Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 12 de febrero de 2017

La sierra de Guerrero. Cuarta parte.

La sierra de Guerrero.
Parte cuarta.
Esteban Hernández Ortiz.


Macho de colibrí picudo coroniazul, una de las 57 especies que con sus ligeras alas vuelan en los aires de México.


Este ejemplar pertenece a la especie “Coqueta de Atoyac” es una de las que habitan en Guerrero, pertenece a la última categoría de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se estima que sólo existen entre 250 y 999 individuos maduros, pero el número va en disminución.
Los colibríes son las únicas aves con capacidad para emprender vuelo hacia atrás. Pueden mover sus alas hasta 70 veces por segundo mientras extraen el néctar de las flores; pero el colibrí “cornudo amazónico” puede registrar hasta 90 aleteos por segundo.
La especie más pequeña es la “zunzuncito” o “elfo de las abejas”, es una especie endémica de Cuba, mide 5.5 centímetros entre su pico y la cola.
Ante la ausencia de murciélagos e insectos, los colibríes son los principales agentes polinizadores en zonas de mayor altura.
No sé decirle a ciencia cierta, cuales especies son las que existen en la sierra de Guerrero, pero es común mirar a las “chuparrosas” o “picaflores” en los campos.
(domingo, 12 de febrero de 2017)





Los árboles mueren de pie. Fotografía que tomé en julio de 2015, en el cerro "la Pandura", ejido de El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.



1.- Las riquezas naturales en una región pobre.

Es paradójico que en una región rica por su naturaleza existan elevados índices de pobreza.

Se necesita un alto estricto a la deforestación, pues el globo terráqueo resiente sus efectos. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)  publicó cifras con el título “La situación de los bosques del mundo 2011″. En ese cuadro se observa que, México fue uno de los cinco países en el mundo, junto con Brasil, Gabón, Papua Nueva Guinea e Indonesia, en los que los bosques han desaparecido en forma en los últimos 20 años. De acuerdo con las FAO, nuestro país tiene aún pulmones equivalentes a 64 millones 802 mil hectáreas de bosques, lo que equivale al 33 por ciento de la geografía total nacional. México se sitúa en el penoso segundo lugar en deforestación en la región de América Latina y el sexto a nivel mundial. Cada anualidad, nuestro país destruye 155 mil hectáreas de bosques y selvas, según cifras de la Comisión Nacional Forestal (Conafor)[1].

Muchos pobladores se ven necesitados de aprovechar la madera para construir sus viviendas o la utilizan para vender como un medio de supervivencia ante la falta de empleos; en cambio las compañías explotan en forma irracional los bosques con la colusión de algunas instancias de gobierno.

El árbol siempre ha inspirado a los hombres y a las mujeres desde la antigüedad hasta nuestros días, ya sean árboles frutales o maderables. La industria cinematográfica realiza sus rodajes bajo el manto de inmensas arboledas.

Bajo las inmensas arboledas corren las vírgenes aguas nacidas en los manantiales puros que la Sierra Ofrece. La mayoría de los ríos del Estado de Guerrero tienen sus afluentes principales con nacimiento en las  montañas de la Sierra.

Los árboles son explotados en forma irracional. No hay planes reales de mantener la vegetación, pues las empresas siguen talando a diestra y siniestra, mientras a algunos campesinos les niegan permisos para obtener maderas para construir sus viviendas.

En las ramas y en algunos huecos de los enormes árboles se encuentran unos seres muy productivos, trabajan arduamente y en forma muy disciplinada. Pertenecen al reino animal y son las abejas sin aguijón. Abeja real, abeja sayola y abeja bermeja son las especies más conocidas en la sierra de Guerrero. Muchos cirujanos la recomiendan para aplicar sobre la cirugía y tomarlo para que por dentro los tejidos cierren bien. La miel de palo o miel virgen, también se aplica para sanar úlceras estomacales y en casos de carnosidad o nubosidad en los ojos. Algunos creen que son nativas del sur de México, otros que de república dominicana.



Existen personas que dicen que hay tiempos en hasta la miel amarga, pero no siempre es así, la mayoría de las veces la miel nos endulza la vida.  Los jóvenes que se unían en matrimonio en los pueblos antiguos de Roma y Grecia, bebían miel para aumentar la posibilidad de fertilidad. Creían que consumir miel durante la siguiente lunación a la boda incrementaba la posibilidad de engendrar hijos varones, pues estos defenderían en futuros tiempos a los territorios. De semejante creencia nació el concepto de “luna de miel”[2].

