Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

martes, 8 de noviembre de 2016

El basquetbol empieza a practicarse en el pueblo. (Me disculparán que en este y otros textos, frecuentemente se recurre a los apodos, sobrenombres o motes, pues es una costumbre en los pueblo el referirse a un caballero, también por un apodo, además del nombre. Nuestros entrevistados, así se expresan y hemos querido insertar esa cultura en los trabajos.


El basquetbol empieza a practicarse en el pueblo.

Cuentan los pobladores que en 1958 se hizo una cancha de basquetbol en el lugar que ahora ocupa el zócalo, era de tierra y con tableros de madera. También se hizo otra cancha en donde ahora está el Jardín de Niños Ignacio Zaragoza, en la colonia Guadalupana. Jugaban jóvenes del pueblo como Vicente Adame, Gregorio Castro Martínez e Irene Ávila, entre otros. Para entonces ya habían llegado al pueblo los profesores Simón Bello Espíritu y Alberto Morlet Andrew, quienes también jugaban baloncesto.

De Las Trincheras venían a jugar jóvenes más conocidos por sus apodos que por sus nombres: “el chaneque”, “la changa” y “la coyunda”. Este último era muy bueno para colar[1]. De Tepetixtla venía un joven conocido por el mote de “La cáscara” y de Los piloncillos Trinidad Sánchez, de sobrenombre “la pachayota”.

Al finalizar los encuentros, se organizaba un baile y se solicitaba a las señoritas del pueblo que tuviesen la amabilidad de bailar con los jóvenes que venían de otros pueblos, pues cuando los paraiseños iban a jugar a otros lugares, la actitud era recíproca.

Los encuentros de basquetbol se hacían en Semana Santa, en diciembre y en el día del 20 de noviembre. Así se fue estableciendo la tradición de hacer esta justa deportiva en los fines de semana que rodeen al día 20 de noviembre, de tal forma que en el año de 1962 se organizó ya con más formalidad el primer torneo de basquetbol y desde entonces a la fecha no ha dejado de hacerse en estas fechas.

El señor Emilio Reyna Morales nació el día 21 de mayo de 1944 en Tejamanil, municipio de Heliodoro Castillo[2]. Es hijo de los señores Camilo Reyna Adame y Ninfa Morales Martínez. Su papá nació en Tlacotepec y su mamá en Otatlán, municipio de San Miguel Totolapan. Todos estos pueblos pertenecen al estado de Guerrero.

Cuenta el señor Emilio Reyna que a los cinco años de edad él se fue a vivir a Tlacotepec, en compañía de sus padres. Y llegó al Paraíso a la edad de siete años, acompañado de su mamá. Recuerda que él era parte del equipo de basquetbol llamado “los cometas”, junto a su hermano Leonardo, Alberto Catalán y su hermano Santos Catalán[3]; también José Bautista, Genaro Ciprés Corona y Nicolás Araujo[4], entre algunos más.

Recuerda que la primera cancha de basquetbol estaba en el actual zócalo, era de tierra y con tableros de madera. Después se hizo una cancha donde ahora está el Jardín de Niños Ignacio Zaragoza, de la colonia Guadalupana. Dice que hubo otro equipo llamado “los satélites”, integrado por Alberto Sotelo Lucena, alias la cotorra, Irene Ávila Jiménez y Vicente Adame, entre otros. Los satélites cambiaron su nombre y se llamaron “los caficultores”, ya integrado el profesor Simón Bello Espíritu y el profesor Alberto Morlet Andrew.

Dice Emilio Reyna Morales que él empezó a jugar en la cancha del zócalo, junto a Irene Ávila, alias la rata, y que la cancha del Kínder fue emparejada por una máquina que trajo una empresa que tenía un nombre parecido a OCS. Después los jugadores le echaron piso de concreto y la cancha del zócalo nunca fue de cemento.

Jugábamos contra los equipos de Los valles, Las Trincheras y El Gallo. En El Gallo, había un profesor jugador de nombre Gregorio, era amigo del profesor Simón Bello. De Los Valles venía un jugador conocido como “El Faisán”, de apellido Galindo; también venía un equipo de San Juan de Las Flores. De Las Trincheras venía un jugador que le decían “El Chango”. De Atoyac venía “el Pupo” y su hermano “El zurdo”, se apellidaban Reyes. Otro jugador que venía de Atoyac se llamaba Macario, era el más alto y doble.

Habla Emilio Reyna Morales:
“Entre todos los jugadores hicimos la cancha de la escuela, la construimos con cemento, cuando yo tenía 17 años de edad. Después hicimos la cancha del cuartel militar, pues los soldados pedían una cancha cercana a ellos, pero que también sirviera al pueblo a cualquier hora del día, porque la de la escuela primaria empezó a circularse. Acarreamos la piedra y la arena, fuimos ayudantes de albañil hasta que se acabó de construir la cancha”.



[1] En basquetbol, colar es entrar hasta el pie del tablero con balón en mano dando unos tres o cuatro pasos consecutivos, y liberándose del “ataque” del equipo contrario.

[2] Entrevista al señor Emilio Reyna Morales.

[3] También conocido por su sobrenombre de “la perra”. Había otro jugador con el mismo apodo, de nombre Francisco Hernández Morales, hijo de don “Gollito Hernández”, quien vivía junto a la casa del señor Mateo Jiménez.

[4] Alias “el venado”.

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