Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

jueves, 29 de agosto de 2019

Semblanza de la novela “Guerra en El Paraíso”



Semblanza de la novela “Guerra en El Paraíso”.

Esteban Hernández Ortiz.


En ocasión del curso de “Novela Histórica”, que me impartió el Doctor Jaime Salazar Adame en mis estudios de maestría en humanidades, asumí como una tarea el realizar la presente semblanza de la novela “Guerra en El Paraíso”.


Se trata de una novela de 583 páginas distribuidas en nueve capítulos, cuyo autor, Carlos Montemayor, nació el 13 de junio de 1947 en Parral, Chihuahua, y murió el 28 de febrero de 2010. Cuatro meses antes de su muerte pidió que sus cenizas se esparcieran en su natal Chihuahua y en la Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero, por los pueblos donde él hizo esta novela.[1]

“Guerra en El Paraíso” es una obra que en su mayor parte se avoca a la guerrilla dirigida por Lucio Cabañas Barrientos, y en menor medida también se refiere a la guerrilla que dirige Genaro Vázquez Rojas, pues ambas coexistieron por algún tiempo en la Sierra de Guerrero. También se refiere al contexto nacional, tocando sucesos subversivos de Guadalajara, Monterrey, Distrito Federal y otras ciudades.

La novela es un recorrido histórico en un periodo que comprende del 9 de abril de 1963 al 7 de septiembre de 1976, pero no tiene secuencia cronológica y se narra en forma anacrónica, donde se aborda un pasaje hacia adelante, luego otro hacia atrás. Se trata del género conocido como “novela histórica”.

Por primera vez se publicó en 1991, pero la edición que he leído es del año 2017, editorial Debolsillo (círculo de lectura), Ciudad de México.

Cabañas Barrientos había estudiado en la Normal de Ayotzinapa, donde además de su profesión, recibió instrucción de oposición al régimen; Genaro, en cambio estudió en la Escuela Nacional de Maestros y se formó políticamente en el PRI. Ambos profesores son oriundos de Guerrero, Lucio de Atoyac y Genaro de San Luís Acatlán.

La novela comienza refiriéndose al ex carcelamiento de prisioneros de Chilpancingo, que habían participado en varios secuestros, como el del rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jaime Castrejón Díez. Estos hechos se atribuyen a la guerrilla que dirige Genaro Vázquez Rojas. También se trata de la libertad de guerrilleros de otras partes del país, quienes en conjunto serían enviados a Cuba, en avión, a cambio de la libertad del Rector Castrejón Díez. Parte del terrorismo está en que de 15 campesinos detenidos sólo seis están localizados.

En Guerrero, en algún intervalo coexisten dos guerrillas, ambas dirigidas por profesores. Carlos Montemayor recupera las voces de muchos personajes y los plasma en esta obra, en armoniosa combinación con su narrativa literaria, incitando a la persona lectora a trasladarse en el tiempo y en el espacio, desde su silla o lugar de estudio hasta la sierra de Guerrero, en ese viaje imaginario en que podrá presenciar tantos y tantos sucesos de aquella época tenebrosa.

Decía Rubén Figueroa Figueroa que no se lamentaría lo que pasaba con la guerrilla si el gobernador Raymundo Abarca Alarcón “hubiera puesto a Genaro de este lado del mostrador”. El “tigre de Huitzuco” buscaba reflectores pues quería ser Gobernador y se ofreció a dialogar con Cabañas Barrientos para que depusiera las armas a cambio de una amnistía y su consecuente participación en el andamiaje político guerrerense. “El Partido de los Pobres puede tener diputados”, decía Figueroa.

El pasaje que sigue en las páginas de la novela es el de la masacre del 18 de mayo de 1967 en la plaza de Atoyac, donde mueren dos policías estatales y siete civiles, entre ellos una señora embarazada. Aquel día, el alcalde, siendo primo de Lucio, le mandó un mensaje con un muchacho, justo instantes previos a que Lucio hablara en el micrófono. “Dice Manuel García que se cuide, profesor, porque la judicial nomás espera a que Usted empiece a hablar para perjudicarlo”. Aquel día era uno más en la lucha de padres de familia de la escuela primaria Juan Álvarez en contra del desempeño de la directora del plantel. Las campanas suenan y un grupo “saca” a Lucio del tumulto. Días después la policía municipal se pone a las órdenes de Lucio y mucha gente propone matar a los judiciales. Lucio responde: “Si ahorita los matamos ¿crees que ya te vas a tu casa?, debemos preparar una batalla más larga”.

Ya desde el 8 de diciembre de 1965 Lucio y su compañero profesor Serafín Núñez habían sido cambiados al municipio de Tuitán, Durango, pues el gobierno los consideraba agitadores comunistas. Atrás dejaban Atoyac de Álvarez, Guerrero, pues el gobierno los consideraba “unos agitadores comunistas”.

Las anécdotas vuelven a la guerrilla de Genaro, concretamente al accidente automovilístico en las cercanías de Morelia, en Atopanco. Huye Bracho, el brazo derecho de Genaro, pero dos días después es aprehendido. Luego, Genaro es sepultado en su natal San Luís Acatlán, sepultan a un hombre a quien tal vez no comprendieron. Lucio piensa y piensa en el monte respecto al deceso de su colega profesor: “La muerte no espera a que uno acabe de hacer. Hay que adelantarse a ella. No morir así nomás por nomás”, “Hermano, nos veremos en la eternidad”, decía el profesor nacido en El Porvenir. Lucio pensaba que no era momento de juzgar a Genaro, ni a Rubén Jaramillo, ni a Gamiz.

La novela sigue con la emboscada de Arroyo Oscuro, sitio al que el novelista no denomina así. Era junio de 1972. Dos militares se salvan, los aprehenden y los dejan libres. Los guerrilleros recogen armas y parque. Aparecen titulares en tres periódicos de Guerrero y el ejército demanda a un periodista por delitos federales, pues con sus “falsas noticias” causan más daño a la sociedad que los mismos guerrilleros y las mismas guerrilleras. Al final el jefe militar Solano Chagoya se desiste y el Ministerio Público rompe el papeleo a la vista de todos.

Entre julio y noviembre de 1972 hay otra emboscada cerca del Rincón de Las Parotas. “El doc”, gente de Lucio, visita a Bracho en el reclusorio de Chilpancingo.

Se reforma la Ley de Armas de Fuego y Explosivos, ahora sólo se permiten pistolas no superiores a 9 mm y revólveres 38. Empiezan a catear casas.

Lucio mantiene conversaciones con gente de Partido Comunista, pero este partido le pide que abandone la lucha armada. Empieza a haber deserciones en la guerrilla.

