La Sierra de Atoyac y sus delicias.
Esteban Hernández Ortiz
Plan de las Delicias, Los
Piloncillos y Los Arrallanes forman una
zona importante en la Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Hacia el Norte de
Los Arrallanes se encuentra otra comunidad de nombre “El Iris”.
En estas inmediaciones nace el principal
afluente del Río Atoyac, el cual se nutre es su trayecto hacia el sur, varios
kilómetros hacia abajo al unirse el caudal del río Paraíso. Las aguas de El
Edén y su paso por La Pintada corren por el río que desemboca hacia el hermano
municipio de Coyuca de Benítez, Guerrero. Las Juntas de los Ríos es una
comunidad atoyaquense, que se encuentra en los límites con Coyuca de Benítez.
En Las Juntas se unen los ríos que vienen de El Edén y el de Río Santiago,
municipio de Atoyac.
En Plan de Las Delicias la
primaria se llama José María Morelos y Pavón.
En Junio de 2015 eran 42 niños en
esta primaria divididos en dos aulas, en una se atiende primero, segundo y tercero;
en la otra están los niños de cuarto, quinto y sexto. Un niño porta botas de
hule, apropiadas para cruzar una barranca o río, es placentero ver cómo el
pequeñín acude con todo el deber que a su tierna edad le corresponde.
Esta zona es de las primeras en
el municipio de Atoyac en llover cuando se acerca la temporada de lluvias. En
un recorrido que hice en compañía de amistades a principios de junio de 2015 se
observaba húmeda la tierra, en señal de que por la noche había lloviznado desde
Los Guajes hasta casi llegar a Los Piloncillos. Ya arribando a este pueblo se
mira El Paraíso y Río Verde, también El Puente del Rey. En esta zona previa a
Los Piloncillos llega la señal de teléfono celular.
De aquí a El Paraíso son tres
horas caminando, si caminas por Las Delicias, pero si le das por El Plan del
Cuche, pasando por Arroyo Grande de El Paraíso, llegaras a un lado del Panteón
de El Paraíso y el tiempo de caminata será de dos horas.
En los Arrallanes la gente es
cálida y muy amable. El árbol de arrayán, en otros pueblos como San Vicente de
Jesús, es conocido como “guayabillo”. Aquí ya hay una telesecundaria. Al norte
de este pueblo queda la comunidad de El Iris, todavía perteneciente al
municipio de Atoyac; al Oriente está la barranca de las golondrinas, punto del
cual varios alcaldes han pensado llevar el agua a las ciudades de Atoyac y San
Jerónimo, aunque algunos lo consideran muy costoso e inviable.
La propiedad de la tierra es
ejidal en Los Arrallanes y pertenecen al ejido de El Porvenir; el pueblo de Los
Piloncillos pertenece, por cuanto a la propiedad ejidal de sus tierras, al
ejido de Santiago de la Unión. El Puente del Rey corresponde al ejido de San
Vicente de Benítez por cuanto al mismo aspecto.
Entre los años cincuenta y
ochenta del siglo anterior, mucha gente caminaba por estos lugares,
dirigiéndose al Puerto del Gallo –un pueblo del municipio de Heliodoro
Castillo- para vender plátanos. También caminaban con rumbo hacia Campo Morado,
otro pueblo del municipio de Tlacotepec (Heliodoro Castillo). Pasaban por El
Iris y al llegar al punto conocido como “El
descanso” calentaban tortillas
para comer y la regla era volver a dejar un tronco o leños en la fogata para
que el próximo caminante calentara sus alimentos.
Los señores más adultos recuerdan
cuando vivieron los estragos del fenómeno pluvial conocido como “el viula” en 1968.
Mucha gente puede compartir
historias de su pasado y te cuentan como en su niñez usaban “la laminita de las
veladoras” para arreglar sus trompos, pues no les daban juguetes ni los Reyes,
ni en la pequeña escuela. Una de las familias oriundas de esta comunidad es
la familia Saldivar.
Mucha gente transitaba por estos
rumbos, de la sierra hacia Atoyac para
vender castañas de mezcal fabricadas con madera y conteniendo varios litros de
esa bebida embriagante que en momentos de cansancio o alguna desilusión brinda
calor y da ánimos a la gente.
En Plan de las Delicias hay un
árbol de amate, del cual pende un pedazo de alambre de púas, sosteniendo un
riel. A ese objeto colgante se le tiran piedras para provocar un sonido que
convoca a reunirse. El amate emerge sumamente forzado de un par de rocas y
alrededor existen otras piedras de menor tamaño que sirven de asiento para los
asistentes. Los pobladores ya hicieron de esto una praxis.
Algunos de los señores de
cincuenta años en adelante narran que en su escuela primaria daban a los
alumnos una taza de chocolate muy delicioso todas las mañanas; eran los últimos
años del sexenio de López Portillo, cuando transcurría 1964 y años posteriores.
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