Los tiempos en que yo nací.
Esteban Hernández Ortiz.
Nací el 28 de noviembre de 1974 en El
Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Me cuentan mis padres que la
partera que asistió a mi madre era conocida como “Lina” y era esposa de don
Aniceto Pérez. En esas fechas don Aniceto y su esposa vivían en la esquina,
ubicada frente a la casa de don Carlos Moreno.
Toda la sierra de Atoyac vivía en tinieblas. Algunos cuentan que en el
punto conocido como “el atrancón”, a las afueras de la Ciudad de Atoyac, con
rumbo a El Paraíso, los militares tiraban los casilleros de huevos al grado que
parecían pequeños charcos donde azotaban aquellos productos alimenticios que la
gente quería llevar a la sierra.
Mis padres me han relatado que en El
Paraíso no había empleos, pese a que las parcelas de café producían al por
mayor. El Comisario del poblado pidió a los Habitante de la recién formada
colonia “La Quebradora” que se trasladaran a El Paraíso, mientras la situación
cambiara y la gente ya pudiera sentirse m{as segura, pues había lugares donde
el ejército llegaba y se levantaba a señores que hasta este día no se han
visto. Así sucedió en El Edén con un hermano de don Adrian de Jesús Alquisira.
Ese joven desparecido hasta hoy día tenía el rostro con ciertas manchas.
También fue desaparecido uno de sus primos, de nombre Ruperto. Cuenta don Adrian
de Jesús Alquisira que aquel día en que los soldados se llevaron a su hermano
se encontraban juntos comiendo guayabas y sentados en una roca.
Mis padres optaron por trasladarse a
vivir a Atoyac, pues cuenta mi progenitor que el se sentía apoyado por su
hermana Josefa y una tía madre, llamada Berna; además de que su prima hermana
María de la Luz, viajaba del pueblo donde vivía –El Cucuyachi- hacia Atoyac,
pues tenía una pequeña tienda de abarrotes con su esposo Onofre Barrientos. Mi
tía “Luz” y su esposo Onofre procrearon varios hijos, entre ellos Josefa y
Ramiro. Ella murió hace pocos años en la colonia 18 de mayo, de Atoyac.
Dice mi padre que él y otros
parientes ayudaban a mi tía “Luz” para viajar de la Ciudad de Atoyac hacia El
Rincón de las Parotas, un pueblo ubicado a no más de 20 minutos de distancia de
la cabecera municipal, para poder pasar algunos artículos comestibles como
arroz, azúcar, aceite de guisar, jabones, etc. Pues a una sola persona no le
estaba permitido subir a la sierra con varios artículos alimenticios, pues se
aducía que eran para que se alimentaran las tropas del profesor Lucio Cabañas
Barrientos.
Mis padres se ubicaron a vivir por donde
ahora se ubica la colonia El Tanque, en Atoyac. Trabajando en el campo mi padre
hizo amistad con un amigo que tenía huerta de café en El Bálsamo. Ese amigo recomendó
a mi padre con una señora de nombre Regina, quien le vivía por la colonia “el
tanque”. Doña Regina no sólo dio trabajo
a mi padre, sino que también le prestó una pequeña vivienda de “bajareque” para
que ahí estuvieran por un tiempo, por lo menos hasta varios días después de que
el que ahora escribe estas líneas soltara el llanto al nacer. Dice mi madre que
parte de los malestares de su embarazo consistían en ardor e hinchazón de los
pies, por lo que mi padre cortaba unos pedazos de sábila y los amarraba con
pedazos de trapo en los pies a mi madre con el propósito de que rebajara el
dolor de sus pies.
Me cuentan mis padres que era más o
menos el 20 de septiembre de 1974 cuando ellos decidieron salir al punto “el
atrancón” para ver si pasaba algún conocido con vehículo y pudiera llevarlos a
El Paraíso, cosa que si fue posible aunque ya eran casi las seis de la tarde
cuando pasó don Sulpicio Araujo Carrillo a bordo de una pequeña camioneta de su
propiedad y nuestro paisano aceptó que viajaran con él con rumbo a El Paraíso.
Pasaron poco más de dos meses cuando
yo nací en casa de mis padres, en Calle Luís Echeverría. Ese terreno y otros
lotes anexos, ahora propiedad de mis tíos, los había donado a mi abuelo
paterno, Gregorio Hernández Abarca, el presidente del comisariado ejidal, el señor
Maximino Andrés. Mi abuelo paterno nació en Tixtla, Guerrero. Para tal donación
intervino el señor Gregorio Morales, quien vivió por muchos años en la colonia
Guadalupana, pues mi abuelo paterno era tío del señor Gregorio Morales y él se
había avecindado en El Paraíso varios años antes que mi abuelo paterno. Además,
mi tío abuelo Gregorio Morales era compadre “de grado” con el señor Mateo
Jiménez Altamirano, ya que mi tío Gregorio era padrino de Bautismo de la señora
Santos Jiménez, hija de don Mateo.
Mi abuelo paterno murió cuando caminaba
de su huerta de café, ubicada por la colonia la quebradora, trasladándose hacia
su casa en El Paraíso. Una ventolera hizo que cayera la rama de un árbol sobre
la cabeza de mi abuelo y en ese momento acabó la vida del padre de mi padre. Que
Dios lo tenga en la gloria.
El 7 de diciembre de 1973 murió mi
abuela paterna Evarista Morales Martínez y mi abuelo falleció el 25 de octubre
de 1974, un mes y tres días antes de que yo naciera.
Por la línea consanguínea de mi
madre, aún viven mis dos abuelos en El Puente del Rey, población vecina de El
Paraíso.
Gracias por su paciencia.
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