Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Breves historias de niños "perdidos"

Breves historias de niños "perdidos". Esteban Hernández Ortiz. Un sábado, 21de noviembre, a eso de las tres de la tarde, el niño Emmanuel se puso en camino, en busca de su mascota, un perrito negro llamado "Voyka". La historia no tendría la misma relevancia si no fuera porque el pequeño hombrecito apenas rebasa los tres años de edad, y cursa su primer año de educación preescolar. Esto ocurrió en el pueblo de El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, México.
De pronto, la familia notó que Emmanuel no estaba. Lo buscaron en casa de los vecinos, principalmente donde él acostumbra jugar. Nadie daba razón del niño. La familia y los vecinos empiezan a preocuparse mucho. Por la radio comunitaria "La Flor de la Sierra" se anuncia al público respecto a este extravío. También se informa a la población mediante un perifoneo desde casa de Javier Ocampo. Familiares y amistades se presentan, tan pronto como pueden, en casa de los abuelitos del niño, y se organizan en grupos para buscarlo en los alrededores de la comunidad. Alguien avisó que lo habían visto caminar, sosteniendo una pequeña bolsa plástica en sus manos, con rumbo a la Colonia Oriental. Luego otra persona comunicó que miró al niño por la cancha de basquetbol de esa colonia. De inmediato se pensó en que el infante podría haberse dirigido a la huerta de sus abuelitos, y así fue en efecto. Emmanuel fue a buscar a su perrito para darle de comer. Más o menos a las seis de la tarde, una brigada de gente, encontró al niño, quien ya venía con su abuelito, caminando, de su huerta hacia el pueblo. Sólo en un par de ocasiones, la familia ha llevado al niño a su huerta, pero su caracter intuitivo le llevó a caminar en busca de su mascota. Este escribano andaba entre siete y ocho años de edad, cuando me eché a andar del Puente del Rey hacia El Paraíso. Recuerdo que yo y mi papá fuimos a visitar a mis abuelitos maternos al Puente del Rey, en la Cuaresma. Mí papá me preguntó que si yo quería quedarme en casa de mis abuelos, y que al día siguiente, mi abuelito viajaría a El Paraíso en su Jeep de "media vida". Yo le dije que sí, que me quedaba esa tarde y noche con mis abuelos. Recuerdo que a los pocos minutos de que mi papá emprendió su camino, yo empecé a inquietarme, y luego pensé en "agarrar camino", pero sin decirle a mis abuelos, pues pensé que no me dejarían caminar sólo. En un descuido de ellos, salí "echo la mocha", sin disfrutar de los deliciosos limones dulces que abundaban por el rumbo, y que tanto me gustaban desde entonces, pues el momento no era para eso. Aquella tarde mis apuros eran otros. Recuerdo que de la casa de doña Faustina García, mamá de Mario Hernández, fueron a decir a mi papá que mi abuelito le hablaba por teléfono, del Puente del Rey. La pregunta obligada era si yo ya estaba con ellos en casa. ?Cuántas anécdotas como la de Emmanuel y la de este narrador hay en los pueblos?. No lo sé, me imagino que son muchas. Bueno, pienso que Emmanuel se "voló la barda", pues no llega ni a cuatro años de edad. La imagen que acompaña a esta narrativa es el viejo almacén de agua, de una de las primeras tomas de agua que tuvo El Paraíso. Muy cerca de este tanque se encontró el grupo de personas con Emmanuel y su abuelito.