La Sierra de Guerrero: Extracción de recursos y sus aportes en las luchas libertarias de México.
Esteban Hernández Ortiz.
Texto que elaboré en mayo de 2019. Hoy realizo algunas adecuaciones respecto a las fuentes de consulta siguiendo el sistema APA. También modifiqué el título del texto.
Las
imágenes que acompañan a este texto son parte de mi archivo personal y fueron
tomadas por mí. La primera la capté desde el panteón de El Paraíso, y la
segunda la capté desde la Preparatoria 45 de la Universidad Autónoma de Guerrero.
Los
incendios que han devastado, y aún devastan, a la Sierra de Guerrero, dejarán
lamentables resultados para esta entidad y para el país. La catástrofe dañará,
por supuesto, también al mundo.
Después
de la tragedia de La Pintada, en septiembre de 2013, no se había presentado
algún suceso tan lamentable. Cientos de hectáreas han sido arrasadas por el
fuego, dañando la vida vegetal, animal y humana.
Como región, la Sierra tiene una
multiculturalidad, independientemente de su existencia o inexistencia en los organigramas
gubernamentales.
La
Sierra es el sitio donde nacen 23 ríos (algunas fuentes dicen que son 27 ríos)
que descienden hacia la Costa Grande, la Tierra Caliente y la zona Centro,
abasteciendo a miles de guerrerenses, tanto para consumo humano como para
actividades agropecuarias.
Haré
un breve abordaje histórico. Cuando los conquistadores europeos llegaron a la
Sierra, ya existían en estos lugares habitantes de cuyos orígenes no tenemos
precisión.
Mucha gente sierreña participó en la
Independencia de México. El 20 de febrero de 1814, en la Ciudad de Toluca, se
redactaba el siguiente informe:
“En la mañana de este día han llegado
dos individuos, ambos de la Hacienda de Bejucos, linderos de Cutzamala, y me
informaron que Morelos hace trece días salió de aquel punto para el de Coyuca,
luego al de Ajuchitlán y de éste a Tlacotepec, que es donde reside. En
Ajuchitlán lo vio D. José Moreno y observó que tenía como doce mil hombres
armados con cosa de ochocientos fusiles, que todos los diezmos y cuantos víveres
hay por aquellas inmediaciones, los están conduciendo de orden de Morelos a
Tlacotepec, que es donde se halla con la junta de pícaros que residía en
Chilpancingo. El pueblo de Tlacotepec está situado al principio de la Sierra
Madre, al otro lado del Río Balsas. Su ubicación es un alto cerro, para el cual
sólo hay tres entradas muy penosas; la una es por Tehuehuetla y Tetela, que es
puntualmente la que pasó cuando salió de Coyuca y Ajuchitlán; la otra es por
Teloloapan, Apaxtla y Hacienda de San Marcos, que es donde pasa el río; y la
tercera por Chilpancingo, la cual ha de ser la más cómoda, por haber compuesto
el mismo Morelos sus caminos.
Este pueblo de Tlacotepec goza de
buen temperamento, es grande y de mucha producción de maíz y carne para
sostenerse. Está inmediatamente al real de Tepantitlán, cuyas minas en su
actual bonanza las disfruta Morelos, cuyo objeto acaso le habrá movido a
situarse en él, bien es que su posición le ha de ser muy ventajosa y
fortificado costará mucho trabajo para desalojarlo.
Tiene cobres para cañones y salitres
para pólvora; de uno y otro se surtió Morelos en este pueblo cuando promovió la
insurrección en la Costa del Sur, y en el fundieron los primeros cañones
insurgentes.
La división de Chilpancingo es la que
está más inmediata para abatirlo, porque sólo hay distancia de 20 a 25 leguas,
de un camino que por haberlo compuesto Morelos ha de ser el mejor. Puede entrar
por Teloloapan; tiene como diez leguas de mal camino, y una subida a Tlacotepec
de igual número de leguas, bastante penosa después de pasar el río en San
Marcos.
