El trabajo en
América, antes y después de la Conquista.
Esteban Hernández Ortiz
Desde 1492 Europa conquistó el Atlántico,
océano que ahora se sumaba a la navegación comercial y militar que hasta ese
entonces se realizaba en el mar Mediterráneo, el Océano Índico o mar árabe y el mar de la China, llamado
también Océano Pacífico (Santana Hernández. 2011: 32). Todo, gracias a que el
genovés Cristóbal Colón surcó esas aguas pensando que se dirigía a las Indias
desde que zarpó del puerto de Palos.
Posterior a la conquista militar y espiritual
siguió la conquista mercantil y científica a lo largo y ancho de América
Latina. Boaventura de Sousa dice que ante la interrogante ¿tienen alma los indios?, en 1537 el papa Pablo III contestó
afirmativamente en su bula Sublimis Deus,
al precisar “los indios son verdaderamente hombres y […] no sólo son capaces de
entender la Fe Católica, según nuestra información ellos desean extremamente
recibirla” (De Sousa. 2014: 27).
En el violento sometimiento, mismo que se
acompañó de una conquista religiosa, morirían gauchos, que son los vaqueros mexicanos, pero en Uruguay, Argentina
y sur de Brasil. Un decreto argentino de 1815 estableció que todo hombre de
campo que no tuviera propiedades sería reputado sirviente, con la obligación de
presentar tarjeta visada por su patrón trimestralmente. Al norte de Argentina
surgió un rebelde de nombre Felipe Varela, quien decía que “ser provinciano es
ser méndigo sin patria, sin libertad, sin derechos”. El aguerrido Varela fue el
último líder y acabó sus días enfermo de tuberculosis y en la miseria en 1870
(Galeano. 2003: 300). También mueren guaraníes, aztecas y purépechas. El
genocidio es bastante. El
término Genocidio fue acuñado en 1944
por primera vez por Raphael Lemkin, un judío polaco. Significa “matar a la
familia, tribu o raza.
Con todos los millones de muertos que costó la
Conquista América Latina continuó y continúa siendo invadida por medio de la
colonialidad. Los textos constitucionales que todas las naciones americanas
poseen respecto a la libre determinación
de los pueblos contrastan con la realidad.
Para Antonio Elizalde el desarrollo surge
vinculado al esfuerzo político por hacer transitar a los países pobres por un
camino que les permita superar su pobreza o carencia de desarrollo
(subdesarrollo).
En
un absurdo eurocéntrico se denomina “americano” al hombre estadounidense, lo
mismo que a la ropa, calzado u otros productos de fabricación o producción
hecha en Estados Unidos de América del Norte, conocido también por sus siglas
anglosajonas “U.S.A.”. El cantante puertoriqueño “Calle trece” alterna con el
grupo mexicano “Los tigres del Norte” en la canción “América”. Es una forma de
dar un concepto a nuestra América en forma distinta a la eurocéntrica. Puede observarse el video en http://www.dailymotion.com/video/x2l3qrl
Para Aníbal Quijano, el desarrollo es un término que desde la Segunda Guerra Mundial ha
cambiado muchas veces de nombre y de apellido, tironeado entre un consistente
reduccionismo economicista y los reclamos de todas las otras dimensiones de la
existencia social”. Fue una de las más movilizadoras propuestas del medio siglo
XX.
Estados Unidos de Norteamérica se instauró
como la nación más fuerte del orbe posterior a la Segunda Guerra Mundial en
términos económicos y armamentísticos, aunque contradictoriamente, para 2015 Estados
Unidos fue el país más endeudado del mundo (http://www.datosmacro.com/deuda/usa).
Este país norteamericano nació de un conjunto de trece colonias europeas que
con su independencia (1774-1783) marcó el primer ejemplo de revolución burguesa
y liberal y pasó de ser un conjunto de colonias a país colonizador que en lo
que va del siglo XXI sigue manteniendo en la colonialidad a América Latina.
“América para los americanos”, ¿Así sería de verdad? Aquel enunciado fue proclamado por James Monroe,
quien en 1816 pasó a ser el huésped oficial de la Casa Blanca, él era un
partidario convencido del expansionismo. En el discurso que Monroe dio el 2 de
diciembre de 1823 respecto al estado que guardaba su nación, anunció las bases
políticas de su doctrina, la cual se edificaba sobre dos aspectos
fundamentales: el postulado de la no colonización por ninguna potencia europea
en el continente americano; y el principio que estimaba a toda intervención
europea en el hemisferio como una osadía a la paz y la seguridad de Estados
Unidos. Esta política exterior de Estados Unidos selló durante más de cien años
sus relaciones con América Latina.
En el mismo transcurrir de los primeros años
de la década de 1820, exactamente en 1823, el principal ideólogo del imperio
británico, George Canning, celebraba sus victorias universales. La edad de la
caballería estaba entrando al pasado y ahora surgía una edad de economistas y
calculadores. Londres estaba de manteles largos, Napoleón había enfrentado la
derrota varios años atrás (Galeano. 2003: 283). Al año siguiente, Canning
escribía: “La cosa está hecha; el clavo está puesto, Hispanoamérica es libre; y
si nosotros no desgobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa”.
