LA MARAVILLA DE LAS ABEJAS.
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ
La suma de una abeja Reyna,
además de 25 a 40 mil obreras y de 50 a 1000 zánganos constituyen una “Colonia”
que el apicultor introduce en una caja de madera llamada “Colmena”.
Después de cinco días de haber
nacido, la abeja Reyna inicia su etapa reproductiva y entonces sale de la
colmena para aparearse con el zángano o con los zánganos que la alcancen en su
vuelo. Entonces depositan su semen en la Reyna, en una bolsa denominada
“Esparmateca”, donde se almacenaran grandes cantidades de espermas para el
resto de sus aproximados cuatro años de vida. Una vez que comienza a poner
huevos ya no vuelve a salir de la colmena.
Puede poner hasta mil 500 huevos
por día en temporadas en que existe un flujo mayor de néctar; ella pone huevos
diariamente, es una Reyna muy trabajadora que no admite tributos, más que en su
colmena no llegue a hospedarse otra Reyna, pues entonces se desatará una
batalla campal, que terminará por destruir nuestra colmena. Eso es fatal para
el apicultor, pues al no haber miel, polen, propóleos y jalea, entonces no hay
productos que vender. Si la Reyna padece problemas físicos, el resto de la
población insectaria se pone nerviosa y si es necesario la matan ellas mismas,
hasta que nazca una nueva Reyna.
El zángano no puede recolectar
néctar de las flores porque adolece de una lengua de suficiente dimensión, su
lengua es muy corta y tampoco tiene aguijón, arma muy importante de
autodefensa.
Del 4 al 12 día, las obreras
tienen una especie de secreción, que da lugar a la jalea real, alimento
fundamental de la Reyna, aunque también la comen las larvas en sus primeros
tres días de nacidas.
A los humanos, la jalea nos ayuda
a reducir el estrés y a mejorar la textura de la piel. Al respecto es muy
interesante la historia del papá Pío XII, a quien su médico le recetó jalea,
cuando el pontífice se encontraba muy deteriorado de su salud.
El naturalista suizo Francisco
Hubber dedicó la mayor parte de su vida al estudio de las abejas y en abril de
1955 el doctor Ricardo Galleazzi recetó jalea al Papa y así mejoró la salud del
Vicario de Cristo (
http://geleiareal.com/es/geleia-real-1954-papa-pio-xii/
jueves, 10 de noviembre de 2016).
Las obreras, entre los 21 y los
42 días se encargan de acarrear agua, polen y propóleos, recursos que la
colmena necesita para su vida. Con los propóleos, que son una especie de
resinas que escurre en los árboles, las abejas tapan las ranuras de las maderas
de sus colmenas. Estas partiduras se ocasionan por el aire o los rayos solares.
Las abejas tienen como única entrada en la colmena a la llamada “piquera”. En
temporada de cosechas, debido al incremento de sus labores, la obrera alcanzará
un máximo de seis semanas de vida, fuera de ese tiempo podrá vivir hasta seis
meses.
Cuando los conquistadores
europeos llegaron a nuestras tierras en los años 1500, una más de las sorpresas
que recibieron fue que aquí había una especie de miel que producen las abejas
sin aguijón. Se le denomina miel de palo o miel virgen. Existen varias
variedades, entre ellas la abeja melipona, otras son las abejas trigonas.
Las abejas contribuyen a la
reproducción del reino vegetal, mediante la polinización. Si no hay plantas y
árboles, no hay floración. Si no hay floración, no hay miel. El sistema natural
incluye al agua, los vientos, y la bendecida fotosíntesis. Por cierto, recuerdo
que en el Centro de Estudios Técnicos en El Paraíso, hube de grabarme este
juego de palabras: “La fotosíntesis es el único proceso, con excepción de la
quimiosíntesis en algunas bacterias, capaz de producir sustancias orgánicas a
partir de inorgánicas”. Sin el sol del día y la oscuridad de la noche no hay
fotosíntesis.
Se sugiere que al personal de
Protección Civil se le capacite para no quemar a los enjambres y poder
llevarlas al lugar adecuado en un apiario.
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