Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Don Benjamín Lucena Adame y sus ascendientes.

Don Benjamín Lucena Adame y sus ascendientes.
Esteban Hernández Ortiz

El señor Benjamín Lucena Adame nació en El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero el día 16 de marzo de 1937; es hijo de los señores Pedro Lucena Morales y Teófila Adame Salas. Dice don Benjamín que su registro de nacimiento fue realizado en la oficialía del registro civil de Santiago de la Unión, pues por los años en que el nació aún no había registro civil en El Paraíso.
Don Benjamín Lucena Adame tiene por hermanos a Samuel, Enrique, Felicitas y Baldomero. Otros hermanos suyos que yo no viven fueron: Emiliano, Elías, Roberto y Bernardo.

Doña Teófila Adame Salas fue hija de los señores Félix Adame García y Tayde Salas Villalba –ambos vivían en El Frío, municipio de Heliodoro Castillo, Guerrero-. Doña Teófila tuvo por hermanos a: Juan, Andrés, Santiago, Amada, Eva, Bernarda, Flora y Tarsicia.

Don Félix Adame –el papá de doña Teófila Adame Salas- participó en la revolución mexicana de 1910.
Don Pedro Lucena Morales fue hijo de los señores Joaquín Lucena y Julia Morales; ambos vivían en Campo Morado.Don Pedro Lucena Morales tuvo por hermanos a Juan, Emilio, Crescencio, Ramón, Julio, Agustín, Efraín, Pablo, Gabriel (Güilli) y Joaquín. Las hermanas fueron Berta, Graciela y Oliva, entre otras.

De don Julio Lucena –hermano de don Pedro Lucena Morales- son hijos Ramón, Silvino y Crisóforo; de don Juan Lucena Morales son hijos Abraham, Tomás, Juan, Joel y Martina.
De don Crescencio –hermano de don Pedro Lucena- son hijos Paula, María Luisa, Florentino y Anita.

Don Joaquín Lucena –el papá de don Pedro Lucena Morales- tuvo un hermano de nombre Francisco, quien se fue retirando de la sierra hasta establecerse en San Marcos, en la Costa Chica de Guerrero.

Más o menos en el año de 1992 se reunió la descendencia de don Francisco, el señor que llegó a San Marcos y toda la descendencia Lucena establecidos en El Paraíso, más los descendientes “Lucena” de Campo Morado. De Campo Morado cantaron con guitarras y acordeón los hijos del finado Ángel Gómez Lucena y los hijos de su hermano –también ya fallecido- Sebastián. Se reunieron por espacio de unos ocho días, cantaron, bailaron y tomaron unos cuantos tragos de cerveza, mezcal y tequila.

Dice don Benjamín que su papá platicaba que el padre de don Joaquín y de don Francisco Lucena era un español que llegó a la sierra de Guerrero en el intermedio de la guerra de independencia y la revolución mexicana.

Cuenta don Benjamín que su papá pidió de favor al señor Aniceto Pérez –padrino de bautismo de don Benjamín- que se llevara a la Ciudad de México a su ahijado, cuando éste tenían seis años de edad. Recuerda don Benjamín que en la Capital del País vivió con su padrino en una colonia de nombre Portales; dice que allá estudio los primeros años de primaria en la escuela de nombre “Novoa”.Entre sus anécdotas de infancia nos cuenta que a las cuatro y media de la mañana su padrino lo llevaba para que abordara el tren que le llevaba a Xochimilco para comprar “bistecs”, pues su padrino tenía un pequeño restaurante. 

Platica también que fueron varias las ocasiones en que se quedó dormido a bordo del carro sobre rieles y que no sólo no bajaba en “Portales”, sino que además despertaba cuando el tren hacia un alto en “la villa”. Dice don Benjamín que él recuerda cómo su padrino pagaba quince centavos por su pasaje. Al regresar con los bistecs que había comprado, el niño Benjamín –de seis años de edad- se preparaba para ir a tomar sus clases en la primaria “Novoa”.

Dice que su padrino llevaba recuas de ganado porcino desde la sierra hasta la Ciudad de México, haciendo muchas escalas para descansar.

Habla don Benjamín:

“En los ratos libres, iba por el pulque y por los cigarros para los fumadores y tomadores que ya estaban de unos 18 años. Me decían “el guerrero mocho”, pues pronunciaba  algunas palabras incompletas”.
Allá por el año 1945 don Benjamín volvió a El Paraíso, luego de estar dos años en la Capital del País.Después de estar unos dos años en la Ciudad de México, don Benjamín regresó a El Paraíso y aquí, su papá le enseñó a trabajar con la yunta; a veces con bestias y a veces con un par de buenos bueyes.

