Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

miércoles, 7 de agosto de 2019

La Revolución Mexicana en la Sierra de Guerrero.



La Revolución Mexicana en la Sierra de Guerrero.



Esteban Hernández Ortiz.

Nota: Este escrito es parte de la contextualización histórica de mi tesis de Maestría en Humanidades.



Muchas personas serranas tomaron partida durante la Revolución Mexicana y por consiguiente, la Sierra tuvo sitios de enfrentamiento en aquel movimiento armado que a nivel nacional inició el 20 de noviembre de 1910. El tixtleco Gilberto Jiménez Alcaraz fue invitado por el General Heliodoro Castillo para que se presentara en su cuartel general del pueblo de Vinotería, actual municipio de General Heliodoro Castillo, en plena Sierra de Guerrero. Gilberto Jiménez Alcaraz se presentó con veintidós hombres para luchar al lado del general zapatista Heliodoro Castillo. Don Espiridión Nava Castro nació en Chautipas, municipio de Chilpancingo, Guerrero; y al igual que don Gilberto Jiménez Alcaraz, fue reconocido en la Secretaría de la Defensa Nacional como veterano de la Revolución Mexicana en el segundo periodo. Don Anteoco González Poncelis vivió en Yextla, municipio de Leonardo Bravo, en la Sierra guerrerense, y también participó en la Revolución Mexicana al lado del General Heliodoro Castillo (Ortiz, El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero 2017, 130-135).

Conociendo la Sierra, Jesús H. Salgado recurrió a la guerra de guerrillas después de haber depuesto las armas el 12 de diciembre de 1911 en Teloloapan. De marzo a diciembre de 1914 fue gobernador de Guerrero, y cuando las fuerzas zapatistas habían mermado, se refugió en Balsamar, en plena Sierra guerrerense. De ahí se enfiló hacia la Costa Grande, donde atacó a la guarnición federal en Zihuatanejo. Jesús H. Salgado, cuya letra “H” representa a su apellido materno Hernández, murió en un enfrentamiento a tiros en la Barranca de los Encuerados, donde actualmente se encuentra la comunidad serrana de San José, municipio de Petatlán, el 14 de febrero de 1920, a las cinco de la mañana (Enciclopedia Guerrero “Salgado, Jesús H.” s.f.). Respecto a la muerte de Jesús H. Salgado, coincide Daniel Molina Álvarez, citando que “El 14 de febrero de 1920…nos sorprendió el enemigo,… teniendo como fatal consecuencia la pérdida de mi general Jesús H. Salgado…El enemigo nos sorprendió como a las cinco de la mañana” (D. M. Álvarez 1987, 227).

La lucha contra la dictadura porfirista en 1910 fue por el poder entre fracciones de la burguesía terrateniente-capitalista y se fue resolviendo mediante las armas. La burguesía capitalizó la fuerza campesina, pero el campesinado levantó su propia lucha por la tenencia de la tierra una vez que se dio la caída dictatorial. Octavio Bertrand, ingeniero de profesión, fue el comisionado de Madero para preparar el levantamiento acorde al Plan de San Luis Potosí. Bertrand se dirigió a personajes acaudalados, en Atoyac buscó a Silvestre G. Mariscal. Otro mensajero de estas negociaciones en Atoyac fue Simón Blanco. Descendiendo Madero de una familia de terratenientes, éste sólo imaginaba una revolución donde se cambiaran a unos personajes enquistados en el poder, pero sólo para que fueran sustituidos por otra casta de terratenientes y burgueses para quienes no estaban en sus intenciones devolver la tierra a los campesinos pobres (Cultura 1985, 125-126).

Mientras el campesinado pobre de Guerrero sostenía la bandera del zapatismo, en la Costa Grande no había un jefe destacado que encauzara la lucha bajo los principios del Plan de Ayala. En la Sierra atoyaquense, el General Pablo Cabañas, abuelo de Lucio Cabañas, alzó la bandera del zapatismo y se unió al General Heliodoro Castillo, quien dirigía la revolución zapatista en Tlacotepec y el centro del Estado de Guerrero (Cultura 1985, 129).

En la Costa Grande había una variedad de expresiones armadas revolucionarias y el golpe de Estado que Huerta encabezó generó que esas fracciones del maderismo y del zapatismo encontraran convergencias y se apartaran de los oportunistas que pretendía instaurarse a las órdenes de la neodictadura (R. R. Álvarez 1989, 119).

