EL DÍA EN QUE LA NAVIDAD DOMINÓ A LA GUERRA
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.
Cerca de la Ciudad de Ypres, Bélgica y en plena Primera Guerra
Mundial, soldados británicos y alemanes se tomaron la libertad de decretar una tregua
en la noche buena del 24 de diciembre de 1914. En aquella noche la navidad
venció a la guerra encarnizada que se libraba entre La Triple Alianza y La Triple Entente. En la mente del soldado
inglés Willie Loasby surgió la idea de invitar a sus contrarios soldados
alemanes para que pactaran una tregua navideña. Los alemanes adornaban en su
área con árboles navideños que sus mandos habían enviado y elevaban cánticos
navideños; su contraparte inglés también empezó a cantar conmemorando la
Navidad.
Alemanes e ingleses convivieron con una cascarita de futbol,
se saludaron y algunos hasta intercambiaron sus direcciones para que en caso de
sobrevivir a la guerra se visitaran los unos a los otros.
Era inmenso el amor que aquel soldado británico plasmó en un
diario, donde anotó el miedo que le invadía cuando propuso tremenda y
descabellada idea. Cómo en esta vida casi todo tiene un precio monetario, aquel
texto fue subastado y vendido en 25 mil euros en Inglaterra. Era una carta de
unas ocho cuartillas escritas con lápiz, en la que Loasby se dirigía a su madre
narrando cómo desde el día 23 de diciembre empezó a relacionarse con su
contraparte alemana en busca de tan famosa y admirable tregua. También explica
el miedo que sentía al recorrer 36 metros que mediaban entre las trincheras
opuestas para poder hablar con los alemanes, pero sin llevar su arma (http://www.abc.es/cultura/20141218/abci-tregua-navidad-carta-creo-201412181544.html).
En aquella Primera Guerra Mundial, llamada por muchos “la
primera carnicería humana de la historia” los soldados que vestían un uniforme
consideraban al soldado del otro “frente” como un satánico enemigo. La fuerza
de la razón no había logrado contener las diferencias y había resultado
imposible tomar acuerdos, a no ser que fuera mediante un armisticio en que el
que algún país depusiera sus arsenales.
Los soldados que habían ido a los campos de batalla pensaban
en un enemigo que no era tal, pues en cada ejército había hombres de carne,
hueso, alma, corazón y anhelos que les identificaban. Luego de que las naciones
surgieran como tal, y que el planeta se fraccionara en repúblicas, cada nuevo
Estado-Nación compuso su himno y en sus estrofas se habla de defender al suelo
patrio si algún enemigo osare invadirlo.
El Tratado de Versalles fue firmado a las 11 horas con 11
minutos del día 11 del mes 11 de 1918 en Versalles, Francia. En ese armisticio fueron
plasmadas las firmas del mariscal francés Ferdinad Foch y el Ministro de Estado
alemán Matthias Erzberger en un vagón de tren que se situaba en el bosque de
Copiégne, casi cien kilómetros al norte de París. Francia ganaba la Guerra,
pero en ese mismo vagón, el 2419-D, Adolfo Hitler cobraría venganza en la
segunda carnicería humana mundial, conocida como Segunda Guerra Mundial el 22
de junio de 1940, cuando Francia se rendía ante Alemania. Los alemanes
trasladaron ese vagón a su país, pero ante el temor de que pudiesen firmar por
segunda vez una rendición, optaron por destruirlo (https://treneando.com/2009/11/12/el-vagon-del-armisticio-de-compiegne/).
A más de una centuria de haber iniciado la Primera Guerra
Mundial, el odio, la violencia y la guerra siguen presentes en el mundo. La
especie humana no es violenta por nacimiento y la atmósfera social-cultural-económica
en la que vivimos tiende a generar personas violentas.
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