Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 13 de octubre de 2019

La Sierra de Guerrero: A 527 años de la invasión europea.




La Sierra de Guerrero: A 527 años de la invasión europea.

Esteban Hernández Ortiz.

Petrograbados en La Pintada, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Archivo personal.



Ayer se cumplieron 527 años a que el genovés Cristobal Colón llegó a tierras que para entonces eran desconocidas por los europeos. Él decía haber llegado a las Indias y por ello comenzó a llamarse indios a los hombres y mujeres de los pueblos originarios de la actual América. En estos pueblos había grandes poetas como Netzahualcóyotl o los hombres anónimos que escribieron el Popol Vuh, bajo cuya concepción la especie humana proviene del maíz. Había grandes arquitectos o constructores, basta ver las pirámides del sol y de la luna, o las construcciones de Monte Albán y Palenque; También Machu Pichu en el Perú. En la Sierra de Guerrero existen petrograbados que dan prueba de la presencia prehispánica.



Años después fue Américo Vespucio quien declaró que estas tierras no eran las Indias y entonces en su honor se llamó América a nuestro continente. En lo personal soy partidario de que en lugar del despectivo y discriminatorio concepto de “indígena” deben usarse conceptos como “pueblos originarios”, “pueblos autóctonos” o “pueblos nativos”, ellos son los primigenios dueños del Continente. Ya tenían diversas cosmovisiones o formas de entender la vida y la naturaleza, los astros y los cantos de las aves.



La historia de México no está desasociada del devenir de los pueblos originarios. En el caso de la Sierra de Guerrero hubo distintos pueblos prehispánicos.



Fue hasta el año 2000 cuando el legislador mexicano estableció en su artículo segundo que México es un país pluricultural.



Los siguientes párrafos forman parte de mi tesis de Maestría en Humanidades.



1.3 Perspectiva histórica de la población serrana.

a) Población prehispánica.

Cuando los conquistadores europeos llegaron a la Sierra ya existían en estos lugares habitantes de cuyos orígenes no tenemos precisión. La arqueología ha dado cuenta de distintos hallazgos de piezas de cerámica en Huerta Vieja, Corral de Piedra y Yeztla (sic) (Elizabeth Jiménez García 1998, 86). La historia precolonial y la etnología, también dan cuenta de la existencia de diversas culturas que vivieron en la Sierra; por la parte centro occidente, se establecieron los cuitlatecas, purhépechas, chumbias, tolimecas, tlacotepecas, tepetixtlecas y otros grupos menores influenciados por los nahuas; por la parte centro oriente, hubo yopes, mixtecos, tlapanecos, zapotecas y amuzgos (Calvo 1998, 143-479). De estos grupos no todos sobrevivieron a los tiempos de la colonización, solamente aquellos que se aferraron más a la tierra permanecieron en sus comunidades, hecho que, según Peter Hendrich, explica su sobrevivencia cultural también, como es el caso de grupos cuitlatecos de Ajuchitlán y de San Miguel Totolapan (Hendrich 1946, 15).

Los cuitlatecos ocuparon San Miguel Totolapan y Ajuchitlán; su centro político fue Mexcaltepec y dominaron Atoyac y Tecpan. Extraían el cobre, además de oro; las mujeres usaban enaguas y huipiles. Su gobierno se ejercía mediante un consejo de principales. Tratándose de guerra utilizaban arcos, flechas, macanas y escudos. Por cuanto a religión, adoraban al “Señor de la lengua áspera”. Tenían un calendario, mediante el cual se determinaba el nombre de la niña o del niño, recién nacidos, pues en su calendario se fijaba un nombre a cada día del año. Desde que la niña o el niño nacían, se les elegía consorte y al llegar a la mayoría de edad, se les matrimoniaba. Dentro de sus reglas de conducta se castigaba severamente al adulterio y al robo. Sus muertos eran sepultados sentados en un hoyo circular y se les colocaba comida, mantas y objetos diversos.

Por su parte, los tepuztecos poblaron Tlacotepec, pero al igual que los cuitlatecas, ingresaron por Zacatula, extendiéndose por Costa Grande, y subiendo hacia la Sierra Madre, desde Atoyac y Coyuca de Benítez. También bajaron hacia el Balsas. Al idioma de los tepuztecos se le conoce como tlacotepehua. Los dos pueblos prehispánicos cultivaban la tierra, y obtenían piedrecillas de oro, las cuales eran arrastradas por las corrientes de los ríos que bajan  de la Sierra Madre (Campos 2012, 25-26).

