Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

lunes, 22 de junio de 2015

Meditando en los bosques.

MEDITANDO EN LOS BOSQUES
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ
El único ruido que por momentos se escucha es el de mis pasos, cuando hago contacto con la hojarasca, mientras ésta empieza a secarse con los rayos del astro rey. Un día antes ha llovido ligeramente y ya están los suelos bien húmedos, pues la temporada de lluvias llegó hace varias semanas. En otros instantes se escuchan las aves llamadas guacos y el sonido de su gaznate resuena de árbol en árbol y entre cafetos y cafetos. Pareciera que esta familia se comunica perfectamente y luego empiezan otros guacos y luego otros y otros más.
Por aquí existen parcelas de café que a leguas se mira, son trabajadas con mucha entrega. Los cafetos tienen “señoras terrazas” para captar el agua y ésta penetre hasta la profundidad de las raíces, logrando nutrir a las plantas y robustecerlas.
Los jilgueros alegran más el momento. Cuando transcurrían los años de 1985 a 1990, se escuchaba música ranchera en las huertas y uno de los duetos más populares fue Bertín  y Lalo, quienes cantaban una canción que decía: “cenzontles y cardenales arrímense a divertir, a saludar a un jilguero que ha venido por aquí…”
Hay una especie de palomas que graznan haciendo un sonido como si una persona usara un cuerno de toro y silbara dos veces ligeramente consecutivas. En el sigiloso ambiente de las parcelas de café se vive un relajamiento incomparable.
Cuando escucho a estas palomas me viene a la mente el recuerdo de una película en la que una familia de Inglaterra es granjera y el señor enseña a su pequeño hijo las labores del campo. El niño aprende de todo, pero lo que más le encanta es convivir con su caballo y el corcel obedece perfectamente cuando el niño le llama mediante un silbido similar al de las palomas que le cuento. Siempre se coloca una mano delante de la boca en forma de puño y enseguida coloca la otra mano en la misma posición; luego silba como paloma y el equino galopa feliz para encontrarse con su amo.
Inglaterra ya había tomado partida en la guerra y ante la carencia económica, el señor de la granja optó por vender el caballo para que el ejército de su País lo utilizara. El niño ya entró a la adolescencia, llega a casa y su madre le informa que el caballo ha sido vendido, entonces el chavalo corre velozmente tratando de alcanzar a su padre antes de que lo venda, pero fue imposible, el caballo ya había sido comprado. El Capitán que montará al animal da ánimos al muchacho y le promete cuidarlo por donde quiera que vayan, desafortunadamente el jefe militar muere en alguno de los primeros combates y el caballo pasa al bando enemigo –con los alemanes para ser exacto-.
Abrevio el relato y le diré a Usted que tan pronto como el muchacho alcanza la mayoría de edad se enlista en las fuerzas armadas de su patria y va a la guerra con la firme intención de traer a casa nuevamente a su caballo. En un combate, el joven soldado pierde parte de su capacidad visual, pero intuye que él y su caballo están muy cerca, entonces le silba, como él sabe hacerlo y el caballo salta alambres y cercados hasta reencontrarse con su amo.
El amor es grande cuando se le cuida y se le cultiva bien. ¡Que caballo tan obediente!, ¡casi como somos la mayoría de los humanos!, ¿verdad?





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