Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

martes, 20 de agosto de 2019

Extracción de recursos maderables en la Sierra de Guerrero.

El Cerro de las Tres Tetas, visto desde El Edén, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Fotografía que tomé el día 30 de diciembre de 2018.

Extracción de recursos maderables en la Sierra de Guerrero.
Estos párrafos son parte de mi tesis de maestría. La imagen no forma parte del paginado de mi tesis.
A principios del siglo XX se otorgó una concesión a Martín Carrera, accionista de la empresa maderera Guerrero Land and Timer Co., por una extensión de 8, 244 hectáreas en la jurisdicción de Atoyac, mismos que le fueron expropiados de las 157, 904 hectáreas que tenía asignadas en la Sierra (R. R. Álvarez 1989, 34). Previo al periodo presidencial cardenista la compañía maderera Guerrero Land and Timber Co extendía sus dominios a los municipios de Petatlán, Tecpan de Galeana, Ajuchitlán, Coyuca de Catalán y Chilpancingo, entre otros (Enciclopedia de Guerrero s.f.).
Se desconocen las cifras exactas de las superficies que tenía la empresa Guerrero Land and Timber, Co. debido a que los documentos no citan unidades longitudinales métricas, sino linderos o colindancias que consisten en ríos, cerros o territorios municipales. Esta empresa fue comprada en 1912 a Manuel Carrera Sabat, quien la adquirió de manos del primer propietario de la Sierra, Ignacio Calvo Celis Rávago, quien luego de haber denunciado que eran tierras realengas y baldías, las obtuvo en 1796. La denuncia fue publicada ocho días en lugares visibles de Tetela del Río. Así dos años después de la denuncia Ignacio Calvo Celis Rávago se apropió de la Sierra y obtuvo la posesión por parte del Conde del Valle de Orizaba. Las áreas boscosas del norte de Tecpan y de Petatlán eran explotadas por Maderas Papanoa. Iran And Timberg extrajo las maderas en la Sierra de Chilpancingo y la compañía maderera Camotla, extrajo las maderas en el Municipio de Leonardo Bravo (T. B. Álvarez, “Periodo 1934-1940” 1987, 345-346). Actualmente (2018) existe la comunidad de Torre Camotla, ubicada a diez minutos –en vehículo- de Puerto General Nicolás Bravo (Filo de Caballos), en el municipio de Leonardo Bravo.
Los comienzos de explotación intensiva de madera coinciden con los cambios y dificultades que enfrentaba la cría de ganado caprino en la Sierra. La explotación maderera aparece como una alternativa laboral para la población criolla de la Sierra; el capital industrial encuentra mano de obra barata para ser ocupada en los aserraderos. De esa manera las poblaciones de pastores tuvieron otra razón para arraigarse en la Sierra, ahora vinculada a la actividad forestal, pues el cultivo del café todavía no repuntaba.
Entre los madereros arribaron a la Sierra empresarios y trabajadores de los estados de México y Michoacán, muchos de ellos se avecindaron en las comunidades que se fundaron cuando se instalaron los aserraderos. Por varias décadas este “rejuego” se mantuvo hasta que los bosques mermaron su potencial (T. B. Álvarez, La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales 2003, 186). En los lugares donde se establecieron los aserraderos también había mecánicos y operadores de maquinaria; así como labores de “cuneteo” y otros mantenimientos de los caminos. Todo en aras de que las carreteras fueran aptas para extraer las maderas.
En el extraccionismo de recursos maderables se encontraban las compañías Silvicultora y Maderas Papanoa. Las empresas Arturo San Román y Lambert Ralph presionaron a los gobiernos para que se abrieran caminos en la Sierra, sobre todo en los montes de Atoyac y en los de Chilpancingo (Arciga 2010, 73). Así se posibilitaba la explotación de las maderas, extrayendo jugosas ganancias monetarias e importándoles un bledo el daño ecológico. Todo bajo el argumento de la generación de empleos y la apertura de caminos, cuando en realidad los caminos fueron abiertos fundamentalmente para transportar las maderas, y casi no era su propósito el comunicar a las personas que vivían en las comunidades serranas.
También hay otras especies de maderas en las risquerías de los cerros, muy perdurables para el uso doméstico y para “cercar” los corrales, entre ellos podemos mencionar al chipilillo, al tepehuaje y al moreno que se usan para construir casas de “horcones”. Son árboles cuyas maderas duran hasta cuarenta años enterrados directos a la tierra, máxime si no se mojan. En la construcción de casas también se usa madera de pino a manera de polines, soleras, fajillas, tablas y tablones.

El tejamanil es una menuda tableta que se obtiene principalmente de árboles de ayacahuite, aunque en menor medida se obtiene del oyamel, para cubrir el techo de las casas. Las tabletas de tejamanil tienen aproximadamente unos quince centímetros de ancho por unos cincuenta o sesenta centímetros de largo y un centímetro o medio centímetro de grosor. Muchos acostumbran colocar láminas de cartón sobre el tejamanil para proteger más los techos. Con el paso de los años, el uso del tejamanil ha caído en el desuso.
Ahora bien, la riqueza de los bosques de la Sierra no sólo se encuentra en sus árboles maderables de pino, encino, oyamel y cedro; los bosques son el principal sitio natural de donde emanan las afluentes de agua que integran los ríos que alimentan a las lagunas costeras, las presas de los valles de Tierra Caliente y las tomas de abasto de ciudades como Acapulco, Chilpancingo, todas las ciudades con mayor número de habitantes en la Costa Grande y en la Tierra Caliente, es decir, el agua es el recurso natural del que vive la mayoría de la población del Estado. Puede decirse que la vida de la mayoría de los guerrerenses está vinculada a la existencia de los bosques de la Sierra, aunque hasta ahora se ha subestimado el valor del agua y se priorizan a las maderas. Hay que agregar que los bosques son el hábitat de muchas especies vegetales y animales.
Han existido intentos por aprovechar socialmente a los recursos maderables como en el ejido El Balcón, pero en general las maderas han sido explotadas en beneficio de las grandes empresas como Silvicultora San Román y Maderas Papanoa. Esta última explotó los bosques de la sierra de Atoyac de Álvarez.

Fuentes de consulta:
Álvarez, Renato Ravelo Lecuona y Tomás Bustamante. Historia General de Guerrero. Volumen IV. Revolución y reconstrucción . México: Gobierno del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, 1989.
Álvarez, Tomás Bustamante. «“Periodo 1934-1940”.» En Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Guerrero. 1867-1940, de Renato Ravelo Lecuona, Daniel Molina Álvarez y Tomás Bustamante Álvarez, Coords. Jaime Salazar Adame. Gobierno del estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, Centro de Estudios Históricos del agrarismo en México, 1987.
—. La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales . México: Ediciones Fontamara, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, Universidad Autónoma de Guerrero , 2003.
Arciga, Esperanza Hernández. «“Chilpancingo y la construcción de la identidad suriana”.» En Guerrero en el contexto de las revoluciones en México, de Gil Arturo Ferrer Vicario y Joel Iturio Alvarado, Coords. Tomas Bustamante Álvarez. México: Fontamara, 2010.
«Enciclopedia de Guerrero.» s.f. http://inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM12guerrero/historia.html (último acceso: 9 de noviembre de 2017).
Miller, Ma. Teresa Pavía. «“Origen y Formación (1821-1867)”.» En Historia General de Guerrero. Volumen III. Formación y modernización , de Ma. Teresa Pavía Miller-Jaime Salazar Adame. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gobierno del Estado de Guerrero, JGH Editores, 1998.