Esteban Hernández Ortiz
Caminando por el arroyo hacia arriba,
un día llegó “El sol” a huerta del señor Mario Hernández García. Seguramente
“el sol” le dio hacia “la poza escondida” y desde una poza donde murió ahogado
el señor…. En el año de …, “el sol” miró trabajando al señor Mario.
Cuenta el
señor Mario Hernández que estando en sus actividades del campo, de repente miró
a un hombre de estatura media, de complexión robusta, güero, y cuyas venas
resaltaban en sus brazos; también con coleta amarrada con una liga y cargando
un enorme equipaje en sus espaldas. La mirada de “El sol” era de amigos y que
en primer lugar, el visitante unió sus dos manos y las colocó al pecho, para
luego inclinarse, a manera de saludo, ante el señor Mario Hernández García. En
seguida, Mario Hernández preguntó al “sol” ¿Cómo te llamas? Y “el sol” sacó de
entre su equipaje un cuaderno y un lapicero, luego anotó: “El sol”.
Seguidamente el señor Mario escribió su nombre en el cuaderno de “El sol”. Así
se presentaron uno al otro e iniciaron una conversación por escrito. Minutos
después “El sol” pidió permiso al señor Mario para acampar en su huerta de
café, ubicada al sur de El Paraíso, adelante del antiguo INMECAFÉ.
Días después, “El sol” preguntó al
señor Mario que quien era el dueño de una parcela que se encuentra junto a la
poza en que falleció el señor…, antes de “la poza escondida”.
Era una pequeña huerta propiedad del
señor Nicolás Pinzón y “El sol” le pidió al señor Mario que lo acompañara para
ver si don Nicolás Pinzón aceptaba venderle esa huerta. El señor Nicolás aceptó
y “El sol” circuló con alambre su pequeña propiedad y se puso a vivir ahí,
construyendo una pequeña casa de adobe: “El sol” pagó a don Constantino
Rodríguez para que le construyera su casa de adobe. “El sol” tenía herramientas
como palas, picos, y machetes.
En los primeros días de haber
construido su morada, “El sol” empezó a reducir el cauce del agua arriba de la
poza en que murió el señor…, hasta lograr que el agua se encauzara en un
espacio bien reducido. “El sol” comentó –por escrito- al señor Mario Hernández
que su idea era poner un generador de energía eléctrica, utilizando unas aspas,
que darían vueltas y que estarían unidas a unas poleas. De tal forma pensaba
“El sol” generar energía eléctrica. Construyó un pequeño muro, tratando de
construir un búngalo. “El sol” planeó construir el muro en forma redonda, utilizando
postes de madera.
Es de pensarse que “El sol” pensaba
en turismo ecológico, pues comentaba al señor Mario Hernández que él había
visitado diferentes países de Sudamérica como Perú y Colombia. Diseño una
especie de plano con medidas precisas e hizo la figura representativa de su
obra ecológica y turística a la vez.
Cuenta el señor Mario que a él le
encargó aserrar la madera para construir aquella cabaña. El señor Mario dijo a
“El sol” que los árboles de pino estaban más lejos del lugar y que resultaría
más costoso acarrear la madera, por lo que le recomendó utilizar madera de
“palo María”.
“El sol” platicó al señor Mario que
él tenía unos hermanos “de dinero”. Siempre esperaba a que el mero sol
apareciera por el oriente para hacerle honores a su manera. Estiraba las manos
a la altura de los hombros, quedando en forma de cruz y con los ojos abiertos,
levantaba su cabeza, “para recibir la energía del astro”. El mismo ritual
repetía “El sol” al llegar el atardecer, cuando su tocayo, el astro, se despedía
al poniente. Todos los días rendía estos cultos mañana y tarde. Además
procuraba caminar descalzo la mayor parte del tiempo porque decía que así él
captaba la energía de la Tierra.