Al
final, el documento se firmaba como “Guardamina” y se ponía la rúbrica (Salgado, 2009, pág. 38).
Hay
diversos testimonios respecto al hallazgo de cañones y armas de fuego en la
Sierra, pues en efecto fue refugio de personas que combatieron en la
Independencia. El señor Donaciano Lucena cuenta que en Campo Morado, municipio
de General Heliodoro Castillo, con cabecera en Tlacotepec, un día su papá, el
señor Crisóforo y su primo Efraín Lucena Nájera salieron a venadear cuando de
pronto miraron un pedazo de fierro que asomaba en el suelo, en realidad era un
cañón. Dieron parte a Tlacotepec y fue un General del Ejército Mexicano a traer
ese cañón.
La
Sierra, por los recursos que posee, ha estado en la mira de buscadores de
riquezas en diferentes épocas: primero, de mineros; después, de ganaderos, y
recientemente, de madereros.
Durante
el periodo colonial, aproximadamente cada ochenta días se entregaban los
tributos, los cuales se transportaban por medio de tamemes o cargadores que
llevaban los productos que los calpixques o recaudadores habían recolectado en
los pueblos, cabeceras o provincias. Entre los productos de tributo se
encontraban la miel, las pieles y los plumajes. La provincia de Cihuatlán era
la que comprendía la mayor parte del actual territorio de la Sierra de Guerrero
(Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del
contacto”, 2018).
Durante la Independencia, la Sierra
fue escenario de grandes batallas. Muchas personas encontraron un refugio o
escondite debido a lo escarpado y marginado de la región. Finalizaba el año de
1817, cuando en el Cerro de Santo Domingo, cerca de Jaleaca de Catalán, el
General Nicolás Catalán fue sitiado por los realistas; ante la carencia de
alimentos era inminente la rendición del ejército del General Catalán, entonces
doña Antonia Nava, esposa del General Nicolás Catalán y oriunda de Tixtla,
Guerrero, en compañía de un grupo de mujeres dieron prueba de la valentía de la
mujer sierreña (Campos, 2012, pág. 134).
Entre
los diversos datos de la Revolución Mexicana se tiene que, conociendo la
Sierra, Jesús H. Salgado recurrió a la guerra de guerrillas después de haber
depuesto las armas el 12 de diciembre de 1911 en Teloloapan. De marzo a
diciembre de 1914 fue gobernador de Guerrero, y cuando las fuerzas zapatistas
habían mermado, se refugió en Balsamar, en plena Sierra guerrerense. De ahí se
enfiló hacia la Costa Grande, donde atacó a la guarnición federal en
Zihuatanejo. Jesús H. Salgado, cuya letra “H” representa a su apellido materno
Hernández, murió en un enfrentamiento a tiros en la Barranca de los Encuerados,
donde actualmente se encuentra la comunidad serrana de San José, municipio de
Petatlán, el 14 de febrero de 1920, a las cinco de la mañana (Enciclopedia Guerrero “Salgado, Jesús H.” , s.f.). Respecto a la
muerte de Jesús H. Salgado, coincide Daniel Molina Álvarez, citando que “El 14
de febrero de 1920…nos sorprendió el enemigo,… teniendo como fatal consecuencia
la pérdida de mi general Jesús H. Salgado…El enemigo nos sorprendió como a las
cinco de la mañana” (Álvarez, 1987, pág. 227).
El
pastoreo empezó a practicarse en el siglo XVIII en la Sierra Madre del Sur. La
actividad llegó procedente de regiones de Puebla, comercializándose la carne,
los cueros y el sebo (grasa). Pronto creció la producción de ganado ovino y
enseguida, el ganado caprino, que se fue extendiendo desde el sur de Puebla
hacia la región mixteca oaxaqueña. A finales de la Colonia y durante el siglo
XIX esa producción fue disgregándose en la Sierra de oriente a occidente, dando
lugar a la migración de familias de pastores. Posteriormente se les empezó a
llamar “chiveros” y a los sitios donde se establecían los chiveros se les
llamaba haciendas volantes.
