Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

lunes, 5 de octubre de 2020

El onomastico de mi padre.

El 4 de octubre de 1948, a las cinco de la mañana, nació mi padre, el señor Francisco Hernández Morales, en la colonia Guadalupana, de El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Cuando mis abuelos paternos
llegaron a nuestro pueblo, en marzo de 1948, procedentes de Tejamanil, municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero, ya mi abuelita estaba embarazada, y a los siete meses llegó a este mundo mi progenitor. Mi jefe es hijo de la señora Evarista Morales Martínez y del señor Gregorio Hernández Abarca. Ella era nativa de Pueblo Viejo, y él, de Tixtla, pero se conocieron en Tejamanil -los tres lugares son pertenecientes al estado de Guerrero -. En 1949, don Maximino Andrés, en su calidad de autoridad ejidal, dio un terreno a mis abuelos paternos junto al terreno de don Mateo Jiménez, para que ahí se pusieran a vivir. Hasta la fecha ahí vive mi papá y dos de sus hermanos, en compañía de sus respectivas familias. Luego, don Hilario Hernández hizo entrega de un "monte", cerca de La Quebradora, a mi abuelo Gregorio para que hiciera su huerta de café. El 30 de diciembre de 1973 se "robo" a mi jefa, la señora Eloina Ortiz Alarcón, quien es nativa del vecino pueblo de Puente del Rey, y se casaron muy humildemente, por la iglesia, en Atoyac, ante el sacerdote Isidoro, en 1974. Desde entonces, mi madre y mi padre han estado juntos en las buenas y en las malas. En 1974 se construyó el puente que pasa por El Paraíso, comunicando la carretera Atoyac-Paraíso -Puerto del Gallo. Mi papá era un trabajador mas en aquella construcción. El miró cuando llegaba el ingeniero encargado de la obra, y gritó a sus compañeros: "Aguas que ahí viene el mandamás". El ingeniero escuchó y despidió a mi papá de su trabajo. Ni modo, no se pudo hacer más. Otra complicada anécdota de mi jefe es cuando, un lunes dejulio de 1973, él caminaba por El Naranjo, muy cerca de la huerta de don Justino Castillo, en las inmediaciones de El Paraíso, dirigiéndose a trabajar a una milpa, adelante de Arroyo Grande de El Paraíso. Eran algunos minutos antes de las ocho de la mañana. - ¿A donde vas con tanta comida?, le preguntó un jefe militar que iba acompañado de unos treinta soldados. - Voy a trabajar a la milpa, contestó mi papá. - ¿Tú eres del Partido de Los Pobres?. -Yo soy pobre, soy campesino, dijo mi papá. -Te podemos detene porque llevas mucha comida, contestó el militar. - Yo estoy haciendo mi servicio militar en El Paraíso con el Teniente Lara Capuchino. Ayer, él me mandó a San Vicente de Benítez a dejar unas bestias, respondió mi padre. - Bueno, no te preocupes, el Teniente que acabas de nombrar está destacamentado en esta área, nosotros solo andamos de paso. Sigue tu camino. De adolescente, mi jefe trabajó en la madera, en las cercanías de El Gallo, cuando extrajo la madera la compañía González. El que dirigió los trabajos fue Alfredo Sartores, pero también estaba el señor "Miles", cómo en segundo mando. Mi jefe trabajo de 1965 a 1967 trabajo por intervalos de varios meses, pues llegado el mes de noviembre había que bajar a cosechar el café y a limpiar las parcelas. Después aprendió el oficio de albañil, y trabajó en la construcción de los hoteles Rivera del Sol, y El Presidente y El Camino Real, en Zihuatanejo, por 1980 a 1982, junto a otros paraiseños. Después hizo trabajos particulares a doña Ramona Leyva, en "Zihua". También fue con otros paraiseños a trabajar a Lázaro Cárdenas, Michoacán, con la compañía Sicartza. Había una compañía de Aguas Calientes que pavimentó varias calles. Había contratos para ir a trabajar por dos o tres años a Arabia o a Estados Unidos, pero nadie de El Paraíso quiso "entrarle". Después, mi jefe aprendió el oficio de barretero, y desde hace varios lustros vende hierbas medicinales en Atoyac, atrás del "Buen precio", en la banqueta de don Julio Castro. Mis dos hermanas y yo agradecemos a Dios por dar un año más de vida a nuestro padre, al tiempo que le pedimos al Creador que le conceda muchos años más de vida. Ayer, mi amigo Gilberto Marcelo Figueroa, y mi sobrino Jared, cantaron las mañanitas a mi papá.