Don Benjamín Lucena
Adame y sus ascendientes.
Esteban Hernández Ortiz
El señor Benjamín Lucena Adame nació en El Paraíso,
municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero el día 16 de marzo de 1937; es hijo de
los señores Pedro Lucena Morales y Teófila Adame Salas. Dice don Benjamín que
su registro de nacimiento fue realizado en la oficialía del registro civil de
Santiago de la Unión, pues por los años en que el nació aún no había registro
civil en El Paraíso.
Don Benjamín Lucena Adame tiene por hermanos a Samuel,
Enrique, Felicitas y Baldomero. Otros hermanos suyos que yo no viven fueron:
Emiliano, Elías, Roberto y Bernardo.
Doña Teófila Adame Salas fue hija de los señores Félix
Adame García y Tayde Salas Villalba –ambos vivían en El Frío, municipio de
Heliodoro Castillo, Guerrero-. Doña Teófila tuvo por hermanos a: Juan, Andrés,
Santiago, Amada, Eva, Bernarda, Flora y Tarsicia.
Don Félix Adame –el papá de doña Teófila Adame Salas-
participó en la revolución mexicana de 1910.
Don Pedro Lucena Morales fue hijo de los señores
Joaquín Lucena y Julia Morales; ambos vivían en Campo Morado.Don Pedro Lucena
Morales tuvo por hermanos a Juan, Emilio, Crescencio, Ramón, Julio, Agustín,
Efraín, Pablo, Gabriel (Güilli) y Joaquín. Las hermanas fueron Berta, Graciela
y Oliva, entre otras.
De don Julio Lucena –hermano de don Pedro Lucena
Morales- son hijos Ramón, Silvino y Crisóforo; de don Juan Lucena Morales son
hijos Abraham, Tomás, Juan, Joel y Martina.
De don Crescencio –hermano de don Pedro Lucena- son
hijos Paula, María Luisa, Florentino y Anita.
Don Joaquín Lucena –el papá de don Pedro Lucena
Morales- tuvo un hermano de nombre Francisco, quien se fue retirando de la
sierra hasta establecerse en San Marcos, en la Costa Chica de Guerrero.
Más o menos en el año de 1992 se reunió la
descendencia de don Francisco, el señor que llegó a San Marcos y toda la
descendencia Lucena establecidos en El Paraíso, más los descendientes “Lucena”
de Campo Morado. De Campo Morado cantaron con guitarras y acordeón los hijos
del finado Ángel Gómez Lucena y los hijos de su hermano –también ya fallecido- Sebastián.
Se reunieron por espacio de unos ocho días, cantaron, bailaron y tomaron unos
cuantos tragos de cerveza, mezcal y tequila.
Dice don Benjamín que su papá platicaba que el padre
de don Joaquín y de don Francisco Lucena era un español que llegó a la sierra
de Guerrero en el intermedio de la guerra de independencia y la revolución
mexicana.
Cuenta don Benjamín que su papá pidió de favor al
señor Aniceto Pérez –padrino de bautismo de don Benjamín- que se llevara a la
Ciudad de México a su ahijado, cuando éste tenían seis años de edad. Recuerda
don Benjamín que en la Capital del País vivió con su padrino en una colonia de
nombre Portales; dice que allá estudio los primeros años de primaria en la
escuela de nombre “Novoa”.Entre sus anécdotas de infancia nos cuenta que a las
cuatro y media de la mañana su padrino lo llevaba para que abordara el tren que
le llevaba a Xochimilco para comprar “bistecs”, pues su padrino tenía un
pequeño restaurante.
Platica también que fueron varias las ocasiones en que se quedó
dormido a bordo del carro sobre rieles y que no sólo no bajaba en “Portales”,
sino que además despertaba cuando el tren hacia un alto en “la villa”. Dice don
Benjamín que él recuerda cómo su padrino pagaba quince centavos por su pasaje.
Al regresar con los bistecs que había comprado, el niño Benjamín –de seis años
de edad- se preparaba para ir a tomar sus clases en la primaria “Novoa”.
Dice que su padrino llevaba recuas de ganado porcino
desde la sierra hasta la Ciudad de México, haciendo muchas escalas para
descansar.
Habla don Benjamín:
“En los ratos
libres, iba por el pulque y por los cigarros para los fumadores y tomadores que
ya estaban de unos 18 años. Me decían “el guerrero mocho”, pues
pronunciaba algunas palabras
incompletas”.
Allá por el año 1945 don Benjamín volvió a El Paraíso,
luego de estar dos años en la Capital del País.Después de estar unos dos años
en la Ciudad de México, don Benjamín regresó a El Paraíso y aquí, su papá le
enseñó a trabajar con la yunta; a veces con bestias y a veces con un par de
buenos bueyes.
