Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

jueves, 4 de febrero de 2016

Pasajes de la vida.

Pasajes de la vida
Esteban Hernández Ortiz.

Los tres años de secundaria fui a concursar en “académicas”; en primero, en Ciencias Naturales y los eventos fueron en Hacienda de Cabañas. En segundo, los eventos fueron en Atoyac, Secundaria Técnica 107, fui en Ciencias Sociales y en poesía coral, yo era solista y me tocaba presentar a la escuela ante el público y el jurado; para el tercer año, fui en Ciencias Sociales y en poesía coral, igual yo presentaba a la poesía de la escuela ante el jurado y el público, fue en Petatlán.

Hacíamos de varios relajos. En Atoyac, nos llevaron a dormir al “Rancho el coyote”; allí tiramos los zapatos de los profes, cuando ya era de noche. En Petatlán usamos las pinturas abusivamente; el profe Miguel Ángel, organizador de la Poesía Coral, había conseguido escasamente la pintura o crema que nos aplicamos en el rostro y nosotros lo hicimos adrede. Recuerdo que él se enojó mucho, pero al final participamos.

Años después, estando en El Paraíso, exactamente el tres de febrero de 1993, estaban las votaciones para gobernador del Estado, recuerdo que mi profe Miguel Ángel se acercó a mí y me dijo: “¿por qué dejaste de estudiar?, tú llevabas vientos para la política”. Ahora siempre que lo encuentro él me saluda con cariño y con respeto, yo también y quisiera disculparme con él por los corajes que le hice pasar, siendo su alumno. Ahora, mi profe es director de una secundaria técnica en Arenal del Centro, Municipio de Benito Juárez (San Jerónimo).

Cuando yo terminé mis estudios de secundaria, decía que quería estudiar en una ciudad, pero mis padres no tenían el recurso para ello, de modo que ingresé a una escuela de agronomía llamada “Centro de Estudios Técnicos”, dependiente del Colegio Superior Agropecuario del Estado de Guerrero. Cursé el primer año más o menos, con algunas reprobadas, pero donde perdí el pie totalmente fue en tercer semestre, reprobé todas las materias a excepción de Educación Física. El motivo principal: mi adicción al alcohol.

Un día estaba tirado en el pasto, a eso de las ocho de la mañana, cuando sentí pasos hacía mí, era el profe Melitón, me cuestionó mi “vicio”, dentro de lo que cabe. Otro día, mi profe Emilio Bueno Jaques me pregunto: ¿Y Usted por qué bebe tanto?, yo le dije que “no más por que sí”. Recuerdo que él ingeniero Emilio –mi profe- trató de orientarme, me contó anécdotas de su juventud y adolescencia, me dijo que él jugaba mucho el basquetbol y que su papá le decía que en vez de comprarle unos tenis “súper faro”, le compraría unos “súper fierro”, pues seguido se acababa sus tenis en la cancha. También me platicó que por un tiempo, él se dedicó a beber, pero nunca se alejó de la escuela. Yo seguí mi carrera alcohólica, y deserté de la escuela. Recuerdo que cuando fui a retirar mis documentos, me sentí deprimido, pero continúe mis borracheras.

Fue hasta el mes de Agosto de 1995, cuando entré a la escuela preparatoria abierta en Atoyac. Mi amigo Fortunato Hernández Carbajal me invitó a estudiar, yo vivía en El Paraíso y ya había nacido mi hija Laura. Terminé mi prepa y le dije a mi profe Fortunato que yo quería estudiar una carrera, pero que me faltaban recursos; él me sugirió entrar a la casa del estudiante “2 de Octubre de 1968” en Acapulco y así lo hice.

La primera vez que conocí Chilpancingo, viajamos desde El Paraíso, en una camioneta tipo Pick- Up, propiedad de don Juvencio, un señor que era mecánico y carpintero a la vez; muy amigo de don Efraín Lucena y trabajó en la apertura de la carretera hacia Toro Muerto. Viajamos en la parte de atrás yo y mi padre. Era el mes de febrero de 1993 entonces yo tenía 18 años.

Cuando yo conocí Acapulco tendría unos diez años de edad, allá por 1984. Me acuerdo que me trajo mi abuela materna y llegó el autobús a la Avenida Cuauhtémoc, donde hasta la vez permanece la terminal de autobuses. Ese mismo día por la noche, mi tío Guadalupe, el hermano de mi madre me llevó a ver la lucha libre a la arena coliseo del puerto de Acapulco y a otro día subimos al teleférico que cruzaba por el aire del parque papagayo. Recuerdos buenos de la infancia y de la adolescencia y otros no muy buenos. Dicen que todo lo malo tiene algo bueno. 

"La Sonora Dinamita", anoche en la alameda "Coronel José María Bernal", de Zumpango del Río, Guerrero.


La Sonora Dinamita, anoche en la alameda de Zumpango del Río, Guerrero.