Cuando se retiraba de El Paraíso
encargada su casa al señor Mario Hernández, pero en una ocasión algunas
personas se metieron a su casa y le robaron las herramientas. Después “El sol”
optó por dormir en casa del señor Mario Hernández, más o menos en el centro del
pueblo y durante el día se iba a su casa, cerca de “la poza honda”. Después
decidió volver a dormir en su casa, junto al río que baja de La Siberia (cerca
de “la poza honda”, pero una noche, cuando caminaba del centro del pueblo hacia
su casa, algunos individuos le salieron en el camino, ya en una zona donde no había
viviendas y trataron de golpearlo, pero en el forcejeo, él logró zafarse y los
malhechores se quedaron con su mochila de color rojo. Regresó a casa del señor
Mario Hernández y le comento -siempre escribiendo y no hablando- que le habían
robado y que trataron de golpearlo, entonces el señor Mario le dijo que lo
acompañaría a tratar de buscar a los asaltantes, pero “El sol” le dijo que no
era conveniente y que mejor dejaran las cosas así.
Al siguiente día, “El sol” colocó
algunas cartulinas diciendo que “daría una gratificación a quien le entregara
su mochila de color rojo que había extraviado” –Atentamente: El sol- firmaba
aquel hombre que parecía ser estadounidense y que nuca hablaba, pero si podía
escribir en español, aunque algunas veces usaba vocablos extranjeros como:
“developa”.
A “El sol” no le gustaba que la gente
se bañara usando jabones porque decía que se contaminaba el agua; tampoco le
gustaba que los niños mataron a los pájaros. Cuenta el señor Mario Hernández
que un día un niño estaba tirando piedras a unos pájaros y que “el sol” de
inmediato se acercó al niño y le destruyó su resortera.
“El sol” era vegetariano, casi no
tenía dentadura y dijo al señor Mario Hernández que él mismo se había quitado
la mayor parte de su dentadura para no comer carne. No tenía refrigerador, pues
carecía de energía eléctrica en su vivienda, pero guardaba sus verduras en una
cubeta bien tapaba en un pozo que hizo muy cerca al caudal del agua del río. No
tomaba café, pero sí le gustaba comer tortillas de maíz, cuando comía en casa
del señor Mario; quitaba la parte tostada de la tortilla, la abría y olía con
mucho entusiasmo las tortillas, luego ponía rebanadas de jitomates en la
tortilla y otras verduras, y comía felizmente. También acostumbraba comer unas
galletas de las que él se abastecía cuando viajaba de El Paraíso a algún lugar
que no acostumbraba revelar a nadie, sólo decía al señor Mario Hernández que
volvería en algunos días.
No faltaban quienes tenían mala fe
para “El sol” y una señora lo acusó de haber dado unas galletas “mezcladas con
mariguana” a sus niños. Pero contrariamente hubo quien se dio a la tarea de
inscribir a “El sol” en el programa de PROCAMPO y lo registró con el nombre de
“El sol Paraíso”; obviamente que la mayor parte del recurso de PROCAMPO que
llega a nombre de “El sol Paraíso” era disfrutado por quien se había dado a la
tarea de inscribirlo en el programa.
Como ya se ha dicho, una de sus
preferencias era recolectar piedras talladas, además de que se inspiraba en
buscar lugares donde probablemente pudieran existir metales. Se sabe que
también se proveyó de material explosivo como fulminantes, mechas y pólvora.
Estableció su vivienda de adobe con
cimientos de piedra y cemento en unas longitudes internas de la casa de 1.9
metros de ancho por 2.8 metros de largo. Más o menos en medio de esos2.8 metros
había una puerta de 90 centímetros de largo. Hoy día
sólo pueden observarse los cimientos de aquella vivienda a las afueras del
pueblo, junto a la poza honda, donde murió un señor ahogado en el año de…
El Sol viajaba a Atoyac y entraba al
Banco de Comercio (BANCOMER), pero había ocasiones en que no podía retirar
dinero porque aún no le depositaban sus amigos y/o familiares.
Platicaba a Mario Hernández que él
visitó lugares de Perú y Colombia, entre
otras naciones del sur y del centro de América. Decía que en Perú existe un
lugar con una enorme piedra que tiene forma de una oreja humana. Decía que
junto a esa roca hay una cueva por la que ingresan los visitantes y ya dentro
se escucha música que relaja y de concentra. Agregaba que por esos lugares
había gente muy robusta que participaba en concursos quebrando objetos con sus
puños.
Dice Mario Hernández que un día, el
sol se acercó a él cuando despulpaba café utilizando una despulpadora a la que
daba vueltas con la mano, entonces el sol le dijo a Mario Hernández que sería
bueno que adaptara unos pedales de bicicleta arriba de la despulpadora y que
dando vueltas con los pies, como si estuviese arriba de una bicicleta, el
cansancio sería menor.
