Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 18 de diciembre de 2016

UN HASTA PRONTO A MI ABUELO GUADALUPE ORTIZ LUVIANO.

UN HASTA PRONTO A MI ABUELO GUADALUPE ORTIZ LUVIANO
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.

El 13 de diciembre de 1932 nació mi abuelo materno Guadalupe Ortiz Luviano en la comunidad de Los Capires, municipio de Cutzamala de Pinzón, en la Tierra Caliente de Guerrero. Sus padres fueron María de Jesús Luviano Gómez y el señor Primitivo Ortiz Martínez. Mi abuelo llegó a El Puente del Rey el día dos de enero de 1950, según me relató él mismo un día en su domicilio.

En 1947 llegó a El Puente del Rey el señor Julián Valdez, originario del mismo poblado en que nació mi abuelo. De ahí que a don Julián Valdez se le empezó a conocer como “El Capire”. También llegó un tocayo de mi abuelo, de nombre José Guadalupe García, procedente de aquella región calentana.  
Mi abuelo salió de su pueblo natal el 24 de diciembre de 1949 y pasó la noche buena en Poliutla, de la municipalidad de Arcelia, Guerrero. Continuó su caminar y la velada del año nuevo la pasó en Campo Morado, Municipio de Heliodoro Castillo (Tlacotepec), Guerrero.

Mi abuelo (a quien nunca le dije “abuelito”) regresó en marzo de 1950 a su comunidad de origen y ese mismo año se trasladaron a vivir a El Puente del Rey mis bisabuelos Primitivo Ortiz Martínez y su esposa María de Jesús Luviano Gómez, además de mi tío abuelo Braulio Ortiz Luviano y su esposa Sofía Gómez. Mi tío abuelo Braulio es el hijo primogénito de mis bisabuelos.

Ya en Puente del Rey nacieron los hermanos Ángela, Jacinto y Yolanda de apellidos Ortiz Luviano. Otro hermano de mi abuelo se llamó Gonzalo, quien falleció hace varios años y fue sepultado en Acapulco.

Uno más de mis tíos abuelos se llama Virginio, él cosechaba bastante café en “El Encanto”, un punto cercano a la comunidad de Los Piloncillos, en la sierra de Atoyac. Mi tío apoyó en la creación de la cooperativa de La Pintada. Las otras hermanas de mi abuelo son Hilda y María Eleazar.

Una de mis tías abuelas se llama Macrina y desde hace varias décadas vive en Centroamérica. Un sobrino de mi abuelo realizó sus estudios de Licenciatura en Educación Física en Cuba, se llama Felipe Veledíaz Ortiz.

Mi abuelo me narró que a finales de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta llegaron varios trabajadores de la Tierra Caliente para trabajar en la cosecha de café y en la “chapona” de las huertas, pues aún no venían a trabajar los jornaleros de la región de La Montaña.

También venía gente de la Tierra Caliente a vender panocha y mezcal en castañas; otros traían bestias mulares y caballos para vender. Con el paso de algunos años empezó a venir gente de Otatlán, un pueblo ubicado en plena Sierra. Otros viajeros venían de Tlacotepec hacia Atoyac y otros puntos de la Costa Grande para llevar sal y bocadillos de coco hacia sus lugares de origen y así fue que por aquellos años viajaba gente de la Tierra Caliente y de la Sierra hacia la Costa Grande realizando comercio. Otros calentanos traían a vender ganado equino como son caballos y bestias mulares, además, algunos se alquilaban para acarrear costales de café a lomo de sus bestias, de Puente del Rey hacia la cabecera municipal de Atoyac.

Otros calentanos que se avecindaron en El Puente del Rey fueron los señores Antonio Bravo y los hermanos Manuel, Leonides y Celerino Alanís.

Mi abuelo falleció, al parecer de un infarto, cuando se encontraba en los festejos de la Virgen de Guadalupe en El Puente del Rey el mero doce de diciembre de este 2016. Mi tío Catalino y sus tres hijos varones hicieron el esfuerzo por rescatarle la vida, pero fue imposible. Lo trasladaron en un vehículo que condujo un amigo de El Paraíso, de nombre Brígido. Lo llevaron al consultorio del Doctor Leonel Lorenzo del Valle, un buen amigo originario de San Marcos, Guerrero, pero nuestro amigo Doctor dijo que mi abuelo ya no presentaba signos de vida y que él nada podía ofrecer en sus servicios profesionales.

Varias personas de El Paraíso se acercaron y dieron apoyo moral a mi madre y a mi tío Catalino, lo mismo que a mis primos hermanos.

En la entrada del hogar de mis abuelos maternos existe una pequeña marca sobre el piso y dice: “1965”. En su casa, al igual que en la gran mayoría de viviendas construidas en esa época, se colocó una especie de viga de unos dos metros y medio de longitud, que queda sobre la puerta; en esa viga existe la abreviatura “C.N.E.P.”, que significa Comisión Nacional de Electricidad Pública, y en seguida está anotado el número de medidor.

Mi abuelo fue sepultado al día siguiente de su fallecimiento en la comunidad a la que él llegó para quedarse, El Puente del Rey, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. “Los Primaveros de la Sierra”, quienes viven en El Paraíso, cantaron varias canciones, entre ellas algunas alusivas a la Tierra Caliente.

Recibí la encomienda de dirigir un mensaje de gratitud a los presentes y cumplí con la tarea. Mis hijos gemelos me acompañan y entre los tres nos transmitimos fuerza.

Mi abuelo iba todos los domingos a El Paraíso, montado en su caballo, el mismo cuaco que una noche antes de que él falleciera, relinchaba con cierta extrañeza, según platican los vecinos. En los pueblo de esta zona fue muy conocido mi abuelo. En su velación y sepelio estuvieron presentes personas de Los Piloncillos, Puente de los Lugardo, San Vicente de Benítez y El Paraíso; desde luego que también asistieron los familiares radicados en Acapulco y otros lugares.

Me quedo con muchos recuerdos de mi abuelo, sobre todo, el gran cariño que siempre tuvo hacia mi padre, pues hasta en alguna ocasión llegó a expresar que a mi papá lo quería como si fuera su hijo.

Aunque no querramos, la vida se acaba, pero quienes se quedan tienen que seguir viviendo con responsabilidad y compromiso.