Sierra
Guerrera.
Esteban Hernández Ortiz.
Oh, que maravillosa es la Sierra de Guerrero,
También llamada filo mayor,
Llena de bellos paisajes desde febrero hasta enero,
Que siempre nos cautivan con su esplendor.
Luego de leer en Chilpancingo los Sentimientos de la
Nación,
Muchos rebeldes se trasladaron a Tlacotepec,
Donde también se acuarteló el cura Morelos y Pavón.
La lucha seguía su curso y el triunfo se estaba por ver.
Sierreñas y sierreños fueron fieles a esa sublevación.
Peñascos, cerros y barrancas fueron sitios de combates.
Más de un siglo después hallaron un cañón por Campo
Morado,
era la artillería que los rebeldes tenían para salir
adelante.
Luego, en un día festivo, aquel cañón fue calado.
En Jaleaca dio buen ejemplo doña Antonia Nava de Catalán.
Mostró su bravura, pues era mujer valiente y tenaz,
Cuando su esposo y la tropa estaban sitiados sin poder
escapar.
Algún día llegaría el mayor triunfo, y sería un buen
final.
El Caudillo del Sur, General Emiliano Zapata,
Encontró en estos pueblos a gente brava y sensata.
Desde Zumpango hasta la presa del infiernillo
Hubo hombres inteligentes y bragados,
Como Pablo Cabañas y Heliodoro Castillo,
También el ex gobernador Jesús Salgado,
Que a lomo de sus caballos y sus potrillos,
Dieron fuertes batallas para un México liberado.
Veterano de la Revolución fue Espiridión Nava Castro,
hombre nacido en Chautipas, municipio de Chilpancingo.
Nunca se doblegó ni faltó a ningún trato.
Participó libremente, pues él así lo quiso,
Sus restos descansan en el panteón de El Paraíso.