Habla don Benjamín Lucena Adame:

“Mi papá tenía tierras en Campo Morado y nos mandaba, a mí y a mis hermanos, para que fuéramos a trabajar. Recuerdo que nos íbamos hacia Las Palmas y de ahí seguíamos hacia Las Delicias; luego continuábamos hasta Las Selvas y ahí dormíamos. Al siguiente día, a las cinco de la mañana emprendíamos nuestro caminar hacia El Iris y a veces dormíamos en La Guitarra, para finalmente llegar a Campo Morado. No podíamos ir más rápido porque llevamos las bestias o los bueyes. En Campo Morado, mi papá tenía una casa, además de sus tierras.
Después trabajamos muchos años en Las Palmas. Ahí había mucho bejuco con espinas, pero nosotros teníamos que trozar con el machete para poder sembrar arroz y caña de azúcar; hacíamos panocha. Si no le agregas cal a la melasa no se hace la panocha. En La parte de arriba se quedaba una capa a la que le llamábamos Cachaza. La pancha la vendíamos en San Vicente y en Puente del Rey; también en Puente de los Lugardo. Habíamos muchos racimos de plátanos por todas las barrancas y mi hermano Emiliano era muy bueno para la cacería, casi siempre que salía mataba algún venado o jabalí”.
Don Benjamín Lucena Adame nació en la década de “la gran depresión” a nivel mundial,  cuando los alemanes, austriacos y polacos tenían que llevar una carretillada de dinero para poder comprar dos piezas de pan, pues las monedas nacionales de aquellos países se devaluaban como si fuese un derrumbe. Para colmo de los males estalló la segunda Guerra Mundial en 1929 y el mundo estaba convulsionado. Entonces los Estados Unidos de América del Norte tuvieron que mandar a muchos de sus jóvenes a la guerra y el suelo estadunidense estaba necesitado de mano de obra extranjera. La bolsa Wall Street empezó a ir en caída libre y muchos inversionistas se suicidaron.

No obstante que murieron más de dos millones de campesinos en la Revolución Mexicana de 1910 había mano de obra suficiente en México para trasladarse a los Estados Unidos.
Durante el programa bracero, de 1942 a 1964, cerca de cinco millones de mexicanos entraron a laborar en los campos agrícolas de los Estados Unidos.

El 4 de agosto de 1942, los gobiernos de Franklin Roosevelt, de los Estados Unidos y de Manuel Ávila Camacho, de México, instituyeron el Programa Bracero. En pocos años, muchos campesinos mexicanos abandonaron sus tierras con la esperanza de ganar muchos dólares en los EE.UU. Los braceros llegaban por tren al norte, donde se localizaban los principales centros de reclutamiento. Ciudad Juárez, Chihuahua, enseguida de El Paso, Texas, se convirtió en un sitio histórico del reclutamiento de la fuerza laboral agrícola mexicana[1].

Dice don Benjamín que en 1951 él se fue de bracero a los Estados Unidos, cuando todavía tenía catorce años de edad. Se fue de El Paraíso acompañado de su primo hermano Ramón Lucena Saldaña, quien ya había ido un año antes al vecino País del Norte. También iban Silvino Lucena - hermano de don Ramón-, José Araujo Oláis y Gregorio Bautista.

Habla don Benjamín Lucena Adame:

          “Firmamos contrato de braceros en Chilpancingo, Guerrero y viajamos en carro hasta Empalmes, Sonora,  y de ahí viajamos en tren hasta Guaymas. Viajábamos de noche por que en el día hacía bastante calor. De Guaymas continuamos a las seis de la tarde hasta llegar a Benjamín Hill. Al otro día continuamos hasta Caléxico, California. Ahí estuvimos todo el día esperando a que nos llamaran para decirnos a qué lugar nos íbamos a ir a trabajar.
A mí me tocó trabajar en Yolo, California, en el deshije de betabel blanco; eran unos llanos muy extensos, después trabajé de regador del betabel, alfalfa y frijol.
Recuerdo que me invitaban a legalizarme en los Estados Unidos, pero yo pensaba que estaría muy lejos de mis padres y de mis hermanos y nunca quise tramitar mis documentos. Allá cumplí quince años de edad, trabajando en los Estados Unidos como bracero.
Fueron nueve meses y regresé a El Paraíso, pero al siguiente año nuevamente me fui a los Estados Unidos. Otra vez seguimos la misma ruta de la primera vez que fui a trabajar. Esta vez trabajamos al corte de elote y de melón. Meses después me mandaron a Suizón, California, adelante de San Francisco, y allá trabajé en los cultivos de pera y ciruela pasa, entre otros. Luego regresamos a El Paraíso, pues helaba bastante.
Al año próximo fui otra vez a los Estados Unidos, pero “de mojado”, pues ya no había contratos. Fui a Santana, California. Trabajé podando planta y como jardinero.
Yo cometí el error de extraviar mis documentos y no recibí el apoyo económico que dio el gobierno hace algunos meses.
Ya luego empezaron los buenos tiempos del cultivo del café y ahí pudimos prosperar un poco, ya sin necesidad de irnos a los Estados Unidos”.




[1] Consultado a las 13:42 horas del día miércoles, 2 de marzo de 2016 en  http://www.farmworkers.org/pbracero.html

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