Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

lunes, 22 de junio de 2015

RAYOS Y CENTELLAS
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ

Parecía que el cielo se caería en mil pedazos; hacía varios días que no había llovido y esta vez se entendía que la lluvia iba a cobrarse todos los pendientes. A cada instante se van viendo más y más negras las nubes como anunciando que caerá agua a cántaros.  Algunos aseguraban que a pesar de tremenda tronadura desde las alturas no llovería tanto, ya que el aguacero es seguro cuando llega por el oriente y en esta ocasión la tempestad se anunciaba del lado opuesto.

Eran las tres de la tarde y alguna fracción cuando empezaron a caer enormes gotas, pero sorpresivamente no hubo tal aguacero, apenas sí una lluvia ligera de unos treinta minutos; eso sí, se suspendió el servicio de energía eléctrica desde las 4 de la tarde y una media hora después nos quedamos sin señal de telefonía celular. Hoy el pueblo está muy avanzado si regresamos la mirada a los años ochenta y demás que precedieron.

Los chavos parecen disfrutar la oscuridad y se sientan en las banquetas a dialogar, reír y gritar. A esos años todos pensamos que podemos desbaratar el mundo de dos patadas y pode armarlo de nuez en menos que canta un gallo. A otros les da por pensar que el mundo puede comerse de unos cuantos bocados.

Se escucha música de varios estilos; por un lado se oyen a los Cadetes de Linares cantando esa canción que dice: “Llorando me alejé…”. En otro rumbo se escuchan a los románticos “Caminantes” cantando: “Entre más lejos me valla, más me acuerdo yo de ti… entre más sea la distancia…”. Hay otros más arrancherados que escuchan a Vicente Fernández con la canción del “arracadas”, composición que fue llevada a la pantalla del cine en 1972.

Los grillos no dejan de cantar a su manera y los chavos no hacen el menor intento de llegarle a descansar.

La calle esta oscura y arriba, en el cielo tampoco hay claros. La luna se encuentra oculta en algún punto del inmenso espectro y no nos aluza para nada; apenas se deja ver uno que otro lucero solitario, aunque se miran algunos luceros organizados en equipo como si la creación -sea del Bing Bang o por el Dios Padre- les hallan encomendado permanecer ahí, situados en sus puntos para dar forma a algunas figuras geométricas. Según el calendario será hasta el uno de julio cuando nos salude con todo sus esplendor como “luna llena”, pero por ahora ni maíz paloma.

Dan las nueve y quince de la noche cuando las lámparas que en 1880 inventó Thomas Alba Edison se encendieron; los chavos gritan felices, aunque algunos minutos después quedamos otra vez en tinieblas: así estuvo el servicio llegando y retirándose, pero se restableció en forma permanente a eso de las 10 en punto de la noche y para las diez con 30 minutos vuelve la señal de telefonía celular.
Para entonces la música no cesa, en otros lugares del pueblo se oye ese corrido que dice: “En 1911, les voy a explicar muy bien, mataron a dos hermanos y a un primo hermano también… un jueves 20 de abril como a las tres de la tarde…”

La chavaliza sigue de pie y es patente su algarabía; mientras yo recuerdo aquella ocasión en que tuve la oportunidad de viajar a la península ibérica, en concreto a España. En Madrid se realiza “la marcha” en la que multitud de adolescentes, jóvenes y otros no muy jóvenes salen a caminar un buen kilometraje en las principales arterias de la capital de la madre patria, cantando y platicando al por mayor. Yo me incorporo en una de esas ocasiones y comparto la caminata por varios minutos con un equipo de muchachos y muchachas que dijeron ser de Alicante; cuando llego el momento del despido uno de ellos me dice: “Adiós amigo, que tengas suerte en la vida”.

Fue en marzo de 2007 cuando anduve en Madrid, Toledo y la Guadalajara de allá, que es por mucho, más pequeña en número de habitantes que nuestra perla tapatía. Escribí mis vivencias y les dieron publicidad en “página Atoyac” de El Diario 17.


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