Luego hay otra emboscada cerca de El Quemado: 18 militares muertos y 9 heridos. Un guerrillero toma fotos con una cámara Polarid. Hay dos militares sobrevivientes, uno es de Hidalgo y el otro es oaxaqueño.

Luego, El Quemado es arrasado, más de 800 personas son detenidas. Matan también a personas de La Montaña que trabajaban en el corte de café.

Hay tres momentos relacionados con la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG): 1.- El secuestro de su rector Jaime Castrejón Díez. 2.- La detención del estudiante de Tepetixtla Nicomedes Fuentes García, y 3.- El allanamiento de la policía estatal a la Universidad. Probablemente los estudiantes que iban a cortar café a El Quemado eran también de la UAG.

Empieza a haber carreteras asfaltadas, brechas y teléfonos, también brigadas médicas y tiendas CONASUPO, estas últimas para vigilar los alimentos de los pueblos y poder identificar si había consumo “demás”. Si así ocurría, entonces los alimentos eran para la guerrilla. Llegaron a ser 70 casetas telefónicas en toda la sierra de Atoyac.

Un jefe militar pide otro batallón de infantería y más apoyo de la fuerza aérea, pero su superior le contesta que todo depende de la decisión política. “Nosotros sabemos lo que se debe hacer, los confundidos son otros”. El militar agrega: “Gobernación quiere mantener su posición de fuerza en Guadalajara, Monterrey y Distrito Federal, con el Plan Cóndor y piensan que Guerrero puede solucionarse a largo plazo, sin medidas radicales. Se requiere acondicionar helipuertos e impedir la expansión de la guerrilla a Estado de México, Morelos, Bajío y Michoacán”.

El narcotráfico va a la alza, pero de acuerdo a la novela, el gobierno deja de lado este fenómeno y prioriza su ataque a la guerrilla.

El gobernador Nogueda Otero vitoreaba al gobierno federal y decía que “en Guerrero, en 1971 el gobierno federal invirtió 468 millones de pesos y en 1972 se están invirtiendo 1200 millones y en 1973 se incrementarán esas cifras”.

Enero a julio de 1973.

Hay un conflicto de cañeros en Veracruz. En Atoyac, ahora el gobierno abre carreteras y las pavimenta, sobre todo, para el mejor desplazamiento de sus tropas, instala casetas telefónicas, lleva brigadas médicas y abrió el INMECAFÉ.

La falta de acuerdos en las clases de teoría marxista que recibían las guerrilleras y los guerrilleros en la sierra de Atoyac es un punto que enriquece a la novela, las discusiones y los debates que sostienen en las asambleas del Partido De Los pobres (PDLP), como cuando analizan la expulsión o el fusilamiento de cinco integrantes de la Liga Comunista 23 de septiembre, por no acatar el reglamento del PDLP. Muchas de las personas de la guerrilla apenas sabían leer, otros ni siquiera deletreaban, mientras “los marxistas” cargados de libros y teorías”, lo más que sabían era leer en sus cuartos de estudio, pero de litigiar con los moscos y zancudos en el monte no sabían nada, nomás no “encajaba” el asunto.

Los de la Liga dicen que Lucio es caudillo y que los manipula. “Ha habido compañeros que desertan y nos denuncian por voluntad o porque los golpean. Ha habido guerrilleros de dos o tres meses y regresan a casa”.

Lucio expresaba: “No todos los marxistas piensan en la lucha armada, otros dicen que falta un estudio exhaustivo. Están en las universidades o en sus casas viendo la televisión, sin desvelarse por los moscos, por el frío o por la lluvia. El gobierno acaba matando a la gente, como a Rubén Jaramillo,  a quien el presidente López Mateos lo mandó traer y le dio un abrazo, pero luego lo asesinaron junto a su familia y su esposa embarazada. Se coincide en luchar por la justicia, pero no todos coinciden en la lucha armada. Y en la lucha armada no logramos una coordinación nacional. Nosotros no pedimos a otras organizaciones que actúen como nosotros. Cuando nuestra gente llegue a otras organizaciones debe disciplinarse. Se valen de palabras que nadie entiende aquí. Dicen que somos pequeñoburgueses y que estamos jodidos. Nosotros hemos luchado por seis años en la Sierra, el ejército nos teme y las organizaciones hermanas quieren tener contacto con nosotros. Ellos dicen que estamos haciendo un movimiento popular y no revolucionario. Soy un caudillo populista, pero todo lo traigo a asamblea. Quieren apoderarse de la dirección de nuestro partido. Se sienten dueños del marxismo y de la revolución en México, pero gente del Partido Comunista (PC) han delatado a compañeros que se prepararon en otros países”.

Por su parte los de la Liga Comunista dicen: “El marxismo es pensamiento, análisis. Para ser guerrillero también hay que estudiar. No solo estudian los doctores. El proletariado destruirá al Estado Burgués. Se necesita conciencia proletaria de obreros en todas las ciudades. Es falso que la revolución socialista sea una batalla de pobres contra ricos”.

Luego Lucio revira y dice: “el Estado tiene ejército y a ese ejército atacamos”.

Renato, de la Liga Comunista -No del PC-, dice: “el gobierno sólo puede cambiar de partido, pero el sistema sigue. Debemos derribar al Estado Burgués. Eso no puede hacerse con elecciones como el Partido Comunista quiere hacernos creer, debe haber lucha armada y proletaria. La lucha por la revolución exige que uno se integre para siempre y no por meses. Cada vez que entran guerrilleros temporales o de vacaciones se pone en riesgo nuestra seguridad”.

_Lucio: ¿Dónde está la dirección del Estado Burgués para ir a atacarlo? Ese estado permite el hambre y contra eso estamos.

_Quirino dice: Que nos digan cuantas células de obreros han formado en las ciudades.

_Lucio: No los fusilemos, pero si hay que expulsarlos.

Muchas comunidades de la sierra atoyaquense fueron violentadas, pero sin duda que El Quemado es un caso muy particular, pues detuvieron a toda su población, incluyendo a los jornaleros de La Montaña, que trabajaban en la cosecha del café.

Por algún o algunos lapsos, Lucio abandona la sierra y va a Durango, a Veracruz, al D.F. y a Chihuahua, aunque al parecer también lo hace para atender su salud. Otros guerrilleros son enviados hasta Francia para recibir adiestramiento.

En Los Piloncillos, el ejército fusila a cinco personas y detienen a dos más. Luego dijeron que pasarían a San Vicente de Benítez y a El Paraíso para llevarse a otras personas más.



CAPÍTULO V.  Agosto a diciembre de 1973.