Las hojas de los cuadernos que usan nuestros hijos, las hojas que usan las oficinas de gobierno, de universidades y de empresas, se obtienen de los árboles. El papel en que se imprime el periódico que diariamente circula en las pequeñas, medianas y grandes ciudades se obtiene de los residuos maderables de los árboles.

Nuestra sociedad maneja distintos refranes que aluden al árbol. He aquí alguno de ellos: “el que a buen árbol se arrima, buena sombra le acobija”, “de tal palo, tal astilla”, “árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza”, “del árbol caído, todos quieren hacer leña”.



Los suelos forestales son los que mantienen la vegetación de los bosques, son muy buenos porque tienen nutrimentos para las plantas, pero son frágiles y por ende no se recomiendan para la agricultura. En zonas forestales se pierden los nutrimentos del suelo al talar las arboledas, pues las gotas de lluvia caen directamente sobre el suelo con una mayor fuerza que si aquellas gotas hubiesen hecho contacto primeramente con las ramas de los árboles. Entonces el deslave de la tierra es mayor. Para mayor destrucción de nuestros suelos agreguemos la erosión eólica al disminuir las “barreras vivas” que representa cada árbol en la montaña.



El hombre es destructor de la naturaleza, aunque es evidente que los gobiernos influenciados por las políticas neoliberales, cuya meta es obtener mayores recursos monetarios a la mayor brevedad posible, dañan más a la ecología que un ciudadano de a pie. La tierra como planeta tiene una edad aproximada de 4, 500 millones de años y el suelo se forma gracias a cinco factores: el clima, el relieve, la vegetación, el material original o parental y el tiempo. Hace unos 50 mil años hubo volcanes que arrojaron cenizas y fragmentos de rocas que hoy cubren grandes superficies en los maravillosos paisajes.

La edafología[3] es la rama de la Ciencia que estudia las propiedades de los suelos relacionado con  la producción de vegetales. El concepto se deriva del griego "edaphos" suelo y "logos" tratado.

Los suelos agrícolas son los cultivados para obtener alimentos, de ahí que no pocos investigadores y académicos manifiesten su gratitud por que la tierra sea dadora de productos alimenticios y por ello den en llamarle “la madre Tierra”.



Si los grandes emisores de sustancias contaminantes no disminuyen sus índices de contaminación los daños al planeta disminuirán muy poco si nosotros encendemos menos focos o si se usa racionadamente el agua en el campo y la ciudad. También servirá de poco si reciclamos bolsas de plásticos o si se comparten vehículos para viajar en la ciudad;  si se usa la bicicleta y si usamos menos botellas de plástico.



No he leído otro texto que ilustre tan bien el amor al planeta como el que el Gran Jefe Seattle, de la tribu de los Swamish, escribió Franklin Pierce, Presidente de los Estados Unidos de América, cuando éste intentó comprarle sus tierras en el noroeste de los EE.UU. en 1854.



He aquí extractos de aquel texto: “…El Gran Jefe de Washington puede confiar en la palabra del Gran Jefe Seattle, con la misma certeza que confía en el retorno de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas del firmamento…



Cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi pueblo, cada aguja brillante de pino, cada grano de arena de las riberas de los ríos, cada gota de rocío entre las sombras de los bosques, cada claro en la arboleda y el zumbido de cada insecto son sagrados en la memoria y tradiciones de mi pueblo. La savia que recorre el cuerpo de los árboles lleva consigo los recuerdos del hombre piel roja…



Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deberán recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también los suyos, y por tanto deberéis tratar a los ríos con la misma dulzura con que se trata a un hermano… Cuando los hombres escupen en el suelo, se están escupiendo así mismos. Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre el que pertenece a la tierra… Quizás seamos hermanos a pesar de todo, ya se verá algún día…



Hasta aquí la cita de la misiva que el Gran Jefe Seattle remitió al Presidente  Franklin Pierce.

En la Sierra se talan bosques indiscriminadamente. La dupla de vocablos “Desarrollo sustentable” poco tiene de realidad en el caso del aprovechamiento de nuestros bosques. Las dependencias federales otorgan permisos a compañías explotadoras de maderas, pero éstas talan árboles de menor edad a la autorizada.  Desarrollo Sustentable significa elevar o mejorar la producción sin poner en riesgo el sustento de las generaciones que nos van a preceder. Nuestros nietos, bisnietos y tataranietos nos van a agradecer que cuidemos las aguas, las tierras, las maderas y otros recursos naturales.