El sol iba a la iglesia, pero no a
misa, sino a platicar con el padre Bonifacio, a base de notas en su inseparable
cuaderno.
Le gustaban los restos
prehispánicos, buscaba piedras talladas o algunos objetos antiguos. Solo en una
ocasión se le miró ebrio, fue un día en que se celebraban unos quince años en
el pueblo. En aquella fiesta Mario Hernández hacía dupla musical con Javier
Ocampo Gómez y cuando empezaron a amenizar algunas canciones de Aniceto Molina
“El sol” pidió cerveza y estuvo tomando por buen rato hasta acabar borracho,
pero sin perder la razón. “El sol” platicaba a Mario Hernández –recuérdese que
siempre por escrito- que él había visitado países de Sudamérica como Colombia y
Perú y que tenía dos hermanos “de dinero”.
Entre los pocos señores con quienes
“El sol” se comunicaba se encuentra don Francisco Hernández Morales, a quien un
día “El sol” le confesó que él si podía hablar un poco el español, pero que no
quería hablar por qué entonces la gente le haría muchas preguntas. “El sol”
sonreía a la gente cuando lo saludaban y muchas veces unía sus manos,
colocándolas junto al pecho, luego se inclinaba ligeramente y sonreía
respetuosamente. Sus ojos eran de color verde y siempre usaba barba.
Un día “El
sol” se dirigía hacia su vivienda, ubicada por “la poza escondida”, con una
carretilla cargada de barrotes, frente al mercado, en calle Himno Nacional
cuando dos señores del pueblo que caminaban en estado de ebriedad lo atajaron,
lo ofendieron y le reprocharon que él como “estadounidense” si podía vivir
libremente aquí, pero que si un mexicano quería ingresar a los Estados Unidos,
tenía que enfrentar muchas dificultades. Le aventaron su carretilla y los
barrotes cayeron al suelo; alguien nativo del lugar habló con los señores y los
convenció de que dejaran en paz a “El sol”. La hora exacta no la tenemos para compartirla, pero si podemos asegurar que fue antes del mediodía, entre las diez y
doce horas.
En el año 2000 “El sol” regresó un día a El Paraíso, fue a casa de
Mario Hernández, pero no lo encontró, pues el señor Mario andaba trabajando y
en casa sólo estaba la esposa del señor Mario, doña Irma Lucena. Ese mismo rato
“El sol” se retiró y ya nunca ha regresado hasta la fecha. En aquella última
ocasión en que estuvo en El Paraíso vestía de color blanco y ya no traía su
coleta amarrada con ligas, sino que traía el pelo largo y suelto.
Un
día del año 1996, al sol lo interrogaron elementos de la policía motorizada estatal y
por esos momentos, pasó por el lugar el señor Mario Hernández, quien dijo a los
elementos policiales que “El sol” tenía buena conducta en el pueblo, y que se
había establecido a vivir aquí porque le gustaba el lugar. El comandante
policial dijo a Mario Hernández que sólo querían conocer la legalidad de su
estancia en nuestro País y algunos días después vinieron agentes de migración y
se llevaron a “El sol”. Llegaron al domicilio del señor Mario Hernández,
dijeron que su pasaporte estaba vencido, tomaron fotografías a “El sol” y a sus
pertenencias; luego lo subieron al vehículo oficial y dieron salida.
En el año
2000 “El sol” regresó un día a El Paraíso, fue a casa de Mario Hernández, pero
no lo encontró, pues el señor Mario andaba trabajando y en casa sólo estaba la
esposa del señor Mario, doña Irma Lucena. Ese mismo rato “El sol” se retiró y
ya nunca ha regresado hasta la fecha. En aquella última ocasión en que estuvo
en El Paraíso vestía de color blanco y ya no traía su coleta amarrada con
ligas, sino que traía el pelo largo y suelto.
Algunos habitantes de El Paraíso
cuentan que después veían a “El sol” en Acapulco.
Hasta aquí la historia de “El
sol” de El Paraíso, su nombre: Pierre Martin; su país de nacimiento: Francia, y
el país de residencia que le emitía el pasaporte era Canadá.
Entrevista realizada el día
miércoles, 15 de julio de 2015, al señor Mario Hernández García, en su
domicilio, de las 20:05 a las 21:25 horas.