Historias del basquetbol en El
Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Esteban Hernández Ortiz.
Muchos de los pobladores de El
Paraíso, señores que ya tienen de 70 años en adelante –y tal vez otros de menor
edad también- cuentan que en 1958 se hizo una cancha de basquetbol en el lugar
que ahora ocupa el zócalo. Algunos años después también había una cancha de del
mismo deporte en lo que ahora es la colonia Guadalupana, a la que yo doy en
llamarle “el barrio fundador de El Paraíso”. Se ubicaba donde ahora es el
Kínder Ignacio Zaragoza.
El señor Emilio Reyna Morales,
nació en Tejamanil, y desde niño ha vivido en El Paraíso. Él cuenta que por
esos años iban a jugar de Las Trincheras. Recuerda los sobrenombres de los
jugadores: El Chaneque, la changa y la coyunda, éste último era muy bueno para colar. De Tepetixtla iba
un jugador conocido como la cáscara,
y de Los Piloncillos iba Trinidad Sánchez, alias la pachayota. De Los Valle iba un jugador de apellido Galindo y de
sobrenombre El faisán. De Atoyac iban
dos hermanos, uno conocido como El Pupo
y al otro le llamaban El Zurdo, se
apellidaban Reyes. De Atoyac también iba Macario, era más alto y robusto.
Don Emilio cuenta que él y su
hermano Leonardo, junto a los hermanos Alberto y Santos Catalán, además de José
Bautista, Genaro Ciprés Corona y Nicolás Araujo Oláis, formaron el equipo de
“Los Cometas”.
También hubo otros basquetbolistas
del Paraíso como Irene Ávila, Vicente Adame, Gregorio Castro Martínez y Alberto
Sotelo Lucena. Ellos formaron el equipo “Los Satélites”, y algunos años después
pasaron a llamarse “los cafeticultores”.
Con este equipo jugaron los profesores Simón Bello Espíritu y Alberto
Morlet Andrew, el primero era tixtleco de nacimiento y el segundo nació en
Chilpancingo. En una ocasión se reforzó bien un equipo de El Gallo y entonces se formó lo que podemos llamar la primera selección
de basquetbol del Paraíso, fueron sus directivos el profesor Alberto y el
profesor Simón.
La cancha del actual zócalo era
de tierra y tenía sus tableros de madera, y la cancha de la actual colonia
Guadalupana se “emparejó” con una máquina que trajo una empresa que tenía un
nombre parecido a OCS, cuenta don Emilio Reyna. Además, venían equipos de El
Gallo, de este pueblo venía un profesor de nombre Gregorio, amigo del maestro
Simón.
Al finalizar los partidos se
solicitaba a las señoritas del pueblo que por favor tuvieran la amabilidad de
bailar con los deportistas visitantes, pues cuando los basquetbolistas de El
Paraíso iban a jugar a las otras comunidades la actitud era recíproca. Para
esos tiempos ya doña Josefina Pérez, de El Paraíso, tenía un tocadiscos. Tal
vez otra persona halla tenido algún equipo de esa índole para hacer fiestas. Cuenta
el señor Emilio Reyna que por aquellos años se hacían pequeños torneos en tres
ocasiones: El 20 de noviembre, en diciembre y en Semana Santa. Él dice que en
1962 se definió dejar el torneo sólo para el fin de semana más próximo al 20 de
noviembre y así quedó la tradición.
Dice don Emilio Reyna Morales:
“Entre todos los jugadores
hicimos la cancha de la escuela. Yo tenía 17 años de edad. Algunos también
hacíamos nuestro servicio militar. Después hicimos la cancha del cuartel, pues
los soldados querían tener una cancha muy cerca de ellos, ya que empezaba a
circularse el terreno de la escuela primaria y entonces la cancha quedaba
encerrada. Nosotros acarreábamos la piedra, la graba y la arena. Fuimos peones
de los albañiles”.
Por su parte, el profesor Alberto
Morlet Andrew cuenta que también iban jugadores de El Edén. También comenta que
cuando él llegó a El Paraíso en 1953, ya había jugadores como Cecilio Martínez
Adame, Ramón Lucena Saldaña, Juan Hernández Rivera y Lorenzo Araujo Oláis. Dice
el maestro Alberto que el papa del profesor Simón se llamaba Daniel y que era
albañil. Fue quien guio los trabajos para construir las canchas y las primeras
aulas de la Primaria Cuauhtémoc.
Por último, ¿Quién no recuerda el
sabroso pan que elaboraba “doña Biela”, la mamá del profesor Simón? Bueno, en
lo particular sí me acuerdo de esto último, de los demás datos no doy fe, pues
nací en 1974. Cuando ya estaba en mi adolescencia (hace algunas décadas), yo y
mi padre fuimos a los festejos de la Virgen de Natividad en Tixtla, allá
encontramos a doña Biela, ella con mucho gusto nos saludó, y nosotros también.
Comentario final: Pueden leer el
libro de mi autoría titulado “El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez,
Guerrero”, en su primera edición. Espero pronto publicar la segunda edición
ampliada y corregida.
Gracias por haber leído este
texto.
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