Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

jueves, 8 de octubre de 2015

Los tiempos en que yo nací.



Los tiempos en que yo nací.
Esteban Hernández Ortiz.

Nací el 28 de noviembre de 1974 en El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Me cuentan mis padres que la partera que asistió a mi madre era conocida como “Lina” y era esposa de don Aniceto Pérez. En esas fechas don Aniceto y su esposa vivían en la esquina, ubicada frente a la casa de don Carlos Moreno.  Toda la sierra de Atoyac vivía en tinieblas. Algunos cuentan que en el punto conocido como “el atrancón”, a las afueras de la Ciudad de Atoyac, con rumbo a El Paraíso, los militares tiraban los casilleros de huevos al grado que parecían pequeños charcos donde azotaban aquellos productos alimenticios que la gente quería llevar a la sierra. 

Mis padres me han relatado que en El Paraíso no había empleos, pese a que las parcelas de café producían al por mayor. El Comisario del poblado pidió a los Habitante de la recién formada colonia “La Quebradora” que se trasladaran a El Paraíso, mientras la situación cambiara y la gente ya pudiera sentirse m{as segura, pues había lugares donde el ejército llegaba y se levantaba a señores que hasta este día no se han visto. Así sucedió en El Edén con un hermano de don Adrian de Jesús Alquisira. Ese joven desparecido hasta hoy día tenía el rostro con ciertas manchas. También fue desaparecido uno de sus primos, de nombre Ruperto. Cuenta don Adrian de Jesús Alquisira que aquel día en que los soldados se llevaron a su hermano se encontraban juntos comiendo guayabas y sentados en una roca.

Mis padres optaron por trasladarse a vivir a Atoyac, pues cuenta mi progenitor que el se sentía apoyado por su hermana Josefa y una tía madre, llamada Berna; además de que su prima hermana María de la Luz, viajaba del pueblo donde vivía –El Cucuyachi- hacia Atoyac, pues tenía una pequeña tienda de abarrotes con su esposo Onofre Barrientos. Mi tía “Luz” y su esposo Onofre procrearon varios hijos, entre ellos Josefa y Ramiro. Ella murió hace pocos años en la colonia 18 de mayo, de Atoyac.

Dice mi padre que él y otros parientes ayudaban a mi tía “Luz” para viajar de la Ciudad de Atoyac hacia El Rincón de las Parotas, un pueblo ubicado a no más de 20 minutos de distancia de la cabecera municipal, para poder pasar algunos artículos comestibles como arroz, azúcar, aceite de guisar, jabones, etc. Pues a una sola persona no le estaba permitido subir a la sierra con varios artículos alimenticios, pues se aducía que eran para que se alimentaran las tropas del profesor Lucio Cabañas Barrientos.

Mis padres se ubicaron a vivir por donde ahora se ubica la colonia El Tanque, en Atoyac. Trabajando en el campo mi padre hizo amistad con un amigo que tenía huerta de café en El Bálsamo. Ese amigo recomendó a mi padre con una señora de nombre Regina, quien le vivía por la colonia “el tanque”.  Doña Regina no sólo dio trabajo a mi padre, sino que también le prestó una pequeña vivienda de “bajareque” para que ahí estuvieran por un tiempo, por lo menos hasta varios días después de que el que ahora escribe estas líneas soltara el llanto al nacer. Dice mi madre que parte de los malestares de su embarazo consistían en ardor e hinchazón de los pies, por lo que mi padre cortaba unos pedazos de sábila y los amarraba con pedazos de trapo en los pies a mi madre con el propósito de que rebajara el dolor de sus pies.

Me cuentan mis padres que era más o menos el 20 de septiembre de 1974 cuando ellos decidieron salir al punto “el atrancón” para ver si pasaba algún conocido con vehículo y pudiera llevarlos a El Paraíso, cosa que si fue posible aunque ya eran casi las seis de la tarde cuando pasó don Sulpicio Araujo Carrillo a bordo de una pequeña camioneta de su propiedad y nuestro paisano aceptó que viajaran con él con rumbo a El Paraíso.

Pasaron poco más de dos meses cuando yo nací en casa de mis padres, en Calle Luís Echeverría. Ese terreno y otros lotes anexos, ahora propiedad de mis tíos, los había donado a mi abuelo paterno, Gregorio Hernández Abarca, el presidente del comisariado ejidal, el señor Maximino Andrés. Mi abuelo paterno nació en Tixtla, Guerrero. Para tal donación intervino el señor Gregorio Morales, quien vivió por muchos años en la colonia Guadalupana, pues mi abuelo paterno era tío del señor Gregorio Morales y él se había avecindado en El Paraíso varios años antes que mi abuelo paterno. Además, mi tío abuelo Gregorio Morales era compadre “de grado” con el señor Mateo Jiménez Altamirano, ya que mi tío Gregorio era padrino de Bautismo de la señora Santos Jiménez, hija de don Mateo.

Mi abuelo paterno murió cuando caminaba de su huerta de café, ubicada por la colonia la quebradora, trasladándose hacia su casa en El Paraíso. Una ventolera hizo que cayera la rama de un árbol sobre la cabeza de mi abuelo y en ese momento acabó la vida del padre de mi padre. Que Dios lo tenga en la gloria.
El 7 de diciembre de 1973 murió mi abuela paterna Evarista Morales Martínez y mi abuelo falleció el 25 de octubre de 1974, un mes y tres días antes de que yo naciera.

Por la línea consanguínea de mi madre, aún viven mis dos abuelos en El Puente del Rey, población vecina de El Paraíso.
Gracias por su paciencia.