Diez guerrilleros, entre ellos Martha, ponen una emboscada entre Zacualpan y Las palmeras. El ejército los busca hacia Tepetixtla.

Soldados fingen ser campesinos y piden comida en Tres Pasos, pero la señora no sale. El PDLP los identifica y los persigue. Al parecer se matan entre soldados cerca de este pueblo, pero no es claro si esto pasó.

Hay 20 soldados muertos en Tepetixtla. A Lucio le daban fuertes dolores de cabeza. Se menciona una balsa para pasar el río de Coyuca. Lucio ve, en su imaginación, pasar los ataúdes de Genaro, de Jaramillo, de Gaytán… Recuerda a Serafín, el esposo de su mamá. Hilda se aventó y Quirino la rescata. Desde la selva, Lucio oye la radio y dice que el Presidente chileno, Salvador Allende, caerá porque no tiene un ejército.

Es secuestrado el empresario regiomontano Eugenio Garza Sada. El suceso se imputa al grupo que un año antes había secuestrado un avión de Mexicana de Aviación, también en Monterrey. El acompañamiento del presidente de la república disipa dudas de un distanciamiento del gobierno federal con el empresariado, aunque un representante del sector empresarial y banquero refiere que el gobierno federal no mantiene el orden público y que favorecen al marxismo.

Regaña un militar a gente de San Jerónimo porque “andan diciendo” que de la mar salen huaraches, ropa y huesos de personas hacia la orilla.

CAPÍTULO VI

En Chapultepec, Rubén Figueroa Figueroa pide a Pascual Cabañas que le ayude a conseguir un diálogo con su pariente Lucio Cabañas. Decía Figueroa: “El gobernador es muy pendejo y no ha sabido solucionar el problema. Yo conocí a Genaro, era un buen muchacho. Quiero que tú estés conmigo en esa entrevista, también mi sobrino Febronio, él es comunista y se entenderán bien. Todo hombre por más ideas que tenga sigue siendo hombre y yo conozco a los hombres. Llevarás dos salvoconductos, uno de Cuenca Díaz y otro de Fernando Gutiérrez Barrios, aunque confío más en don Fernando, pues Cuenca ya se siente Presidente. Te entregaré a tu hermano Luís y dinero para que vayas a la sierra”.



Página 279. Enero a mayo de 1974.

En San Vicente de Benítez asaltan a INMECAFÉ y reúnen a los campesinos. Eran más de cien guerrilleros.

“Lucio no quiere platicar con nadie que sea del gobierno, ingeniero. Le dice Pascual Cabañas”.

El ejército usa tecnología usada en Vietnam. Detectan campamentos y depósitos de víveres. Los alimentos llevan sello de CONASUPO para saber de qué pueblo son.  

Hay una importante reunión de la Brigada. 81 mil pesos quitaron al Banco Ejidal[2] y lo gastan en borracheras. Asaltaron al pagador. Ramón sólo entrega 41 mil. “Pura chingada que así haremos la revolución”.

313. Lucio acepta dialogar con Figueroa y le manda una carta a Luis Cabañas. La carta la lleva el profesor Inocencio Castro. 316. El ejército incrementa violaciones, torturas y recorre pueblos y ejidos.

Página 317. Lucio dice: “Aquí todavía hay zapatistas, los carrancistas los traicionaron. Ahora los carrancistas son Nogueda Otero, Cuenca Díaz, Moya Palencia, Luís Echeverría. 318. En Chihuahua, un Capitán traicionó a los hermanos Gamiz y aquí traicionaron a los hermanos Vidales”.

En una ocasión tienen una comida en la cancha de un pueblo, Lucio pide la palabra y se expresa así: “Vamos a llegar al socialismo. Enviamos comunicados a la prensa, radio, televisión y revistas. Nuestra revolución no es quitarle cosas a alguien y ya. Es devolver a los pobres lo que no les dejan tener. Que los ricos vivan con lo que necesiten, pero que los pobres vivan con lo que merecen tener. Nosotros queremos que toda la gente viva. Sólo matamos a ricos que matan a gente pobre. Nuestra vida es más pequeña que la revolución”.

La novela retrocede cronológicamente y habla de un resorteraso que un niño pegó a Lucio en la escuela de Mexcaltepec. Luego (Páginas 330-332), la novela lleva a una asamblea de la Brigada donde se discute si se fusila a unos miembros de la guerrilla.

341. Figueroa dice a Cuenca Díaz que Lucio pide que retiren al ejército una semana de la sierra, mientras se da el diálogo con él. El Secretario de la Defensa Nacional dice: “No vamos a quitar las banderas de un regimiento a petición de un bandido”.

Armando contesta a Lucio: “El ejército da comida, medicinas y abre caminos para que el pueblo vea que tiene más con el gobierno que contigo. No te quedes aquí, el ejército nos acabará a todos. Hay que salir del cerco y vayamos a otras zonas”. Lucio revira y dice: “La lucha cambiará pero con el mismo pueblo. Si huimos nos van a preguntar por qué dejamos las cosas por acá. No podemos atacar tan seguido porque el ejército quiere enfrentamientos. El Partido Comunista me ha pedido muchas veces que dejemos las armas y hasta con Carmelo salimos mal”.

Página 351. Figueroa dice a Cuenca Díaz: “Como decía López Mateos, los huevos son buen plato para los políticos, pero deben cocinarse con sesos”. Voy a joder a Nogueda.

Página 352. Dice Figueroa: “Mira Febronio, dile a Lucio que el ejército va a acabar con él, dile que le conviene más estar de mi lado y así juntos vamos a beneficiar a Guerrero, que deje las armas. Tú háblale de teoría, dile que yo creo en él, que yo era amigo de Genaro. De lo otro me encargo yo. Acompáñame para que Lucio vea que yo también me junto con marxistas y que las palabras me van a hacer lo que el viento a Juárez”.



CAPÍTULO VII.

Página 355. 30 de mayo a julio de 1974.

