Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

jueves, 18 de febrero de 2016

Gracias a todas y a todos por visitar este blog. Saludos de su amigo Esteban Hernández Ortiz.

Muchas gracias a la persona o a las personas que están visitando este blog en Irlanda. Igualmente a las paisanas y a los paisanos que visitan en los Estados Unidos y en Alemania.

Un rato en las playas de Acapulco.


Un rato en las playas de Acapulco.

Esteban Hernández Ortiz.

No estaba en mis planes ir a la playa, pero ya que hubo oportunidad, ni modo de desperdiciarla. Esta tarde fui acompañado de mi hermana Iris, una compañera de mi hermana y amiga nuestra, también fue mi hija Laura y su bebé. El esposo de mi hija no nos acompañó, pues aún no terminaba su jornada laboral.

Este día sólo pensaba acudir a mi escuela de ciencias políticas para realizar unos trámites y luego continuar mi camino hacia Atoyac, pero el plan fue cambiado de última hora y vine a gozar varias horas a la playa.

Acapulco es un ícono mundial. El paso desnivel que se encontraba entre el Asta bandera y el parque papagayo fue lugar de muchos muertos cuando se sufrieron los embates del huracán Paulina en Octubre de 1997.

Después de buen tiempo de no disfrutar de un chapuzón en la playa, hoy lo hice. Bañé frente al asta bandera, el agua es caliente pero agradable a las 5 y media de la tarde. Una nave marítima comienza a zarpar y lentamente se despide de la bahía de Santa Lucía hasta perderse de nuestra vista para emprender su viaje por las aguas del océano pacífico, al menos por mientras llega al canal de Panamá si acaso se trata de un viaje interoceánico.

Los pelícanos son aves de enorme pico que vuelan plácidamente por las alturas como cazando algún pez que les pueda servir de alimento en la cadena alimenticia del planeta.

Mis acompañantes se sientan en las escalinatas del Asta bandera hacia la playa y disfrutan la tarde curioseando a mi nieto Yair, de 35 días de nacido; yo en tanto miro a una terna de jóvenes bien adiestrados para la natación, una dama en medio y dos varones a su lado, que van nadando unos cien metros hacia el fondo de la bahía. Ellos retornan varios minutos después.

Para las seis y media de la tarde, el astro rey ya empieza a descenderse y de aquí no es posible disfrutar la llamada “puesta del sol”, pero si nos encontráramos en las playas de Pie de la Cuesta, sí nos sería posible ver como el sol se hunde en un lejano fondo del mar.

Hay una magnífica canción que dice:

“El mar y el cielo se ven igual de azules,                      

Y en la distancia, parece que se unen...”

 

Acapulco sólo se llamaba Acapulco, pero se le agregó “De Juárez” porque don Benito Juárez García regresó al país, vía marítima, desde Panamá, llegando a este, luego de su exilio en Nueva Orleans y se incorporó a las filas de Juan Álvarez, quien combatía contra la dictadura de Santa Anna.

Santana lo había apresado  en San Juan de Ulúa, de ahí lo llevaron a Veracruz, de donde lo embarcaron hacia Cuba y de aquella isla, Juárez se exilió en Nueva Orleans. Regresó a México, a través de este maravilloso puerto de Acapulco y de inmediato se incorporó a las fuerzas de Juan Álvarez para derrocar a Santa Ana.

¿Y qué decir de la canción que escribió don Juan Gabriel, a la que tituló “Amor eterno”?