Los tepuztecos aprovechaban el ocote, que son rajas de pino, para alumbrarse durante las noches; también aprovechaban la trementina y el alquitrán, que escurre a los pinos y otros árboles. En cada pueblo tenían un jefe, al cual entregaban tributos con mantas. También tuvieron huertas de cacao y se dedicaban a la pesca. Rendían culto al dios Andut y castigaban la embriaguez, el robo y el adulterio. Los pantecas, chumbías y tolimecas son de mayor antigüedad que los  cuitlatecas y los tepuztecos (Campos 2012, 27).

Era el año 400 de nuestra era cuando los purépechas llegaron a la rivera norte del Balsas, frente a la Sierra de Guerrero. Pronto comenzaron a someter a su mando a los pueblos de la zona. (Secretaría de Educación Pública 1997, 70) Para el siglo XI llegaron a la Sierra nuevos grupos invasores que venían por el rumbo de Michoacán, eran los nahuas y se anclaron en Zacatula, Atoyac y Tlacotepec (Secretaría de Educación Pública 1997, 31).

En la siguiente gráfica pretendo ilustrar respecto a las invasiones o sojuzgamientos que ha habido en la Sierra de Guerrero partiendo de épocas prehispánicas hasta llegar a la invasión española.

En el lapso del período colonial, los diversos grupos sociales de la Sierra sufrieron enormes modificaciones socioculturales y varios grupos perecieron ante el fuerte impacto de las encomiendas, los repartimientos, las congregaciones, las enfermedades del colonizador, las exageradas tributaciones y las jornadas excesivas de trabajo. La Sierra del siglo XVII  prácticamente se despobló. Fueron escasos los núcleos indígenas que sobrevivieron al proceso de colonización, entre ellos los pueblos de Tlacotepec, Coronillas, Tepetixtla y diversos barrios aledaños, en la parte centro-occidente. Al norte, fue el caso de los cuitlatecas, de quienes Peter Hendrich habla -a mediados del siglo XX-, de los últimos vestigios de esa cultura (Hendrich 1946, 15).

Por su parte, el cronista de Atoyac de Álvarez, Guerrero, Víctor Cardona Galindo, menciona que según el diario de Patricio Pino y Solís, hasta 1911 había en Atoyac familias que se comunicaban en lengua cuitlateca (Galindo 2016).

La Sierra, por los recursos que posee, ha estado en la mira de buscadores de riquezas en diferentes épocas: primero, de mineros; después, de ganaderos (chiveros), y recientemente, de madereros y de narcotraficantes. Siempre ha sido explotada (Núñez 2005, 24).

La Corona española otorgaba encomiendas a sus oficiales como una forma de reconocimiento a sus servicios. Las encomiendas consistían en el depósito tanto de tierras como de indios en manos del beneficiado; así se concedía el derecho de explotar las tierras, recibir las tributaciones y explotar el trabajo de los nativos en formas excesivas (Pineda 2002, 15).



Con base a la Memoria de la Cuarta Reunión Sobre Problemas Antropológicos relativos al occidente de México, la cual se realizó en 1946, puedo decir que en la Sierra Madre se exploraron algunas zonas de Jaleaca, Santa Bárbara, Pueblo Viejo I y Pueblo Viejo II, encontrándose montículos bajos, petroglifos y pequeñas construcciones de piedra y cerámica de tipo arcaico (Campos 2012, 46).

Isidro Moreno Casasola conquistó a los pueblos de la provincia de Citlaltomahua en la Sierra de Tlacotepec (Campos 2012, 62). Desde 1522, Cortés estableció el sistema de las encomiendas, instruyendo a los nativos hacia el catolicismo y explotando las tierras, aunque el fin principal no era el usufructo de las tierras, sino la implementación de tributos. Con la encomienda no se transmitía la propiedad de la tierra, pero era un medio para sojuzgar a los indios, a la que se despojaba, sometiéndole a la servidumbre y al pago de tributos descomunales. Durante la Colonia la Sierra estuvo repartida en grandes encomiendas.

Mediante las “ordenanzas” Cortés declaraba la forma en que los encomenderos podrían servirse y explotar a los nativos; a la par se implementó la Merced Real, que era la transmisión de la posesión de la tierra, basándose en las Bulas Alejandrinas que dictó el papa Alejandro VI en 1493 (Campos 2012, 64-65).

Tlacotepec se encomendó a Alonso de la Serna y Gaspar de Garnica en 1559, y pagaban 1, 012 pesos de Oro, maíz y gallinas. Chichihualco se asignó al encomendero Francisco Rodríguez Magariño. La mina de Oro de Topila (cerca de Tlacotepec) fue explotada por Juan de Manzanillo (Campos 2012, 68-70).