El diálogo se pacta. Febronio, Pascual, Lucio y Figueroa; este se acompaña además de su secretaria Gloria Brito. Es el 30 de mayo de 1974. Pasan por un camino que se obstaculiza con un candado a los madereros de Alcibiados Sánchez. Figueroa entrega una 380 y Luís Cabañas una 45. A las ocho de la noche llegan doce guerrilleros más, entre ellos va Lucio Cabañas. Éste le dice a Figueroa que le han apartado una buena hamaca para que descanse, y al día siguiente Lucio dice a Figueroa que ha quedado detenido, pero no secuestrado, hasta que el gobierno libera a guerrilleros presos. También le dice que Cuenca Díaz debió haber retirado sus tropas, pero que ellos no pueden actuar al margen de la Brigada ante asamblea. La Brigada era un comité que se renovaba con cierta frecuencia. Figueroa se resiste y le dice a Lucio, a manera de reclamo: “No te saqué a tus primos Bertoldo y Luís? Y sé que tienes a un primo llamado Manuel y otro tío. ¡¡Fusílame ahora mismo!! El Presidente no tiene facultad para liberar presos así me fusiles”. Lucio dice: “Haremos la prueba”, pero Figueroa parece no doblegarse y responde: “hazlo”. Mire ingeniero -le dice Lucio-, nosotros no torturamos, como si lo hace el ejército; Usted está platicando libremente con nosotros y puede mirarnos”.

Lucio le dice a Figueroa: “Hace dos años Usted nos buscó para dialogar”.

Página 380. Un sacerdote de Veracruz se ofrece para mediar el conflicto. El gobernador Nogueda dio orden de retirar a la policía estatal de la sierra. Un jefe militar dice que “tienen marcada la ubicación de los secuestradores, pero desconocen cuantos son”.

El coronel Emilio Salgado, jefe de la policía estatal, encabezó el asalto a la Universidad Autónoma de Guerrero. Al rector Rosalío Wences Reza le apoyan 26 universidades y 22 institutos tecnológicos.

Página 394, Manuel, el chupachencas, dice que no está bien pedir la libertad de comunistas o defender obreros de Monterrey.

Página 401. EL helicóptero en que viaja el General Eliseo Jiménez Ruíz, cae cerca de Zumpango. El ejército recorre Filo de Caballos y Hitziltepec. Luego escapa Figueroa a las cuatro de la mañana con una bolsa de galletas.

Página 409. El sacerdote Bonilla Machorro se entrevista con guerrilleros cerca de Tecpan y de Zihuatanejo. Lucio está sitiado en las inmediaciones de Corrales de Río Chiquito. El ejército identifica a un enlace guerrillero, un profesor apodado “Ranmel”. El helicóptero del General Eliseo Jiménez aterrizó de emergencia en Jaleaca.

Capítulo VIII . Agosto a noviembre de 1974.

Mencionan a Solín, en otros capítulos a Kalimán. Se nombran a pueblos con nombres falsos como San Juanito y Plan de los Metates.

Página 487. Desde un helicóptero rafaguean el campamento donde está Figueroa. Hieren a Luís Cabañas. Hay heridos y muertos. P. 493. Ya habían liberado en Guadalajara a Guadalupe Ozuna y ahora sitiaban cerca de El Quemado. Un periódico de París dice que el ejército mexicano tiene 50 mil soldados y que 20 mil están en la sierra de Atoyac. “Es mentira, solo hay tres batallones”, dice un jefe militar. Es por El Posquelite (494). Es el 8 de septiembre.

494. La policía militar desaparece a hermanos Menéndez, de la revista ¿Por qué?

Página 498. Figueroa declara que fue secuestrado por un extraviado mental, sediento de publicidad, envenenador de jóvenes, ligado a traficantes de droga. Fue objeto de crueldad física y moral. Agrega Figueroa: “No alcancé mi objetivo”.

El día 17 cruzan por El Achotal y por El Cucuyachi. Comieron elotes y un señor fue a avisar al ejército. P. 510. Se escapan con ramas por el monte. Cerca de 200 soldados van por la carretera. Llega un helicóptero. Están cerca de Alcholoa. Los soldados catean las casas. Después vigilan casas en la ciudad de Atoyac. Hay Bombas en Guadalajara y en Oaxaca; también hay bombas en centros comerciales y volantes del terrorismo en D.F.

En un “comelitón” se empieza un diálogo de Generales. Escárcega dice que Lucio puede ser una lucha del pueblo. Otro dice que la Liga Comunista no es enemigo para el ejército, pero Lucio sí.

Página 540. Las guerrillas zapatistas se fortalecieron en la región de Lucio y las fuerzas huertistas arrasaban poblaciones”.

El General Hernández dice: “Según Rafael, Lucio es un héroe, un Zapata redivivo”.



CAPÍTULO IX.

2 de diciembre de 1974.

Este día Lucio cae muerto en combate, en El Otatal, sierra de Tecpan. Dos días antes hubo otro enfrentamiento. Hacía 4 ó 5 años les tocó el eclipse en la sierra.



Fuente de consulta:

Novela "Guerra en El Paraíso", del autor Carlos Montemayor. 2017, editorial Debolsillo (círculo de lectura), Ciudad de México.



[2] Con el paso del tiempo, al Banco Ejidal le fueron llamando el “bandidal”.






[2] Con el paso del tiempo, al Banco Ejidal le fueron llamando el “bandidal”.

miércoles, 28 de agosto de 2019

La cafeticultura en la Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero.



Imagen de mi archivo personal. Fotografía que tomé en La Pintada, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, el 30 de diciembre de 2018.


La cafeticultura en la Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero.



Esteban Hernández Ortiz.




La cafeticultura y la silvicultura movilizaron a personas de distintos lugares del Estado de Guerrero y de otros Estados de la república mexicana hacia la Sierra de Guerrero entre los decenios de 1940 a 1980. 

El cultivo del café llegó a la sierra atoyaquense en 1882. El señor Claudio Blanco trajo unas semillas de café de Michoacán y los sembró en su finca El Gamito, donde hoy se ubica el poblado de El Porvenir. Cinco años después, don Claudio Blanco vendió su finca al señor Gabino G. Pino, tierras que en su mayor parte estaban sembradas de plátano y tenían poco café. Ya después, el señor Gabino Pino González trajo cafetos desde Tapachula, Chiapas y realizó plantaciones de café cerca de la comunidad de La Soledad. En esa empresa fue invitado el técnico guatemalteco Salvador Gálvez, por don Gabino Pino. El técnico realizó estudios a la tierra y por esa razón la parcela de café fue bautizada como El Estudio (Galindo, Entre palmera y cafetal. Atoyac, historia cultura y tradición Guerrero. 2010, 34)

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En el auge de la cafeticultura que se vivió en la Sierra de Atoyac, entre la década de 1940 a la de 1980, hubo personas que migraron de la Tierra Caliente de Michoacán y de la zona terracalentana de Guerrero hacia la Sierra, llevando ganado equino a vender a la Sierra y llegaban hasta la Costa Grande, de donde a su regreso trasladaban dulces de coco y sal hacia la Tierra Caliente (Luviano 2015).[1] Otros calentanos comerciaban desde Arcelia hacia la Sierra con diversos productos como el mezcal transportado en “castañas”.