La tierra debe quererse. Se comete el error de decirles a los niños que estudien para que cuando crezcan se alejen del campo. Es correcto que estudien, pero que vuelvan la mirada al campo. En la Sierra se preserva la vida de la fauna. Los insectos componen dos terceras parte de la fauna mundial, de las cuales existen unas 200 mil especies de mariposas de distintos colores que vuelan libres y posan en las ramas de arbustos y arboledas. Las mariposas son del orden de Lepidopteras.



Otros insectos muy trabajadores son las abejas, que sin vegetación no viven y no producen, pues del néctar de las flores nos regalan la deliciosa miel.



Los suelos tienen erosión hídrica si el efecto es por el agua, y enfrentan erosión eólica por los efectos del viento. Diversos estudios demuestran que el suelo  se erosiona a razón de un centímetro por año.



Partiendo del Cerro Tlacatepec hacia la sierra de Atoyac el cultivo agrícola que predomina es el café, y aunque la producción del grano aromático ha decaído enormemente en la zona, las arboledas aún se conservan en su mayoría, pues los cafetales se cultivan bajo sombra. Muchas parcelas de café se han convertido en potreros para criar ganado vacuno, aun cuando los suelos no sean los más propicios para esta actividad económica.

Cerca del Tlacatepec se encuentra el “cerro de las tres tetas”, que en tiempos de la Colonia servía como punto de guía para los capitanes de la Nao de China y otras embarcaciones que tenían como destino final al puerto de Acapulco.

Existen los llamados ojos de agua. El agua de un ojo de agua puede ser de una temperatura diferente al de otro, si el agua está a una temperatura mayor a 30 grados centígrados (º C) se les denomina termales.

Para 1997 en el estado de Guerrero se consideraban seis regiones geoculturales, pues a Acapulco se le incluía en la región Costa Chica. Así lo precisa la Monografía de referencia en su página 28.



A la Sierra de Guerrero se le ha considerado como una región geoeconómica, sin embargo es propicio puntualizar que las regiones se caracterizan por sus aspectos culturales, geográficos y económicos.

La población de la Sierra de Guerrero se cuantifica por su población absoluta y por su población relativa, también conocida como densidad de población. La población absoluta se refiere al número total de habitantes de la región, desde los recién nacidos hasta los más longevos[4]. En cambio, la población relativa o densidad de población es el número de habitantes que habitan en un kilómetro cuadrado[5].

En las risquerías de los cerros se encuentran árboles como el chipilillo y el moreno que se usan para construir casas de “horcones”[6]. Llegan a durar hasta cuarenta años enterrados directos a la tierra, máxime si no se mojan. En la construcción de casas también se usa madera de pino a manera de polines, soleras, fajillas, tablas y tablones.



El tejamanil es un árbol del cual se extrae una especie de menudas tabletas de unos quince centímetros de ancho por unos cincuenta o sesenta centímetros de largo. Las tejas que se colocan en el techo de las casas tienen un grosor aproximado de un centímetro.

En la Sierra existe un pueblo llamado Tejamanil, actualmente pertenece al municipio de Heliodoro Castillo, Tiene 366 habitantes y se ubica a 1500 msnm. En México existen otros pueblos que llevan el mismo nombre, como “El Tejamanil”, un pueblo ubicado en el Municipio de Romita, Estado de Guanajuato, con 722 habitantes y a 1730 metros de altitud sobre el nivel del mar[7]. El Tejamanil se usa como material para techar las casas, muchos acostumbran colocar láminas de cartón sobre el tejamanil para proteger más los techos.




[1]Consultado el lunes, 23 de febrero de 2015 en: http://www.sinembargo.mx/25-03-2012/184085

 

[2] El día 25 de septiembre de 2014 subí a mi cuenta de Facebook un texto al que titulé: “la Miel en penca”.De ahí retomo este párrafo.


[3]  Consultado el día jueves, 12 de febrero de 2015 en http://www.agro.uba.ar/catedras/edafo
Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

[4] Desde luego que incluye a personas con alguna incapacidad mental, sea permanente o sea que la persona tenga algunos intervalos temporales de lucidez.

[5] Se divide el número de habitantes de la región entre la cantidad de kilómetros cuadrados que corresponden a la región y así se obtiene la “densidad de población” o “población relativa”.

[6]El horcón es un palo generalmente de unos dos y medio metros de largo, de los cuales unos sesenta centímetros quedan enterrados. Se colocan en las esquinas y en las partes medias de la casa.