Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Tiempos de la guerrilla dirigida por Genaro Vázquez Rojas


El día lunes, cinco de junio de 2017, cuando eran las tres de la tarde con quince minutos, en el zócalo de Chilpancingo me encuentro con el señor Delfino Juárez Adame. Yo me dirigía a una de mis clases de la maestría en humanidades en mi Universidad Autónoma de Guerrero.


Le pregunté al señor Delfino que si podía platicarme respecto a la ocasión en que el ejército detuvo a él y a otros vecinos de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Él accedió y empezó a comentarme:


 “Nos acusaban de haber participado en el secuestro de un vecino del pueblo, pero ninguno de nosotros tuvo que ver en eso. Fue pura infamia. El secuestro y asesinato de ese muchacho tuvo otros orígenes. Yo vivía en casa de mi tío Nicanor Vélez, muy cerca de la casa de don Eufemio Ocampo. En ese momento estaba cenando, pues el que nada debe, nada teme, cuando entró mi esposa y me dijo: 'Te hablan los policías, están allá afuera, en la puerta de la casa'. Entonces yo salí, eran policías motorizados y les pregunté qué era lo que se les ofrecía, ellos me dijeron que necesitaban que yo los acompañara al cuartel militar, el cual se encontraba hacia arriba de la casa de doña Isabel Flores Escalante. Al otro día me llevaron al cuartel de Atoyac, ahí estuve dos días; luego me llevaron a un lugar de Acapulco, era de noche cuando llegamos, con los ojos vendados y podíamos ver muy poquito, pero se oía que estábamos muy cerca del mar. Ahí nos tuvieron otros dos días, y luego nos llevaron al Campo Militar número uno, establecido en la Ciudad de México. Allá estuvimos seis meses con siete días. Mi hermano Benito, quien es Licenciado iba a preguntar por mí, pero siempre le dijeron que yo no estaba ahí. Éramos yo, Julio Vázquez; también el comisario Leonardo Guerrero, mi compadre Santiago Adame y …

Nunca nos llevaron ante algún juez. Cuando nos liberaron, salimos bien flacos, ojerudos y demacrados, pues nos mal pasábamos harto, comíamos muy poco".


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