También de La Montaña de Guerrero hubo personas y familias que se quedaron a vivir en la Sierra de Atoyac, en los tiempos en que viajaban para trabajar en las actividades de los cafetales (Ortiz, El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero 2017, 69-70 y 158.). Estos casos acrecentaron la variedad de culturas y formas de pensar.



Fuentes de consulta:     



Galindo, Víctor Cardona. Entre palmera y cafetal. Atoyac, historia cultura y tradición Guerrero. Chilpancingo, Guerrero, México: Editorial garrobo, 2010.

Luviano, José Guadalupe Ortiz, entrevista de Esteban Hernández Ortiz. (23 de julio de 2015).

Ortiz, Esteban Hernández. El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. México: Ediciones Rosa Ma. Porrúa, 2017.







[1] Entrevista realizada en junio de 2015, en el pueblo de Puente del Rey, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, al señor Guadalupe Ortiz Luviano, quien era nativo de la comunidad de El Capire, municipio de Cutzamala de Pinzón, Guerrero.

martes, 27 de agosto de 2019

Educación en la Sierra de Guerrero.




El cerro de las Tres Tetas, visto desde El Edén, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Fotografía que tomé el 30 de diciembre de 2018.

Educación en la Sierra de Guerrero.

Esteban Hernández Ortiz.



Los planteles de educación superior no han llegado a la Sierra. Los jóvenes deben buscar opciones en Altamirano, Coyuca de Catalán, Zihuatanejo, Tecpan, Chilpancingo o Iguala, pero dentro de este polígono no existen hasta hoy oportunidades de incursionar en estudios de licenciatura.

Entre los pocos casos de oportunidades para que la juventud serrana incursione en estudios de bachillerato, podemos mencionar el caso de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, donde la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro) autorizó la creación de la Preparatoria 45 en diciembre de 2014 (Guerrero 2014). Esta escuela, de nombre “Lucio Cabañas Barrientos”, tiene un “modulo” con un grupo escolar en cada uno de los tres grados en la comunidad de El Edén, perteneciente a la misma municipalidad de Atoyac de Álvarez, Guerrero. En El Paraíso también existe un módulo del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario, número 66, con sede en la población costeña de Cacalutla, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.

En Puerto General Nicolás Bravo (Filo de Caballos), municipio de Leonardo Bravo, hay un plantel del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Guerrero (Cecyteg).

Hay un Colegio de Bachilleres en Tlacotepec, cabecera del municipio de General Heliodoro Castillo. Por otro lado, en el ciclo escolar 2013-2014, la Secretaría de Educación Pública creo los telebachilleratos como parte del Plan Sectorial 2013-2018 para atender a la población en edad de estudiar el bachillerato, y que viva en comunidades de menos de 2, 500 habitantes, pero que además no cuenten con planteles de este nivel educativo dentro de un radio de cinco kilómetros. Bajo los lineamientos de este Plan se crearon en 2016, 14 telebachilleratos en pueblos del municipio de General Heliodoro Castillo (17oc1). Existe un telebachillerato en Los Piloncillos y otro en La Pintada, municipio de Atoyac de Álvarez. En otras comunidades dela Sierra también han llegado los telebachilleratos, pero nuestra investigación no alcanza a recabar más datos.



Pese a estas carencias, una pequeña parte de la juventud sierreña de las nuevas generaciones ha realizado estudios profesionales y en menor medida han estudiado pos grados. Esa educación les permite tener una identidad y tener otra interpretación de lo que sucede en su entorno. Debe impulsarse la creación de algunas escuelas profesionales de acuerdo a la vocación productiva de la sierra y no carreras “forzadas” con las que la juventud que egrese muy difícilmente encuentre mercado laboral. En el rubro de la educación, la Sierra será también beneficiada si se fomenta la investigación, con docentes-investigadoras (es) o exclusivamente investigadoras (es) que aporten conocimientos respecto a esta demarcación. Esas investigaciones serían el incentivo principal para diseñar, y luego, ejecutar proyectos que beneficien a la población y a la naturaleza de la Sierra. Los tres niveles de gobierno, la iniciativa privada, organismos no gubernamentales nacionales e internacionales, podrían sumar esfuerzos con un propósito común: Sacar a la población serrana de los atrasos en que se encuentra, mediante proyectos, estrategias, planes y programas.



Fuentes de consulta:

s.f. http://guerrero.gob.mx/articulos/crece-servicio-de-telebachillerato-en-guerrero/ (último acceso: 29 de octubre de 2017).

Guerrero, Agencia Informativa. «El Consejo Universitario aprueba que la Preparatoria popular de El Paraíso se incorpore a la UAGro.» Agencia Informativa Guerrero, 17 de diciembre de 2014.







lunes, 26 de agosto de 2019

Entrevista que me realizó, en 2017, el periodista Francisco Magaña. Segunda parte.

Entrevista que me realizó el periodista Francisco magaña, en 2017,  el día en que presentamos en Atoyac, el libro de mi autoría, titulado "El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero". Segunda parte.

Entrevista que me realizó el periodista Francisco Magaña.


Entrevista que me realizó el periodista Francisco Magaña, el día en que presentamos en Atoyac, mi libro "El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero". Primera parte.

domingo, 25 de agosto de 2019

Colmenas de abejas sin aguijón.

 
Colmena de abejas sin aguijón. Su miel es muy conocida como "miel de palo", es agridulce y no espesa. Existen varias clases de estas abejas: zayola, bermeja y real, entre las mas conocidas en la Sierra de Guerrero.
Se conoce que entre los productos que desde la Sierra guerrerense se entregaban como impuestos durante la Colonia, estaba la miel, pues estas abejas son nativas de América.
En mi libro " El buscador de hongos. Reflexiones desde la Sierra de Guerrero ", se encuentran un texto referente a estas abejas.


sábado, 24 de agosto de 2019

Doña Irma Román Calderón: Un ejemplo del esfuerzo de las mujeres en Guerrero.

Fotografía que tomé en julio de 2015, encontrándome en algún punto en El Naranjo, en las cercanías de El Paraíso, Guerrero. La foto se enfoca hacia las tierras de cultivo de El Puente del Rey, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Tengo algunas fotos de Los Piloncillos, pero no las encuentro en este momento en que subo esta entrada de mi blog.


Doña Irma Román Calderón: Un ejemplo del esfuerzo de las mujeres en Guerrero.

Esteban Hernández Ortiz.

