Un recorrido a El
Paraíso.
Esteban Hernández
Ortiz.
Texto publicado el día 22 de septiembre de 2013.
Ayer fui a El
Paraíso. Salgo de Chilpancingo casi a la una de la tarde, “Transportes Futura”
por ahora te lleva gratis a Acapulco. Desde mi partida de la capital
guerrerense no dejo de pensar en Roberto, mi hijo de quince años, quien se
salió de casa muy molesto un día antes. El reclama estar sufriendo por muchas carencias en nuestro hogar, y aún no volvía.
Ya en el puerto, el autobús te traslada solo a Coyuca de Benítez, pues el
puente sufrió varias averías.
Son
más o menos cuatro kilómetros los que hay que caminar para llegar a Pénjamo. Un
amigo me sugiere comprar algunas cosas de este lado del puente, ya cruzando los
productos alimenticios han subido indiscriminadamente sus precios, como si de
Pénjamo para allá fuese otra República. Se improvisaron unas escaleras para
subir y bajar en una de sus quebraduras.
La
gasolina escasea y por ende, todo sube de precio. Salgo de Atoyac con rumbo a
la sierra a las siete de la noche con veinticinco minutos, no sin antes volver
a preguntar por Roberto, me contestan que sigue sin regresar. Un señor de Rio
Santiago comenta que Zeferino Calderón, bajó de El Paraíso, junto a otros
lugareños e informaron al Ayuntamiento de la desgracia en La Pintada. La urvan
solo puede llegar hasta un derrumbe que está aproximadamente a media hora de San
Vicente de Benítez. A este punto llegamos siendo las ocho de la noche con
quince minutos. Me acompaño con un paisano de El Paraíso y dos de sus hijos. En
el trayecto salen pláticas de todas, pero la principal es la tragedia de La
Pintada. Adrián, mi acompañante, sobrino de mi tocayo Esteban Sánchez, me dice
que la noche del viernes (anteayer) caminó esa misma ruta en compañía de un
vecino de El Río Verde, quien le comentó que la gente de La Pintada se comunicó
por radio aquella noche fatal del domingo, quince de septiembre; acudieron al
llamado de auxilio, pero fue en vano ayudarlos, el alud fue enorme. De san
Vicente al Retén hay multitud de derrumbes, hay lodo, piedras, palos, y ramas.
Está obscuro, pero llevamos una lámpara y así caminamos mejor; huele a pinos
recién aserrados, pues la gente los cortó con moto sierra para abrir un poco de
paso. El hambre nos ataca, el olor a guayabas maduras nos hace buscarlas y
hallamos unas cuantas.
Al llegar a la
Preparatoria, uno puede oír “el bugido” de los ríos. La caminata nos lleva poco
más de tres horas, el caso es que cuando mis Padres me abrieron la puerta de su
casa en El Paraíso, mi celular marcaba las once de la noche con treinta y siete
minutos, para ser exactos. Por supuesto que no hay señal de telefonía móvil,
tampoco hay luz eléctrica, pero algunas plantas de luz que funcionan con
gasolina, vislumbran un poco el pueblo desde la entrada a Río Verde. Mis jefes
me dieron de cenar y varias tazas de café bien caliente. Yo les entrego una
pequeña despensa que pude comprarles. Empezamos a conversar, Ellos abarrotan la
plática, pues me cuentan a detalle lo que vivieron en su comunidad, que es la
mía también. En nombre de mis hermanas y el mío propio, les suplico que
abandonen el pueblo, aunque sea por unos días y que se bajen a Atoyac, ahí
tenemos una pequeña propiedad donde pueden estar más a salvo. Ellos me dicen
que si sigue la lluvia se saldrán mañana. Mi papá agrega que hace unos días, la
luna estuvo deforme, como si fuera un globo. Eso le da mala espina, menciona mi
progenitor.
El hombre es bueno y
es malo, puede ser generoso y perverso, hay de todo. La rapiña cobra efectos,
aún, en tremendos infortunios, apenas se enteran de que alguien abandonó su
hogar, así sea por algunos días, y se meten a robar. Otros ayudan con lo que
está a su alcance, me cuentan que algunos tenderos regalaron productos de
primera necesidad: Atún, azúcar, arroz, frijol, minsa, etc. Nos dispusimos a
dormir, pero los ríos que cruzan al pueblo mantienen un ruido que no da el
mínimo de confianza, te acuestas con un ojo abierto y el otro tratando de
cerrarlo.
Amaneció Dios y a
platicar con los vecinos, todo mundo se queja y se lamenta de la escasez. La
economía de El Paraíso, hace varios años que está por los suelo. Hablan de
daños en los cultivos agrícolas en las milpas y en las parcelas de café.
Más o menos, a las
nueve y media de la mañana partió de El Paraíso al Puerto de Acapulco, un
helicóptero del gobierno del Estado de México, he pedido al capitán me apoye
para viajar en la aeronave y fue concedida mi petición. Al levantar el vuelo,
puedes observar los estragos en la calle Cuauhtémoc hasta llegar a la
Secundaria. Aquí algunos habitantes han construido invadiendo el paso del río y
ahí están las consecuencias en gran parte. De la antigua Casa-Escuela de El
paraíso a Río Verde se observan derrumbes en las huertas de café; ya al cruzar
este último pueblo, está el río que baja de El Edén y La Pintada, su caudal
todavía es espantoso.
Diez de la mañana,
la aeronave vuela sobre el Cerro del Veladero, este histórico Cerro desde donde
se libraron fuertes batallas para independizar a nuestra patria. Llegamos al
centro internacional de convenciones al filo de las diez horas con diez
minutos, ayudo a bajar a dos jóvenes madres que traen bebés en brazos. Hay
paisanos del rumbo auxiliando, me encuentro a la maestra Araceli Valdez y a su
esposo, el ingeniero Francisco Román, intercambiamos información, Yo pregunto
por algunos paisas de La Pintada, algunos fallecieron, otros están en el
albergue del CICI Renacimiento. La pareja me pide informes de El Paraíso y les
confirmo que hasta el momento no hay personas fallecidas, solo daños
materiales. La tienda de ropa de Efraín Valdez sufrió pérdidas cuantiosas,
igual pasó con el restaurant de doña Manuela Vargas, la casa de materiales que
está en casa de Román Abarca y el negocio de celulares de un hijo del finado Adrián
Araujo. Me encuentro a varias señoras paraiseñas que se encuentran embarazadas,
les doy el número de mi hermana Iris, quien ayuda en lo que puede a la gente de
La Pintada en el Rena. Más tarde dialogo con Iris, le platico que nuestros
jefes están bien, igual su casa.
Olvidaba
compartirles que vecinos de El Paraíso comentan que la conductora de “Qué pase
el desgraciao”, Laura Bozzo lleva tres días en este pueblo haciendo sus
labores, imagino que también ha ido a La Pintada.
Hasta aquí, mis
relatorías. Gracias por su paciencia.