Aun cuando se han encontrado vestigios arqueológicos, no se trata de una zona muy densamente poblada por personas, pues careció de asentamientos humanos relevantes. Una vez que llegaron los invasores, Hernán Cortés mandó comisiones de dos o tres españoles, quienes eran guiados por un nativo para localizar sitios donde hubiese oro. Sus emisarios se internaron en la Sierra y llegaron a la Costa, para luego regresar ante su señoría y decirle que “en un pueblo que se dice Zacatula, los caciques de aquella provincia llevaron muchos indios a los ríos con una bateas chica, y con ellas lavaban la tierra y cogían el oro” (Guzmán 2008, 16). Sin embargo, las aspiraciones de explotar los yacimientos minerales se fueron relegando debido a las dificultades que tiene la topografía serrana, pues los caminos eran muy escasos y se hallaban en mal estado.

La presencia de la iglesia fue como jurisdicción eclesiástica, pero en sí, la Sierra no estuvo densamente poblada.

Muchos apellidos que hoy existen en la sierra son de origen español: Cortez, Catalán, Vélez, Martínez, Hernández, Pinzón, Sánchez, Barragán, Chávez y Adame, entre otros. Esta influencia hispánica se refleja en la región.

Aproximadamente cada ochenta días se entregaban los tributos, los cuales se transportaban por medio de tamemes o cargadores que llevaban los productos que los calpixques o recaudadores habían recolectado en los pueblos, cabeceras o provincias. Entre los productos de tributo se encontraban la miel, las pieles y los plumajes. La provincia de Cihuatlán era la que comprendía la mayor parte del actual territorio de la Sierra de Guerrero (Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del contacto” 2018).

Los encomenderos obtuvieron beneficio propio mediante la mano de obra indígena y la recaudación de riqueza. Entonces la Corona fue disminuyendo sus ganancias por concepto de tributaciones y en 1538 decidió desaparecer las encomiendas y en su lugar puso en marcha a las alcaldías como un nuevo método para controlar la riqueza de sus territorios (Sala de exhibición: “Dominio español. 1538. Alcaldías mayores: Nuevas formas de administración política y económica” 2018).

En la segunda parte del siglo XVIII hubo modificaciones en la tenencia de la tierra en la Sierra. La corona admitió los derechos de antigüedad en los territorios de las comunidades indígenas de Santiago Tlacotepec, Coronillas y Tepetixtla. Para finales de aquel siglo XVIII se creó el latifundio más extenso de que se tiene registro en la Sierra de Guerrero, se llamaba Sierra Anáhuac, cuyo propietario era Ignacio Calvo Celis Rábago, quien se adjudicó toda aquella tierra que no fuese de comunidades en el centro-occidente (Álvarez 2003, 181).

Fuentes de Consulta:

Álvarez, Tomás Bustamante. La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales . México: Ediciones Fontamara, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, Universidad Autónoma de Guerrero , 2003.

Calvo, Raúl Vélez. «Etnohistoria .» En Historia General de Guerrero. Volúmen 1. Época Prehispánica. Arqueología-Etnohistoria., de Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo Elizabet Jiménez García, 143-479. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 1998.

Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.

Elizabeth Jiménez García, Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo, Coords. Historia General de Guerrero. Volumen 1. Arqueología-Etnohistoria. INAH-Gobierno del estado de Guerrero, 1998.

Galindo, Víctor Cardona. «“Los cuitlatecos (Primera parte)”.» El Sur, 11 de enero de 2016.

Guzmán, Rafael Rubí Alarcón y Edgar Pavía. Historia General de Guerrero. Volumen II. El dominio español. Era de los Habsburgo-Era de los Borbón. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 2008.

Hendrich, Peter. Por tierras ignotas. Viajes y observaciones en la región del Río Balsas. Tomo II. México: Editorial cultura, 1946.

Núñez, Tomás Bustamante Álvarez y Antonio Cervantes. Plan Estratégico de desarrollo de la Sierra de Guerrero. México: Universidad Autónoma de Guerrero, Secretaría de la Reforma Agraria, 2005.

Pineda, Mario García. Historia de las divisiones territoriales del Estado de Guerrero . Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Talleres gráficos del Sur, 2002.

«Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del contacto”.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México.: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de Antropología e Historia. , 9 de enero de 2018.

«Sala de exhibición: “Dominio español. 1538. Alcaldías mayores: Nuevas formas de administración política y económica”.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de Antropología e Historia. , 9 de enero de 2018.

Secretaría de Educación Pública, MonogMéxico: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.