Doña Irma Román Calderón nació el 22 de enero de 1937 en Apaxtla de Castrejón, Guerrero; en el norte de este sureño estado de la república mexicana.  Su mamá, la señora Rosalía Calderón Álvarez nació también en Apaxtla, Guerrero, y su papá, el señor Timoteo Román Cruz nació en Tlanipatlán, municipio de Teloloapan, Guerrero.  Apaxtla y Teloloapan son municipios vecinos.

Cuando doña Irma tenía doce años de edad continúo sus estudios de secundaria el internado Hipólito Reyes, en Huamantla, Tlaxcala. Ya después, con 21 años de edad, gracias a una solicitud que dirigió al gobernador del estado, ella llegó a trabajar como profesora en la escuela primaria Hermenegildo Galeana, en Tecpan de Galeana, región Costa Grande de Guerrero. Cuenta doña Irma que algunos de sus hermanos trabajaban en los Estados Unidos y que ellos no querían que ella estuviera tan alejada de su casa paterna, entonces, ellos le mandaron un poco de dinero para que ella mejor vendiera ropa.

Habla doña Irma Román Calderón:

Mi tío Zeferino Calderón Álvarez, hermano de mi mamá, vivía en Los Piloncillos, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, y un día yo llegué a ese pueblo sierreño, siguiendo a mi tío padre.

Me comunicaba a casa de mis padres por medio de cartas que se enviaban en Correos de México.

En Los piloncillos nos conocimos con mi esposo, Emiliano Lucena Adame. En ese pueblo también di clases, aunque ya no era oficial mi trabajo, como lo fue en Tecpan. Algunas de mis alumnas, a quienes enseñé a leer y a escribir fueron: Belén Álvarez, Carmen Álvarez y Macrina Castro. Entre los varones a quienes enseñé sus primeras letras estaban Silvestre y Cutberto Calderón. Fueron clases particulares, pues yo no estaba registrada como profesora por parte del gobierno, y a las niñas y a las niñas no les dieron un certificado de primaria, pero sí aprendieron a leer y a escribir.

Años después llegó a esta sierra el Consejo Nacional del Fomento Educativo y me dispuse a dar clases en Las Palmas, ya ves que ahí vivimos por muchos años con mi esposo y mis hijas e hijos. Ahí les di clases a mis nietos Abigail y Fernando, y hoy me da mucho gusto que se hayan superado.

Mi padre era un hombre muy trabajador. Cebaba 60 puercos y vendía 12 reses por año, cuando yo era niña. Las doce reses las llevaba a Toluca y con ese dinero compraba ropa para mí y para mis hermanos; para él y para mi madre. Tambien compraba ropa para vender y así tener otra entrada de dinero en la casa.

Con el dinero de los puercos, mi papá atendía sus labores en el campo. Me acuerdo que eran seis yuntas que andaban vuelta y vuelta trabajando en las tierras de mi padre. Se cosechaban hasta 170 cargas de maíz y son cien litros de maíz por cada carga (La unidad de medición que se conoce como un litro de maíz equivale a cuatro kilos). Se llama Gallán al trabajador que sostiene el arado, el mesero es el que destapa la milpa y le pone tierra para que esta se desarrolle bien y produzca unas mazorcas bien grandes.

Siempre teníamos unas vacas y bastantes gallinas que hacían que nuestra casa y su patio se vieran hermosos. Las gallinas cacaraqueaban cada vez que ponían un huevo, alegrando nuestro rancho. Hubo un tiempo en que cada semana levantábamos hasta 500 huevos y hacíamos doce quesos de cincho.

Mi papá murió de 44 años de edad, pero fue muy responsable, nunca nos dejó solos, ni a mi madre ni a ninguno de los once hijos que tuvieron. Gracias a su trabajo pudo dar estudio a varios hermanos, tengo un hermano que es Contador Público, otro es Licenciado y uno más es Doctor.

Hasta aquí las palabras de doña Irma. La entrevisté el día domingo, 11 de agosto de 2019, en casa de mis padres, en El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Platicamos de las 16: 50 a las 17: 20 horas en el día y lugar mencionados. Cuando finalizábamos la conversación ya se veía que llegaría una fuerte lluvia. Entonces doña Irma se despidió rápidamente, yo le agradecí la confianza y ella me contestó: “Con mucho gusto, Esteban, no te preocupes, si esto te sirve para tu tesis, adelante”. Yo nunca imaginé que doña Irma tuviera alguna referencia de lo que es una tesis y me quedé sorprendido por sus palabras, además de la admiración que me causa su historia tan digna y honorable. Yo viví mi infancia y mi adolescencia en casa de mis padres, a unas cuantas casas de donde vive doña Irma. Tenía ya mucho tiempo a que estaba con la idea de platicar con ella respecto a estos historiales, y ese día se concretó tan excelente plática.

Agua en El Edén, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.

Los vecinos de esta maravillosa comunidad de El Edén, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, limpian variaz veces por año el caudal del río, retirando plásticos.

Inculcan a la niñez y a la juventud el cuidado del río. Estas imágenes las capte el 30 de diciembre de 2018.

viernes, 23 de agosto de 2019

Relatos de José González Hernández (El Paraíso, Guerrero).




De pie se encuentra mi amigo José González Hernández, haciendo unos comentarios el día en que presentamos el primer libro de mi autoría en el Museo Regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia, en Chilpancingo, Guerrero, en 2017.

Relatos de José González Hernández (El Paraíso, Guerrero).

Escrito que elaboré el 17 de agosto de 2016.


Esteban Hernández Ortiz

En una tarde lluviosa de hace unos tres meses, en la Ciudad de Chilpancingo empezamos una charla que me permitió ir tomando las notas que hoy dan pie a esta relatoría escrita.

Don José menciona el orden de nacimiento de los hijos de sus progenitores; él es el primero en nacer, luego siguen Gumaro, Domitila, Gaudencia, Eva, maría, Irma y Norma. Él nació en Las Ventanas, pero sus demás hermanos y hermanas nacieron en El Edén, algunos, y otros en El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.

José González Hernández se graduó como Licenciado en Filosofía, es egresado de la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero.

Habla José González Hernández:

“Por ser el primogénito, yo me cargaba a mis hermanos y a mis hermanas para distraerlos, cuando eran bebés, o para darles consuelo, cuando lloraban. Tengo la fortuna de que en mi infancia no sufrí golpes ni gritos, ni ninguna clase de violencia. Mi padre fue un hombre muy educado, pese a que él perteneció a esas generaciones, en las que muchas y muchos no sabían leer ni escribir, pe tenían una educación muy bonita.