Habla don Benjamín Lucena Adame:
“Mi papá tenía
tierras en Campo Morado y nos mandaba, a mí y a mis hermanos, para que fuéramos
a trabajar. Recuerdo que nos íbamos hacia Las Palmas y de ahí seguíamos hacia
Las Delicias; luego continuábamos hasta Las Selvas y ahí dormíamos. Al
siguiente día, a las cinco de la mañana emprendíamos nuestro caminar hacia El
Iris y a veces dormíamos en La Guitarra, para finalmente llegar a Campo Morado.
No podíamos ir más rápido porque llevamos las bestias o los bueyes. En Campo
Morado, mi papá tenía una casa, además de sus tierras.
Después
trabajamos muchos años en Las Palmas. Ahí había mucho bejuco con espinas, pero
nosotros teníamos que trozar con el machete para poder sembrar arroz y caña de
azúcar; hacíamos panocha. Si no le agregas cal a la melasa no se hace la
panocha. En La parte de arriba se quedaba una capa a la que le llamábamos Cachaza.
La pancha la vendíamos en San Vicente y en Puente del Rey; también en Puente de
los Lugardo. Habíamos muchos racimos de plátanos por todas las barrancas y mi
hermano Emiliano era muy bueno para la cacería, casi siempre que salía mataba
algún venado o jabalí”.
Don Benjamín Lucena Adame nació en la década de “la
gran depresión” a nivel mundial, cuando
los alemanes, austriacos y polacos tenían que llevar una carretillada de dinero
para poder comprar dos piezas de pan, pues las monedas nacionales de aquellos
países se devaluaban como si fuese un derrumbe. Para colmo de los males estalló
la segunda Guerra Mundial en 1929 y el mundo estaba convulsionado. Entonces los
Estados Unidos de América del Norte tuvieron que mandar a muchos de sus jóvenes
a la guerra y el suelo estadunidense estaba necesitado de mano de obra
extranjera. La bolsa Wall Street empezó a ir en caída libre y muchos
inversionistas se suicidaron.
No obstante
que murieron más de dos millones de campesinos en la Revolución Mexicana de 1910
había mano de obra suficiente en México para trasladarse a los Estados Unidos.
Durante el
programa bracero, de 1942 a 1964, cerca de cinco millones de mexicanos entraron
a laborar en los campos agrícolas de los Estados Unidos.
El 4 de agosto
de 1942, los gobiernos de Franklin Roosevelt, de los Estados Unidos y de Manuel
Ávila Camacho, de México, instituyeron el Programa Bracero. En pocos años,
muchos campesinos mexicanos abandonaron sus tierras con la esperanza de ganar
muchos dólares en los EE.UU. Los braceros llegaban por tren al norte, donde se
localizaban los principales centros de reclutamiento. Ciudad Juárez, Chihuahua,
enseguida de El Paso, Texas, se convirtió en un sitio histórico del
reclutamiento de la fuerza laboral agrícola mexicana.
Dice don
Benjamín que en 1951 él se fue de bracero a los Estados Unidos, cuando todavía
tenía catorce años de edad. Se fue de El Paraíso acompañado de su primo hermano
Ramón Lucena Saldaña, quien ya había ido un año antes al vecino País del Norte.
También iban Silvino Lucena - hermano de don Ramón-, José Araujo Oláis y
Gregorio Bautista.
Habla don Benjamín Lucena Adame:
“Firmamos contrato de braceros en
Chilpancingo, Guerrero y viajamos en carro hasta Empalmes, Sonora, y de ahí viajamos en tren hasta Guaymas.
Viajábamos de noche por que en el día hacía bastante calor. De Guaymas
continuamos a las seis de la tarde hasta llegar a Benjamín Hill. Al otro día
continuamos hasta Caléxico, California. Ahí estuvimos todo el día esperando a
que nos llamaran para decirnos a qué lugar nos íbamos a ir a trabajar.
A mí me tocó
trabajar en Yolo, California, en el deshije de betabel blanco; eran unos llanos
muy extensos, después trabajé de regador del betabel, alfalfa y frijol.
Recuerdo que me
invitaban a legalizarme en los Estados Unidos, pero yo pensaba que estaría muy
lejos de mis padres y de mis hermanos y nunca quise tramitar mis documentos.
Allá cumplí quince años de edad, trabajando en los Estados Unidos como bracero.
Fueron nueve
meses y regresé a El Paraíso, pero al siguiente año nuevamente me fui a los
Estados Unidos. Otra vez seguimos la misma ruta de la primera vez que fui a
trabajar. Esta vez trabajamos al corte de elote y de melón. Meses después me
mandaron a Suizón, California, adelante de San Francisco, y allá trabajé en los
cultivos de pera y ciruela pasa, entre otros. Luego regresamos a El Paraíso,
pues helaba bastante.
Al año próximo
fui otra vez a los Estados Unidos, pero “de mojado”, pues ya no había
contratos. Fui a Santana, California. Trabajé podando planta y como jardinero.
Yo cometí el
error de extraviar mis documentos y no recibí el apoyo económico que dio el
gobierno hace algunos meses.
Ya luego
empezaron los buenos tiempos del cultivo del café y ahí pudimos prosperar un
poco, ya sin necesidad de irnos a los Estados Unidos”.
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