La
mayoría de los apellidos de la Sierra provienen de España, pero no faltan
algunas familias con rasgos asiáticos.
Existen diversas referencias de
investigaciones académicas respecto a la minería en la Sierra guerrerense. En
un trabajo que publicó el Doctor Jaime Salazar Adame en 1998 dice que en el año
de 1889 fue una representación de Guerrero a la exposición de París llevando
cantera roja o granito de Tlacotepec (J. S. Adame
1998, 206).
Comparto
la opinión de muchos investigadores, en el sentido de que las desventajas de
las incomunicaciones sureñas conllevaron a los empresarios y gobernantes a que
se alejaran de Guerrero y se dirigieran al centro y al norte del país: a
Zacatecas, a Guanajuato, a Sonora y otras entidades, en busca de minas. Lo que
quedaba de los recursos mineros de la Sierra y otras partes de Guerrero
pudieron permanecer en reposo en lo recóndito del subsuelo por un tiempo más.
De los recursos mineros que se extrajeron en la Sierra emanaron riquezas, pero
estas favorecieron mucho más al sistema económico de los grandes capitales de
relieve mundial, que a las familias que habitaban la serranía.
La compañía del Ferrocarril de México
a Cuernavaca y el Pacífico hizo entrega el 25 de febrero de 1900 del puente de
fierro que fue traído de Nueva York y que cruzó al río Balsas para que la línea
ferroviaria llegara al poblado de Balsas Sur. Este moderno medio de transporte
y de comunicación se inauguró en 1898 en Cocula, y en 1900 llegó hasta Balsas
Sur, aunque su verdadero objetivo era facilitar el transporte de minerales y
acarreo de maquinaria rumbo a Tlacotepec -en el caso de la Sierra-, así como a
otros lugares del Estado (Adame, 1998, pág. 15).
En su libro “Toro Muerto, Paraíso
desconocido”, Ramiro Reyna dice que durante el porfiriato se tenía el proyecto
de comunicar a la Ciudad de México con la costa del Pacífico por medio del
ferrocarril, aunque su objetivo principal era transportar el mineral que se
obtenía en la región del Balsas, el cual se transportaba en bestias para
embarcarse en el Océano Pacífico” (Aguilar,
2011, pág. 15).
El
Estado Mexicano tiene una deuda histórica que saldar con la Sierra de Guerrero
por sus grandes aportes en beneficio de la nación. Es hora de que se empiece a
cubrir ese enorme adeudo.
Fuentes de consulta:
Adame, M. T.-J. (1998). Historia General de
Guerrero. Volumen III. Formación y modernización . Instituto Nacional de
Antropología e Historia, Gobierno del Estado de Guerrero.
Aguilar, R. R. (2011). Toro
Muerto. Paraíso Desconocido . México: Talleres de publicidad Corp. Oscar
Federico Martínez Delejal, 2011.
Álvarez, D. M. (1987). “Periodo
1920-1934”. En R. R. Jaime Salazar Adame, Historia de la cuestión agraria
mexicana. Estado de Guerrero. 1867-1940. Universidad Autónoma de Guerrero,
Centro de Estudios Históricos del agrarismo en México, Gobierno del Estado de
Guerrero.
Campos, M. O. (2012). Historia
del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del
Estado de Guerrero.
Enciclopedia Guerrero
“Salgado, Jesús H.” . (s.f.). Recuperado el
11 de diciembre de 2017, de
http://enciclopediagro.org/index.php/indices/indice-de-biografias/1409-salgado-jesus-h
Sala de exhibición, “Las provincias
tributarias al momento del contacto”. (9 de enero de 2018). Chilpancingo de los
Bravo, Guerrero, México.: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de
Antropología e Historia. .
Salgado, D. C. (2009). Guerrero:
Una visión histórica. Territorio y Estadística. Chilpancingo, Guerrero:
Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri (Congreso del estado de
Guerrero).
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