Me enfermé de la fiebre tifoidea cuando yo tenía seis años de edad, me las vi negras, pero me salvé. Me curaba la familia de don Eduardo Sotelo, doña María de Jesús, hija de don Lalo, me daba unas pastillas pequeñitas de color rojo y me compuse. A doña Chucha yo la miré en una fiesta en Río verde, ya tendrá como unos diez años a que la miré en ese pueblo (pueblo vecino de El Paraíso), yo me acerqué a ella, la saludé con mucho gusto y le di un abrazo; le recordé aquella vez en que me enferme de la tifoidea, cuando ella me curó y reímos los dos.

Cuando entré a trabajar en la tienda de don Eufemio Ocampo, en El Paraíso, yo tenía unos seis años de edad. Este trabajo de mi niñez lo desempeñé entre 1959 y 1961.

Yo pensaba que tomo mundo vivía en las carencias que se tenían en mi hogar, pero al entrar a trabajar con don Eufemio me di cuenta de que había personas que tenían la dicha de vivir en mejores condiciones que las de mi casa. Ahí yo comía frutas y la comida que me daban era mejor que la de mi casa, eso de me daba mucho gusto, porque me iba bien. Yo dormía en un petate, pero cenaba bien. En la tienda de don Eufemio se vendía pan y a mí me tocaba ir a traer el canasto de pan a casa de la señora Gabriela, “doña biela”, la mamá del maestro Simón Bello Espíritu, pues ella era buena panadera. Yo tenía que caminar con mucho cuidado y sujetar bien el canasto al pasar por un puente de madera que había, cerca de la casa de don Nicolás Pinzón.

A la tienda de don Eufemio llegaba el servicio de correo en la famosa valija, que era una especie de bolsa grande de lona, casi como las que usan los equipos de beisbol. Recuero haber visto que llegaba propaganda de la ex tinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y algunos habitantes de El Paraíso iban a recoger esos materiales, uno de esos lectores fue Samuel Adame, de quien se supo era seguidor del profesor Genaro Vázquez Rojas.

La risa: remedio infalible, era como una frase que venía inserta en aquella especie de propaganda; también venían selecciones del readis diges, temas de la vida real en distintos países del mundo.
Cuando hice mi primera comunión fue para mí una experiencia inolvidable, recuerdo que fuimos como doce niños los que comulgamos en aquella ocasión, hubo pan y chocolate, el pequeño festejo fue en la escuela primaria. Yo estaba muy feliz, hubiese querido que ese momento no se acabara.

Cuando terminé mis estudios de primaria fue mi madrina la señora Enedina Lucena, hija de don Julio Lucena, recuerdo que me regaló una playera azul y me dio mi abrazo, ella era bastante joven y como todas las mujeres jóvenes, era muy bonita mi madrina.

El profesor Salvador Morlet Mejía nos organizaba y desfilábamos con la marcha de Zacatecas, un sonido muy patriótico que nos motivaba a desfilar con firmeza y alegría, todos en orden, porque el profesor era muy disciplinado. Todo era terracería, no había ningún pedazo de calle pavimentado en esos tiempos. En esos tiempos llovía fuerte en El Paraíso, a la una o dos de la tarde ya estaba la lluvia y se quitaba hasta el anochecer. A las ocho de la noche ya estábamos por acostarnos a dormir y apagábamos la luz, que era un candil, con un mechón encendido. Llegábamos de las huertas bien mojados, con nuestros sombreritos de palma, pero nos recuperábamos del frío con un café bien caliente, pues siempre había una olla de café en el fogón o en el comal. Las lluvias desordenadas de hoy no son un producto normal de la naturaleza, es producto de la contaminación y el deterioro que el mismo hombre ha realizado.

Recuerdo que el profesor llegaba en una avioneta y sacaba un pañuelo por la ventana, todos corríamos e íbamos a verlo cuando se bajaba de la avioneta.

Yo admiraba mucho a los maestros Simón Bello y Alberto Morlet cuando jugaban basquetbol, eran muy disciplinados para ese deporte. Me acuerdo que un día le dije a mi papá: Yo quiero ser maestro cuando sea grande.

Una vez vi una carta que mi tía Belén había mandado a mi padre, ahí no sé por qué razón iba plasmado un sello que decía: Universidad de Guerrero. Yo recuerdo que entre mí dije: Yo voy a ir a estudiar allí.

Luego de que terminé mi primaria yo me vine a Chilpancingo, cuando andaba en unos 11 años de edad. En Chilpancingo ya estaba la colonia del PRI, aunque había pocas casas. Ahí vivía mi tía Belén Márquez, prima hermana de mi papá. Mi tía Belén era trabajadora de la Universidad, aunque está como tal aún no tenía ese nombre de Universidad Autónoma de Guerrero. Mi tía era comadre del doctor Pablo Sandoval Cruz.

Yo me sentía muy lejos de mi casa, pero estaba decidido a seguir estudiando.

Por esos tiempos, aquí en Chilpancingo, cuando ibas caminando por el centro te tomaban una foto con una cámara de esas épocas y te daban un papelito donde estaba anotada la dirección a donde uno podría pasar a recoger esa foto, si la quería.

Yo estudié en la Secundaria Federal A.I. Delgado. Mi tío Juan González Márquez también llegó a Chilpancingo para estudiar, él estudió en la secundaria Raymundo Abarca Alarcón. Después de terminar mis estudios de secundaria, ingresé a la preparatoria número uno, todavía no estaba la preparatoria nueve. Mi profesor Aarón M. Flores fue muy conocido en Chilpancingo. Eran dos años de preparatoria”.

Fin de la entrevista.

Don José González Hernández trabaja en la biblioteca central de la Universidad Autónoma de Guerrero, en Chilpancingo, Guerrero. Es compañero de trabajo de otro paraiseño de nombre Fernando, hijo de doña Rufina Salas.

Gracias por sus atenciones y por su paciencia.



José González Hernández nació el 19 de marzo de 1951, el mero día de San José, en un pequeño poblado que se encuentra cerca de Las Ventanas, municipio de General Heliodoro Castillo (Tlacotepec), Guerrero. Su papá fue el señor Nolberto González Márquez, nativo de Las Rosas, también de la municipalidad de General Heliodoro Castillo, y su mamá fue la señora Crescencia Hernández Marcelo, oriunda del poblado de Las Ventanas, al igual que nuestro personaje central de la historia a la que hoy dedicamos estas líneas.

       En una tarde lluviosa de hace unos tres meses, en la Ciudad de Chilpancingo empezamos una charla que me permitió ir tomando las notas que hoy dan pie a esta relatoría escrita.

