Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

martes, 3 de mayo de 2016

Día de los albañiles y día de la Cruz.

Texto que publiqué en mi facebook el día 4 de mayo de 2012. También le di lectura en el noticiero de televisión en canal 8, cable costa de Atoyac.
EL DÍA DE LOS ALBAÑILES
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ
Ayer fue el día del albañil, también se celebró el día de la cruz. En este oficio se escala, hay ascensos y no por las alturas de los edificios que se construyen, sino por los aprendizajes que se van captando. La mayoría empieza como ayudantes, luego responden por sí mismos y se hacen cargo de construcciones de pequeña o mediana dimensión. Empiezan haciendo pisos, revoques, pegando tabique o haciendo una pequeña pila para almacenar agua. Les llaman albañil de media cuchara. Después avanzan y se hacen cargo de trabajos mayores, como por ejemplo una loza, nivelan bien y dejan ligeramente la caída del agua, a veces hay errores, como en todo y el agua se encharca, pero nuestros albañiles dan la cara y corrigen. En ocasiones no falta el desobligado que se hace de la vista gorda y deja las cosas como quedaron si acaso salieron mal. Al paso del tiempo, cuando la experiencia ya es mayor, muchos albañiles entienden en mucho el plano arquitectónico en que se basa la obra, dialogan con bastante fluidez con el ingeniero y el entendimiento entre ambos no se dificulta.
Los días transcurren entre canciones que se armonizan cantando y chiflando. La mayoría son de amores y desamores, como Rosita de Olivo, el Chubasco, Cruz de olvido, albur de amor, pues el albañil es más romántico y menos dado a los corridos, aunque no los abandona por completo, de cada en cuando se entona Los dos amigos, La Carga Blanca, y muchas otras composiciones que en los grandes escenarios presentan Lorenzo de Monteclaro, Cornelio Reyna y Los cadetes de Linares, entre otros solistas y grupos.
El albañil y su ayudante también hacen dupla o pareja como los agentes de tránsito, a veces buena pareja, a veces mala. Cuando el día se acaba, el albañil pide a su ayudante que levante los fierros, esto es lavar la pala, la cuchara, la mezclera y los botes, o sea las latas en que se acarrea la mezcla; también se guarda la plomada, el serrote, la segueta, el cincel, la grifa, el marro y el martillo. Así pasan los días, donde los recuerdos de la mujer que nos trajo al mundo son frecuentes al tono de un silbido.
También abundan los piropos y el tono dicharachero, aunque hay que resaltar que el mero mero de los refranes que identifica al albañil es “Una de cal por dos de arena”. Hay dichos que complementan el folclor lingüístico de nuestros obreros: ay se va, más o menos, dos que tres; para afirmar algo, los albañiles acostumbran decir simón o cirol.
Hasta hace poco usaban provisionales gorros del papel de los bultos de cemento, hechos con su creatividad para protegerse de los rayos solares. Cuando se cuela la loza, los trabajadores pasarán un momento muy alegre al final de su jornada, pues el patrón prepara mole con arroz, agua fresca y cerveza.
Ahora ya abundan las revolvedoras, pero antes todo la revoltura se hacía a capela, a pura fuerza de brazo y con pala en mano desde las cinco de la mañana para que cuando el sol estuviera plomo, ya la chamba casi se terminaba. Entre diez y quince días después, el encargado de la obra hará el descimbre, quitará todas las maderas que sostuvieron el concreto mientras fraguaba para amacizar lo suficiente y ser el techo de cemento y varilla, mucho más fuerte que el techo de cartón, teja de barro o lámina.
El 3 de mayo los albañiles con serrote en mano cortan dos pedazos de madera de la que se usa en la obra y hacen una cruz, la adornan con papel, si pueden la llevan a bendecir a la iglesia y la colocan en la pared, en el techo o en algún lugar fácilmente visible. El propósito es ahuyentar la mala vibra que por ahí rondé y siendo más religioso, habría que decir que se busca alejar los malos espíritus para proteger del mal al patrón y a sus trabajadores.
Los sábados es el día de la raya. Los albañiles y sus ayudantes reciben el sueldo de la semana, la mayoría de ellos acostumbra tomar unas cervezas, dizque para olvidar las penas, al principio dicen que para relajarse y sacar el estrés acumulado durante las arduas jornadas de la semana, pero luego casi todos caen en el exceso y alguna que otra vez llegan muy tarde a casa o de plano mejor se aparecen hasta el día domingo, con muy pocas monedas en el bolsillo. Por fortuna muchos corrigen y abandonan la práctica en la medida que pueden con su fuerza de voluntad.
Claro que también hay albañiles y ayudantes que aunque se tomen unos tragos, hacen esfuerzos y de su pago semanal ahorran un porcentaje, lo guardan en casa o llevan de poco en poco a la casa de materiales y al transcurso de cierto tiempo ya cubrieron por adelantado el pago de una tonelada de cemento o algunas varillas; así construirán una habitación para sí mismos y darán forma a un pequeño patrimonio. La mano de obra no se pagará pues el albañil no se cobrará a si mismo y su esposa e hijos harán el papel de ayudantes. Se niegan a desperdiciar el producto de su trabajo.
El oficio de albañil es digno como todo trabajo honrado, aunque a veces caemos en el error de exclamar adjetivos que descalifican a los trabajadores de la construcción. Comúnmente le decimos a un niño o joven que si no estudia se quedará a trabajar de ayudante de albañil.
Pero el albañil no siempre ha trabajado con mezcla de cemento, también ha hecho miles de viviendas con adobe y lodo. Casas altas y con extensos corredores donde los niños jugaban trompos, canicas, lotería y rayuelas. Los corredores tenían campo suficiente para extender una hamaca y descansar disfrutando el aire del atardecer. No pueden faltar las ventanas del lado oriente y al poniente, pues desde hace muchos siglos nuestros antepasados aprendieron que había que aprovechar la iluminación del sol al amanecer que entra por el oriente y que al atardecer nos da claridad al poniente. Ese es uno de los aprendizajes que en el conocimiento empírico el hombre ha acumulado.
Vaya que una de las mejores obras literarias mexicanas es Los albañiles, del autor Vicente Leñero, nativo del Estado de Jalisco. Ahora se escenifica en una película que lleva el mismo nombre. El actor Ignacio López Tarso, hace el papel de velador, borracho como casi todos los trabajadores de la construcción, pero además es adicto a la mariguana, el estupefaciente cuyo nombre científico es Cannabis Sativa. El velador de esta película padece de ataques nerviosos; sus cuates de trabajo ya saben y cuando lo miran desplomarse, lo ayudan de inmediato. Es el mismo actor que representa a Porfirio Díaz en el documental “el encanto del águila”, o el mismo que en la telenovela “Mar de amor” protagoniza a “El Mojarras” en aquel pueblo de pescadores del Estado de Campeche. En “Mar de amor” participa junto a Ninel Conde y Manuel Landeta.

Otra actuación maravillosa en esta película es la de uno de los personajes del cine que a muchos nos toca el corazón con la forma en que se desenvuelve, se trata de Don Adalberto Martínez, bastante conocido con el sobrenombre de “El Resortes” y quien la mayoría de las veces representa a personas de extracción muy humilde.
A todos los albañiles y sus ayudantes, muchas felicidades en su día.
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