El día 5 de enero llegaban los costeños mariscalistas junto con los calentanos al distrito de Galeana. El prefecto denunció que “pasan de 600 hombres con buen pertrecho de armas y municiones, y cada vez engrosan sus filas con bandoleros que se les unen en la Sierra de Atoyac” (R. R. Álvarez 1989, 120). Es claro que la gente de la Sierra participó en la Revolución Mexicana ya fuese en una o en otra expresión armada y en distintas épocas.



Fuentes de consulta.

Álvarez, Daniel Molina. «“Periodo 1920-1934”.» En Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Guerrero. 1867-1940, de Renato Ravelo Lecuona, Daniel Molina Álvarez y Tomás Bustamante Álvarez, Coords. Jaime Salazar Adame. Universidad Autónoma de Guerrero, Centro de Estudios Históricos del agrarismo en México, Gobierno del Estado de Guerrero, 1987.

Álvarez, Renato Ravelo Lecuona y Tomás Bustamante. Historia General de Guerrero. Volumen IV. Revolución y reconstrucción . México: Gobierno del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, 1989.

Cultura, Instituto Guerrerense de la. Ensayos para la historia del Estado de Guerrero. México, Distrito Federal: Talleres de Praxis, artes gráficas, 1985.

Enciclopedia Guerrero “Salgado, Jesús H.” . s.f. http://enciclopediagro.org/index.php/indices/indice-de-biografias/1409-salgado-jesus-h (último acceso: 11 de diciembre de 2017).

Ortiz, Esteban Hernández. El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. México: Ediciones Rosa Ma. Porrúa, 2017.


Las batallas durante la Independencia en la Sierra de Guerrero.



Las batallas durante la Independencia en la Sierra de Guerrero.
Esteban Hernández Ortiz
A excepción de los párrafos que se refieren al libro de Juan Correa Villanueva, este escrito es parte de mi tesis de maestría en humanidades.

En la independencia participaron los Galeana, del lado de la Costa Grande; y los Bravo participaron por el Centro del Estado.

Durante la Independencia, la Sierra fue escenario de grandes batallas. Muchas personas encontraron un refugio o escondite debido a lo escarpado, marginado y accidentado de la región. Finalizaba el año de 1817, cuando en el Cerro de Santo Domingo, cerca de Jaleaca de Catalán, el General Nicolás Catalán fue sitiado por los realistas; ante la carencia de alimentos era inminente la rendición del ejército del General Catalán, entonces doña Antonia Nava, esposa del General Nicolás Catalán y oriunda de Tixtla, Guerrero, en compañía de un grupo de mujeres se presentó ante el General insurgente expresando: “Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento! He aquí nuestros cuerpos que pueden repartirse como ración a los soldados”. Y dando el ejemplo de abnegación, sacó del cinto un puñal, se lo arrancaron al mismo tiempo que un clamor de entusiasmo aplaudía aquel rasgo sublime. Las mujeres se armaron con machetes y salieron a pelear contra el enemigo. Casi todos los insurgentes murieron, pero nadie se rindió (Campos 2012, 134).

También los hermanos Bravo mostraron su arrojo en la Guerra de Independencia; en honor a ellos hoy existe una comunidad serrana que se llama Puerto General Nicolás Bravo (Filo de Caballos), en el municipio de General Leonardo Bravo.

Narrando acontecimientos del movimiento independentista en el año 1918, Juan Correa Villanueva dice: 

"...Guerrero, que por su parte prosiguió su marcha por la Costa, deteniéndose en Piedra Pintada y en la Hacienda de la Brea el 3 de mayo; a mediados del mismo mes, se les pierde a sus perseguidores ascendiendo a la Sierra entre Puerto del Gallo y Coronilla, a donde Armijo no llegará... donde tiene contactos con numerosos "guardas" en Ajuchitlán, Teloloapan, El Cubo y La Goleta, en Tierra Caliente, y por supuesto con el Coronel Juan Álvarez en la Costa. Y otra vez puedo decir, al igual que una década antes, se monta en el Filo Mayor y cabalga por la Sierra Madre del Sur, alternando incursiones convenientemente por la Costa y la Tierra Caliente, moviendo los hilos a través de sus numerosos y dispersos "guardas" (Villanueva, 2018, pág. 84).



Es muy probable que Piedra Pintada es la actual comunidad cafetalera de La Pintada.

Luego, Correa Villanueva refiere que en 1820, Vicente Guerrero se les pierde nuevamente a sus enemigos y se ancla en Coronilla, y ataca Mezcala y Tetela del Río (Villanueva, 2018, pág. 61).