La revolución industrial estaba en auge e
Inglaterra era la mayor economía del momento. Ya desde antes de las
emancipaciones de los nuevos países en Latinoamérica, Inglaterra llevaba en
buena parte el control del comercio entre España y sus dominios, y no sólo
abastecía de sus mercancías a las colonias que había establecido en la costa
Este de los Estados Unidos. Los telares
de Manchester, las ferreterías de Sheffield y otros productos inundaron los
mercados latinoamericanos.
En la Nueva España el yugo opresor hacia los
trabajadores no tenía límite. Cuando nacía el siglo XIX, Alexander Von Humboldt
calculó el valor de la producción manufacturera en México en unos siete u ocho
millones de pesos. La mayor parte correspondía la industria textilera, la cual
crecía a hombros de los indios que trabajaban encarcelados en talleres desde
antes del amanecer hasta bien entrada la noche.
Después de la emancipación, Europa seguía
presente, no se le había desterrado del todo. José Martí impulsa un
contradiscurso eurocéntrico en América Latina. Martí asegura que “el problema
de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu”,
por ello es que “la colonia continúo viviendo en la república”. “Éramos una
máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de
Norteamérica y la montera de España” (Santos Herceg. 351).
Eduardo Galeano dice que luego de que Vicente
Guerrero llegara al poder en 1829, pronto cayó en la indiferencia de los
trabajadores, porque no tuvo voluntad o porque no supo poner un dique a la importación
de mercancías europeas (Galeano 2003: 295). Lucas Alamán, un político
conservador advirtió que las ideas de Smith contenían veneno puro y propició la
creación del Banco estatal llamado “banco de avío”, con el propósito de
impulsar la industrialización (Galeano 2003: 296). A México lo seguían
saqueando.
Luego, Alamán se hizo industrial y creó la
mayor fábrica textil mexicana “Cocolapan”. Después organizó a los industriales
como grupo de presión ante los sucesivos gobiernos librecambistas. El católico
Alamán tampoco planteó la cuestión agraria para beneficiar a los trabajadores
del campo que no poseían ni una pizca de tierra. Los campesinos mexicanos
esperarían hasta que el ejido se elevara a rango jurídico mediante la Ley
agraria impulsada por el General Lázaro Cárdenas.
La colonialidad es el continuum de la colonización en América Latina. Hasta antes de
1870, Paraguay era el estado latinoamericano que no caía en manos del
imperialismo europeo y estadunidense. La nación identificada con la canción pájaro chogüi (Galeano. 2003: 295) caía
ante el embate de una guerra tripartita conocida como la Triple Alianza,
Brasil, Uruguay y Argentina atacaron a sus hermanos latinoamericanos
paraguayos. Inglaterra saca una provechosa tajada de esa guerra, pues el banco
de Londres otorgó empréstitos a los invasores. Los mercaderes, banqueros e
industriales ingleses se ven beneficiados (Galeano. 2003: 309).
El agente norteamericano Hopkins remitía
informe a sus jefes diciendo que en Paraguay “no hay niño que no sepa leer y
escribir…” (Galeano. 2003: 309). Paraguay no debía ni un centavo al exterior,
no obstante su independiente status económico, la nación mantenía el mejor
ejército sudamericano. El sistema de gobierno paraguayo determinaba que los
campesinos trabajaran la tierra con la obligación de cultivarlas
permanentemente, pero sin el derecho a venderlas. Los paraguayos rescataron la
tradición autóctona de levantar dos cosechas anuales, medida que había sido
relegada por los conquistadores.
Cuando algunos investigadores aseveran que el
rol de “héroe malo” que jugó Europa, lo hubiesen desempeñado los chinos, los
árabes o los hindúes, si hubieses tenido la misma oportunidad de colonización
que los europeos tuvieron, Wallerstein define a dicho argumento como una visión
de la historia moderna muy
eurocéntrica en su antieurocentrismo,
por que acepta el valor del logro europeo precisamente en los términos en que
Europa lo definió, afirmando simplemente que otros también podrían haberlo
hecho (Wallerstein. 2002: 203-204).
FUENTES DE
CONSULTA.
·
De Sousa Santos,
Boaventura. Epistemologías del Sur.
Ediciones Akal, 2014.
·
Dussel Enrique, Filosofía, historia de las ideas e ideología
en América Latina y el caribe. Una nueva edad en la historia de la filosofía.
Universidad Nacional Autónoma de México, México 2011. Santana Hernández,
Adalberto, coordinador.
·
Galeano Eduardo, Las venas abiertas de América Latina. Siglo
XXI Editores. 2003.
·
Wallerstein
Immanuel. Siglo XXI editores, Conocer el
mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido.
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