten o los
programas de reciclaje no llegan a estas latitudes. Se contaminan los arroyos y
ríos.
El programa
“Agua en tiempos de sed” del canal 22 dice que el 80 % de las enfermedades
humanas se originan por una mala calidad de agua o por su escasez, aún siendo
buena.
Facultad de Agronomía de la Universidad de
Buenos Aires.