Fuentes de consulta:

Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.

Villanueva, J. C. (2018). Gral. Isidoro Montes de Oca un costeño libertador de la Patria. Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Congreso del Estado de Guerrero. Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri.









El cerro “Cabeza de Venado”, el tercer punto más elevado en Guerrero, en plena Sierra. Tras él se encuentra una cadena de montañas, en las que se sitúan pueblos como Los Laureles y La Galera. Fotografía de un archivo personal, la cual tomé desde el panteón de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, en marzo de 2016.


Población prehispánica en la Sierra de Guerrero.

Esteban Hernández Ortiz.

Cuando los conquistadores europeos llegaron a la Sierra ya existían en estos lugares habitantes de cuyos orígenes no tenemos precisión. La arqueología ha dado cuenta de distintos hallazgos de piezas de cerámica en Huerta Vieja, Corral de Piedra y Yeztla (sic) (Elizabeth Jiménez García 1998, 86). La historia precolonial y la etnología, también dan cuenta de la existencia de diversas culturas que vivieron en la Sierra; por la parte centro occidente, se establecieron los cuitlatecas, purhépechas, chumbias, tolimecas, tlacotepecas, tepetixtlecas y otros grupos menores influenciados por los nahuas; por la parte centro oriente, hubo yopes, mixtecos, tlapanecos, zapotecas y amuzgos (Calvo 1998, 143-479). De estos grupos no todos sobrevivieron a los tiempos de la colonización, solamente aquellos que se aferraron más a la tierra permanecieron en sus comunidades, hecho que, según Peter Hendrich, explica su sobrevivencia cultural también, como es el caso de grupos cuitlatecos de Ajuchitlán y de San Miguel Totolapan (Hendrich 1946, 15).

Los cuitlatecos ocuparon San Miguel Totolapan y Ajuchitlán; su centro político fue Mexcaltepec y dominaron Atoyac y Tecpan. Extraían el cobre, además de oro; las mujeres usaban enaguas y huipiles. Su gobierno se ejercía mediante un consejo de principales. Tratándose de guerra utilizaban arcos, flechas, macanas y escudos. Por cuanto a religión, adoraban al “Señor de la lengua áspera”. Tenían un calendario, mediante el cual se determinaba el nombre de la niña o del niño, recién nacidos, pues en su calendario se fijaba un nombre a cada día del año. Desde que la niña o el niño nacían, se les elegía consorte y al llegar a la mayoría de edad, se les matrimoniaba. Dentro de sus reglas de conducta se castigaba severamente al adulterio y al robo. Sus muertos eran sepultados sentados en un hoyo circular y se les colocaba comida, mantas y objetos diversos.

Por su parte, los tepuztecos poblaron Tlacotepec, pero al igual que los cuitlatecas, ingresaron por Zacatula, extendiéndose por Costa Grande, y subiendo hacia la Sierra Madre, desde Atoyac y Coyuca de Benítez. También bajaron hacia el Balsas. Al idioma de los tepuztecos se le conoce como tlacotepehua. Los dos pueblos prehispánicos cultivaban la tierra, y obtenían piedrecillas de oro, las cuales eran arrastradas por las corrientes de los ríos que bajan  de la Sierra Madre (Campos 2012, 25-26).

Los tepuztecos aprovechaban el ocote, que son rajas de pino, para alumbrarse durante las noches; también aprovechaban la trementina y el alquitrán, que escurre a los pinos y otros árboles. En cada pueblo tenían un jefe, al cual entregaban tributos con mantas. También tuvieron huertas de cacao y se dedicaban a la pesca. Rendían culto al dios Andut y castigaban la embriaguez, el robo y el adulterio. Los pantecas, chumbías y tolimecas son de mayor antigüedad que los  cuitlatecas y los tepuztecos (Campos 2012, 27).

Era el año 400 de nuestra era cuando los purépechas llegaron a la rivera norte del Balsas, frente a la Sierra de Guerrero. Pronto comenzaron a someter a su mando a los pueblos de la zona. (Secretaría de Educación Pública 1997, 70) Para el siglo XI llegaron a la Sierra nuevos grupos invasores que venían por el rumbo de Michoacán, eran los nahuas y se anclaron en Zacatula, Atoyac y Tlacotepec (Secretaría de Educación Pública 1997, 31).