Don José menciona el orden de nacimiento de los hijos de sus progenitores; él es el primero en nacer, luego siguen Gumaro, Domitila, Gaudencia, Eva, maría, Irma y Norma. Él nació en Las Ventanas, pero sus demás hermanos y hermanas nacieron en El Edén, algunos, y otros en El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.

José González Hernández se graduó como Licenciado en Filosofía, es egresado de la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero.

Habla José González Hernández:

Por ser el primogénito, yo me cargaba a mis hermanos y a mis hermanas para distraerlos, cuando eran bebés, o para darles consuelo, cuando lloraban. Tengo la fortuna de que en mi infancia no sufrí golpes ni gritos, ni ninguna clase de violencia. Mi padre fue un hombre muy educado, pese a que él perteneció a esas generaciones, en las que muchas y muchos no sabían leer ni escribir, pe tenían una educación muy bonita.

Me enfermé de la fiebre tifoidea cuando yo tenía seis años de edad, me las vi negras, pero me salvé. Me curaba la familia de don Eduardo Sotelo, doña María de Jesús, hija de don Lalo, me daba unas pastillas pequeñitas de color rojo y me compuse. A doña Chucha yo la miré en una fiesta en Río verde, ya tendrá como unos diez años a que la miré en ese pueblo (pueblo vecino de El Paraíso), yo me acerqué a ella, la saludé con mucho gusto y le di un abrazo; le recordé aquella vez en que me enferme de la tifoidea, cuando ella me curó y reímos los dos.

Cuando entré a trabajar en la tienda de don Eufemio Ocampo, en El Paraíso, yo tenía unos seis años de edad. Este trabajo de mi niñez lo desempeñé entre 1959 y 1961.

Yo pensaba que tomo mundo vivía en las carencias que se tenían en mi hogar, pero al entrar a trabajar con don Eufemio me di cuenta de que había personas que tenían la dicha de vivir en mejores condiciones que las de mi casa. Ahí yo comía frutas y la comida que me daban era mejor que la de mi casa, eso de me daba mucho gusto, porque me iba bien. Yo dormía en un petate, pero cenaba bien. En la tienda de don Eufemio se vendía pan y a mí me tocaba ir a traer el canasto de pan a casa de la señora Gabriela, “doña biela”, la mamá del maestro Simón Bello Espíritu, pues ella era buena panadera. Yo tenía que caminar con mucho cuidado y sujetar bien el canasto al pasar por un puente de madera que había, cerca de la casa de don Nicolás Pinzón.

A la tienda de don Eufemio llegaba el servicio de correo en la famosa valija, que era una especie de bolsa grande de lona, casi como las que usan los equipos de beisbol. Recuero haber visto que llegaba propaganda de la ex tinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y algunos habitantes de El Paraíso iban a recoger esos materiales, uno de esos lectores fue Samuel Adame, de quien se supo era seguidor del profesor Genaro Vázquez Rojas.

“La risa: remedio infalible”, era como una frase que venía inserta en aquella especie de propaganda; también venían selecciones del readis diges, temas de la vida real en distintos países del mundo.
Cuando hice mi primera comunión fue para mí una experiencia inolvidable, recuerdo que fuimos como doce niños los que comulgamos en aquella ocasión, hubo pan y chocolate, el pequeño festejo fue en la escuela primaria. Yo estaba muy feliz, hubiese querido que ese momento no se acabara.

Cuando terminé mis estudios de primaria fue mi madrina la señora Enedina Lucena, hija de don Julio Lucena, recuerdo que me regaló una playera azul y me dio mi abrazo, ella era bastante joven y como todas las mujeres jóvenes, era muy bonita mi madrina.

El profesor Salvador Morlet Mejía nos organizaba y desfilábamos con la marcha de Zacatecas, un sonido muy patriótico que nos motivaba a desfilar con firmeza y alegría, todos en orden, porque el profesor era muy disciplinado. Todo era terracería, no había ningún pedazo de calle pavimentado en esos tiempos. En esos tiempos llovía fuerte en El Paraíso, a la una o dos de la tarde ya estaba la lluvia y se quitaba hasta el anochecer. A las ocho de la noche ya estábamos por acostarnos a dormir y apagábamos la luz, que era un candil, con un mechón encendido. Llegábamos de las huertas bien mojados, con nuestros sombreritos de palma, pero nos recuperábamos del frío con un café bien caliente, pues siempre había una olla de café en el fogón o en el comal. Las lluvias desordenadas de hoy no son un producto normal de la naturaleza, es producto de la contaminación y el deterioro que el mismo hombre ha realizado.

Recuerdo que el profesor llegaba en una avioneta y sacaba un pañuelo por la ventana, todos corríamos e íbamos a verlo cuando se bajaba de la avioneta.

Yo admiraba mucho a los maestros Simón Bello y Alberto Morlet cuando jugaban basquetbol, eran muy disciplinados para ese deporte. Me acuerdo que un día le dije a mi papá: Yo quiero ser maestro cuando sea grande.

Una vez vi una carta que mi tía Belén había mandado a mi padre, ahí no sé por qué razón iba plasmado un sello que decía: Universidad de Guerrero. Yo recuerdo que entre mí dije: Yo voy a ir a estudiar allí.

Luego de que terminé mi primaria yo me vine a Chilpancingo, cuando andaba en unos 11 años de edad. En Chilpancingo ya estaba la colonia del PRI, aunque había pocas casas. Ahí vivía mi tía Belén Márquez, prima hermana de mi papá. Mi tía Belén era trabajadora de la Universidad, aunque está como tal aún no tenía ese nombre de Universidad Autónoma de Guerrero. Mi tía era comadre del doctor Pablo Sandoval Cruz.

Yo me sentía muy lejos de mi casa, pero estaba decidido a seguir estudiando.

Por esos tiempos, aquí en Chilpancingo, cuando ibas caminando por el centro te tomaban una foto con una cámara de esas épocas y te daban un papelito donde estaba anotada la dirección a donde uno podría pasar a recoger esa foto, si la quería.

Yo estudié en la Secundaria Federal A.I. Delgado. Mi tío Juan González Márquez también llegó a Chilpancingo para estudiar, él estudió en la secundaria Raymundo Abarca Alarcón. Después de terminar mis estudios de secundaria, ingresé a la preparatoria número uno, todavía no estaba la preparatoria nueve. Mi profesor Aarón M. Flores fue muy conocido en Chilpancingo. Eran dos años de preparatoria.



Fin de la entrevista.

Don José González Hernández trabaja en la biblioteca central de la Universidad Autónoma de Guerrero, en Chilpancingo, Guerrero. Es compañero de trabajo de otro paraiseño de nombre Fernando, hijo de doña Rufina Salas.

Gracias por sus atenciones y por su paciencia.