Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 7 de febrero de 2016

El tocadiscos de doña coba. Segunda parte.

El tocadiscos de doña coba.
Segunda parte.

Esteban Hernández Ortiz.

En una temporada de vacaciones fueron hijas e hijos y nietas y nietos a visitar a doña coba y no faltaron algunos niños de su descendencia que se pusieron a jugar los discos que se usaban en el toca discos, y se los aventaban como si fueran platillos voladores, pero alguien vio a los muchachos hacer semejantes travesuras y en uno, dos por tres fueron a reprenderlos. Doña coba, que era muy zagas, se percató de lo acontecido y les dio una buena zarandeada a los muchachos, pues la mayoría de sus discos databan de un cuarto de siglo en su poder y aún funcionaban perfectamente.

Por las mañanas de todos los domingos doña coba anunciaba que en casa de don Plácido ya estaba vendiéndose una apetitosa barbacoa de cabeza de res, acompañada de consomé y salsa, elaborados con la mejor higiene de la región. También anunciaba que a partir de las diez de la mañana ya podían pasar a casa de doña Artemisa para disfrutar de una rica pancita de res y tortillas bien calientitas, recién salidas del comal; había tortillas de maíz blanco y de maíz morado, al gusto del comensal. Algunos chilangos no dejaban de ir a comer aquella rica pancita de res guisada en chile guajillo, pues en la Capital del País ellos acostumbraban comerla, aunque en aquella gran urbe a este platillo le llamaban menudo.

Estos alimentos resultaban ser un codiciado potaje para toda aquella persona que entrara por vez primera a probar en casa de “doña Arte”. Algunos acostumbraban succionar hasta el tuétano de los huesos de res que daban un rico sabor al caldo.

Por estas razones, había que estar muy al pendiente de los anuncios que se transmitían desde el tocadiscos de doña coba. Aquel aparato llevaba ya casi cincuenta años en poder de doña coba y aún se mantenía con potente sonido, so pena de que en ocasiones llegaba sufrir algún desperfecto, pero daba la suerte que un joven del pueblo estaba estudiando ingeniería y en el acervo de aquel chavalo había ya varios conocimientos y para componer equipos de radio y otros semejantes.

Los días sábados doña coba anunciaba cuando ya había llegado don Blas, un señor que acumulaba ya 37 años llenó al pueblo a vender trastos de plásticos, de peltre, barro y cerámica.  


Eso sí, a la hora que fuera y tratándose del día de que se tratara, doña coba anunciaba a toda la ciudadanía cuando en épocas de sequía, se había originado algún incendio en los alrededores del pueblo o en las huertas de café. Todos los varones de 15 años en adelante, pero sin llegar a los 70 estaban obligados a ir para hacer las guarda rayas y tratar de controlar el incendio; también se llevaban cubetas para aventar muchas agua al fuego. As mujeres les correspondía hacer agua de naranja, limón, Jamaica o piña para que los hombres bebieran al regresar de tremenda faena.