En la siguiente gráfica pretendo ilustrar respecto a las invasiones o sojuzgamientos que ha habido en la Sierra de Guerrero partiendo de épocas prehispánicas hasta llegar a la invasión española.



En el lapso del período colonial, los diversos grupos sociales de la Sierra sufrieron enormes modificaciones socioculturales y varios grupos perecieron ante el fuerte impacto de las encomiendas, los repartimientos, las congregaciones, las enfermedades del colonizador, las exageradas tributaciones y las jornadas excesivas de trabajo. La Sierra del siglo XVII  prácticamente se despobló. Fueron escasos los núcleos indígenas que sobrevivieron al proceso de colonización, entre ellos los pueblos de Tlacotepec, Coronillas, Tepetixtla y diversos barrios aledaños, en la parte centro-occidente. Al norte, fue el caso de los cuitlatecas, de quienes Peter Hendrich habla -a mediados del siglo XX-, de los últimos vestigios de esa cultura (Hendrich 1946, 15)
Por su parte, el cronista de Atoyac de Álvarez, Guerrero, Víctor Cardona Galindo, menciona que según el diario de Patricio Pino y Solís, hasta 1911 había en Atoyac familias que se comunicaban en lengua cuitlateca (Galindo, “Los cuitlatecos (Primera parte)” 2016).



Calvo, Raúl Vélez. «Etnohistoria .» En Historia General de Guerrero. Volúmen 1. Época Prehispánica. Arqueología-Etnohistoria., de Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo Elizabet Jiménez García, 143-479. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 1998.

Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.

Elizabeth Jiménez García, Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo, Coords. Historia General de Guerrero. Volumen 1. Arqueología-Etnohistoria. INAH-Gobierno del estado de Guerrero, 1998.

Galindo, Víctor Cardona. «“Los cuitlatecos (Primera parte)”.» El Sur, 11 de enero de 2016.

Hendrich, Peter. Por tierras ignotas. Viajes y observaciones en la región del Río Balsas. Tomo II. México: Editorial cultura, 1946.

Secretaría de Educación Pública, Monografía. México: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.


La amapola.


