UN CAFÉ EN “LA COVACHA”.
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ
No es la primera vez que mi amigo
Aurelio me invita un café en “La Covacha”, una céntrica cafetería de
Chilpancingo. Después de las dos y media de la tarde de hoy empezamos la
charla, intercalando con el disfrute de una deliciosa taza de café americano; él,
además fuma unos cigarrillos mientras platicamos.
Comenzamos por hablar respecto a
las aventuras de realizar una tesis. Mi amigo me platica algunos extractos de
la historia del francés Jacques Derrida (1930-2004). Aurelio me dice que
Derrida (también conocido como Derridá) pertenecía a una familia de judíos y
que cuando los nazis tomaron Francia, en el curso de la segunda carnicería
humana mundial, un día sus padres le dijeron a Derrida que él ya no podía
asistir a la escuela allá por 1942.
Él se preguntaba cuál había sido
tan grave falta que hubiese cometido para dar lugar a que ya no pudiera asistir
a tomar clases. Posteriormente su familia se trasladó a Argelia, tierra africana
que era colonia francesa. Por aparte consulto y encuentro que la policía
francesa colaboró con el régimen hitleriano para detener a los judíos franceses
y remitirlos a los campos de concentración como Auschwitz. Menos del 10 % de unos
76 mil judíos franceses deportados lograron sobrevivir al exilio, entre ellos
el gran filósofo Jacques Derrida -o Derridá-. En noviembre de 1942, toda
Francia fue ocupada por Alemania. (
http://www.lasegundaguerra.com/viewtopic.php?f=260&t=8737).
Derrida apoyó a Nelson Mandela
con un comité anti-apartheid desde 1983 y en 2003, en uno de sus últimos
trabajos, lanzó sustentadas críticas al gobierno de George W. Bush.
En la academia –a la que los
griegos llamaron “el templo de Atenea”- Derrida es muy conocido por usar el
concepto “deconstrucción”, el cual refiere al análisis de la estructura del
discurso, detectando “lo otro”. Según algunos textos, el mismo Derrida aceptó
que Heidegger habló antes que él de deconstrucción, y que Freud habló de
disociación. Derrida mencionó que hablar de “deconstrucción” significaba fijar
una postura respecto al estructuralismo (
https://artilleriainmanente.noblogs.org/post/2016/05/05/jacques-derrida-que-es-la-deconstruccion/).
Volviendo a la charla con mi
zanca Aurelio, él me comenta que Derrida realizó exitosas investigaciones
cuando ya rebasaba los cuarenta años de edad. Por referirlo de alguna manera
diremos que fueron grandes aportes para orientar en la explicación de los
misterios que encierra este mundo.
Mi amigo trae otro caso a la
plática, tratando de explicar lo interesante de las investigaciones y de los
dones que muchas personas trae consigo, tal vez desde su engendración. Ahora mi
amigo me platica respecto a un admirable artista de nombre o apellido Baltazar.
Este gran pintor, siendo muy niño adquirió “un gatito”, pero su adorado felino
un día murió y dejó a aquel niño embargado en su dolor.
Por varios años, el
niño Baltazar seguía con aquella depresión hasta que un día se dio a la tarea
de empezar a dibujar un gatito en una hoja, luego trató de pintarlo, como
asemejando a su gatito. Bueno mi camarada Aurelio hasta me repitió dos veces el
nombre del pequeño felino, pero la memoria suele fallar cuando menos se le
espera, he aquí un caso. El caso es que Baltazar terminó por pintar varios
maravillosos cuadros, los cuales fueron expuestos para ser admirados por el
público en algún sitio de Francia. Otra vez Francia, la misma patria de
Derrida.
Para terminar, viene al recuento
otro caso de Francia. Y se trata nada más y nada menos que del sociólogo Edgar
Morín (a quien muchos lo pronuncian como “morain”). Mi amigo me remite a leer una
de tantas obras de Morin titulada “Mis demonios”. Dice mi gran camarada que
Morin narra cómo fue que él nació con severas dificultades, pues según mi entendimiento,
el “cordón umbilical” había enredado con ganas el cuello y cuerpo de aquel bebé,
al grado de que por más nalgadas que le daban parecía no reaccionar, tanto que
se dudaba de que pudiera sobrevivir.
Mi amigaso me dice que Morin escribió por
cuenta propia como fue que la irreparable pérdida de sus señora madre lo afectó
cuando él cumplía unos diez años de edad, y tal vez hubiese solventado con
mejor suerte aquel semejante daño emocional, a no haber sido porque a Morin, le
ocultaron por muchos años la verdad. Es decir le mintieron y no le dijeron la
realidad sobre la muerte de su progenitora. Morin tuvo un sueño cuando ya
contaba con más de cuarenta años y fue entonces que enfrentó a la vida con más
realeza al comprender que su madre había partido para siempre.
Con este bosquejo no me queda más
que emprender la lectura de esa obra “mis demonios” del sociólogo francés que
otras obras ha escrito “Los siete saberes necesarios para la educación del
futuro” y “La vía para el futuro de la humanidad”.
¡¡Las tesis!! Parece que dentro
de sí llevan impregnados muchos sentimientos del investigador.
Ah, olvidaba decirles que mi
amigo también me platicó algunas cosillas respecto a la sucesión rectoril de la
Universidad Autónoma de Guerrero, que se encuentra casi en puerta. Hasta la
vista.
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