A excepción de la posdata, estos párrafos son parte de mi tesis que realicé para titularme como maestro en humanidades.
De Asia hacia la Sierra de Guerrero. El devenir del cultivo de amapola.
Se cree que las comunidades de cazadores-recolectores de la antigua Europa extraían goma de opio desde 4 milenios antes de Cristo. En el año 3400 A.C., al sur de Mesopotamia, donde actualmente se ubica Irak, los primeros agricultores dibujaban plantas de adormidera en tablillas de arcilla, llamándole Hul gil, “planta de alegría”. Veinte siglos después los egipcios describieron a la adormidera en el Papiro Ebers, uno de los escritos más antiguos de la medicina, señalando que la adormidera es un remedio que evita el excesivo llanto de las niñas y los niños (Grillo 2012, 47).
Wordreference define a la adormidera como: “planta herbácea anual de la familia de las papaveráceas, originaria de Oriente y propia de climas templados, de hojas anchas, flores grandes y terminales y fruto en forma de cápsula. De la adormidera se extrae el opio” (Diccionario, s.v. “adormidera” s.f.).
El consumo de opio se expandió desde Constantinopla hasta Londres, cuando se fue construyendo la civilización europea, pero fue en China donde se volvió más popular, pues sus poetas decían que la goma de opio era digna de Buda. No obstante, a finales del siglo XVIII surgieron en el gigante asiático inconformidades por el opio. En 1810, la dinastía Quing firmó un decreto que prohibía la goma, condenando a muerte a los vendedores de ese producto. El decreto decía que “el opio es un veneno que mina las buenas costumbres y la moralidad”. Era la primera ley de la modernidad que prohibía los narcóticos (Grillo 2012, 47). Eran también los tiempos en que se iniciaba la Guerra de Independencia en México.
Miles de toneladas de opio se trasladaron de la India a China, a manos de los comerciantes británicos de la Compañía de las Indias Orientales, pues en China se castigaba con pena de muerte al tráfico de drogas y aquella población oriental tenía ya lo que más tarde se conocería en México como el vicio asiático. Luego de las dos guerras del opio, la compañía se adjudicó el derecho a traficar en 1860 y los chinos siguieron fumando y diseminaron la amapola cuando ellos también emigraron a distintas partes del mundo. A partir de 1860 los chinos viajaron en embarcaciones de vapor con destino a Sinaloa, México, para trabajar en las industrias ferrocarrilera y minera. Traían consigo goma y semillas de adormidera en su largo viaje por aguas del Pacífico. Pronto los periódicos dieron cuenta de fumaderos de opio en Culiacán y en Mazatlán. Con el correr de algunos años se fundó el barrio chino de Manila (Grillo 2012, 48).
Osorno refiere que de acuerdo a Luís Astorga, un investigador mexicano nacido en Sinaloa, hay evidencias de que en 1886 entre las especies vegetales de Sinaloa ya se contaba con la adormidera blanca, lo mismo que el cáñamo indio o marihuana (Osorno, El siglo de las drogas. El narcotráfico del porfiriato al nuevo milenio. Quinta reimpresión 2014, 60-61). También se considera que al mismo tiempo que la amapola llegó a Sinaloa, también llegó a Sonora.
En 1924 se integró el Comité Antichino de Sinaloa, el cual pedía que los chinos habitaran en barrios alejados del resto de la Ciudad (Osorno, El siglo de las drogas. El narcotráfico del porfiriato al nuevo milenio. Quinta reimpresión 2014, 57-58). Los chinos fueron expulsados, primero a Nayarit, y después hasta Chiapas, en los ferrocarriles, pues dadas sus habilidades en los negocios empezaban a desplazar a los nativos de Sinaloa.
No se tiene precisión del año en que llegó el cultivo de amapola a la Sierra guerrerense. Algunos señores como don Feliciano aseguran que la amapola llegó por el año de 1965, y que la marihuana se cultivó desde 1955 ((seudónimo) 2018). Aún más, don Leonardo dice por el año de 1958, cuando él tenía diez años de edad, “salí a venadear, acompañando a un señor nativo del estado de Morelos, en las cercanías de Pueblo Viejo, municipio de General Heliodoro Castillo, cuando vimos un hermoso plantío de flores. Después nos dijo el señor de Morelos que esa planta era la amapola” (Leonardo 2018). Humberto Padget dice que el cultivo de amapola llegó en 1973 (Padgett 2015, 15).
A lo largo de su historia, la sierra ha tenido diversas actividades económicas. A principios del siglo XX fue el pastoreo la principal actividad de la Sierra, después llegó el café, en 1882 y poco a poco se fue extendiendo su cultivo en la Sierra de Atoyac (Galindo 2010, 34). Por los años cincuenta y sesenta hubo empleos de la industria maderera. Por 1955 llegó el cultivo de marihuana y más o menos, diez años después llegó el cultivo de amapola. De Sinaloa vinieron algunas personas a distintos pueblos y empezaron a promover el cultivo con fines de comerciar con el producto extraído de los bulbos. Otras voces, como don Emigdio, dicen que la amapola fue traída por michoacanos que trabajaban en las extracciones de madera en la Sierra de Guerrero, cuando transcurrían la década de 1960 (Señor Emigdio 2018).[1] Así se fue culturizando el dicho de sembrar maíz bola.
Posdata: Cuando estaba concluyendo mi tesis, alguien me comentó que posiblemente la amapola llegó a Guerrero desde cuando venía el Galeón de Manila (Siglos XVI-XVIII). Sería una enorme aventura académica investigar esa probabilidad.

(seudónimo), Emiliano, entrevista de Esteban Hernández Ortiz. Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero, (11 de mayo de 2018).
Diccionario, s.v. “adormidera”. s.f. http://www.wordreference.com/definicion/adormidera (último acceso: 10 de noviembre de 2016).
Galindo, Víctor Cardona. Entre palmera y cafetal. Atoyac, historia cultura y tradición Guerrero. Chilpancingo, Guerrero, México: Editorial garrobo, 2010.
Grillo, Ioan. El narco En el corazón de la insurgencia criminal mexicana . México: Ediciones Urano, 2012.
Leonardo, entrevista de Esteban Hernández Ortiz. Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero, (sábado 15 de diciembre de 2018).
Osorno, Diego Enrique. El siglo de las drogas. El narcotráfico del porfiriato al nuevo milenio. Quinta reimpresión. México: México: Plaza & Janés, 2014, 2014.
Padgett, Humberto. Guerrero. Los hombres de verde y la dama de rojo. Crónica de la nación gomera. México: Ediciones Urano, 2015.
Señor Emigdio, seudónimo. Sierra del municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero, (12 de junio de 2018).



[1] Entrevista que hice en la comunidad de Puerto del Gallo, municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero, el día 12 de junio de 2018.