Semblanza
de la novela “Guerra en El Paraíso”.
Esteban
Hernández Ortiz.
En
ocasión del curso de “Novela Histórica”, que me impartió el Doctor Jaime
Salazar Adame en mis estudios de maestría en humanidades, asumí como una tarea el
realizar la presente semblanza de la novela “Guerra en El Paraíso”.
Se trata de una
novela de 583 páginas distribuidas en nueve capítulos, cuyo autor, Carlos
Montemayor, nació el 13 de junio de 1947 en Parral, Chihuahua, y murió el 28 de
febrero de 2010. Cuatro meses antes de su muerte pidió que sus cenizas se
esparcieran en su natal Chihuahua y en la Sierra de Atoyac de Álvarez,
Guerrero, por los pueblos donde él hizo esta novela.[1]
“Guerra en El
Paraíso” es una obra que en su mayor parte se avoca a la guerrilla dirigida por
Lucio Cabañas Barrientos, y en menor medida también se refiere a la guerrilla
que dirige Genaro Vázquez Rojas, pues ambas coexistieron por algún tiempo en la
Sierra de Guerrero. También se refiere al contexto nacional, tocando sucesos
subversivos de Guadalajara, Monterrey, Distrito Federal y otras ciudades.
La novela es un recorrido histórico en
un periodo que comprende del 9 de abril de 1963 al 7 de septiembre de 1976,
pero no tiene secuencia cronológica y se narra en forma anacrónica, donde se
aborda un pasaje hacia adelante, luego otro hacia atrás. Se trata del género
conocido como “novela histórica”.
Por primera vez se publicó en 1991,
pero la edición que he leído es del año 2017, editorial Debolsillo (círculo de
lectura), Ciudad de México.
Cabañas Barrientos había estudiado en
la Normal de Ayotzinapa, donde además de su profesión, recibió instrucción de
oposición al régimen; Genaro, en cambio estudió en la Escuela Nacional de
Maestros y se formó políticamente en el PRI. Ambos profesores son oriundos de
Guerrero, Lucio de Atoyac y Genaro de San Luís Acatlán.
La novela comienza refiriéndose al ex
carcelamiento de prisioneros de Chilpancingo, que habían participado en varios
secuestros, como el del rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jaime
Castrejón Díez. Estos hechos se atribuyen a la guerrilla que dirige Genaro
Vázquez Rojas. También se trata de la libertad de guerrilleros de otras partes
del país, quienes en conjunto serían enviados a Cuba, en avión, a cambio de la
libertad del Rector Castrejón Díez. Parte del terrorismo está en que de 15
campesinos detenidos sólo seis están localizados.
En Guerrero, en algún intervalo
coexisten dos guerrillas, ambas dirigidas por profesores. Carlos Montemayor
recupera las voces de muchos personajes y los plasma en esta obra, en armoniosa
combinación con su narrativa literaria, incitando a la persona lectora a
trasladarse en el tiempo y en el espacio, desde su silla o lugar de estudio
hasta la sierra de Guerrero, en ese viaje imaginario en que podrá presenciar
tantos y tantos sucesos de aquella época tenebrosa.
Decía Rubén Figueroa Figueroa que no
se lamentaría lo que pasaba con la guerrilla si el gobernador Raymundo Abarca
Alarcón “hubiera puesto a Genaro de este lado del mostrador”. El “tigre de
Huitzuco” buscaba reflectores pues quería ser Gobernador y se ofreció a
dialogar con Cabañas Barrientos para que depusiera las armas a cambio de una
amnistía y su consecuente participación en el andamiaje político guerrerense.
“El Partido de los Pobres puede tener diputados”, decía Figueroa.
El pasaje que sigue en las páginas de
la novela es el de la masacre del 18 de mayo de 1967 en la plaza de Atoyac,
donde mueren dos policías estatales y siete civiles, entre ellos una señora
embarazada. Aquel día, el alcalde, siendo primo de Lucio, le mandó un mensaje
con un muchacho, justo instantes previos a que Lucio hablara en el micrófono.
“Dice Manuel García que se cuide, profesor, porque la judicial nomás espera a
que Usted empiece a hablar para perjudicarlo”. Aquel día era uno más en la
lucha de padres de familia de la escuela primaria Juan Álvarez en contra del
desempeño de la directora del plantel. Las campanas suenan y un grupo “saca” a
Lucio del tumulto. Días después la policía municipal se pone a las órdenes de
Lucio y mucha gente propone matar a los judiciales. Lucio responde: “Si ahorita
los matamos ¿crees que ya te vas a tu casa?, debemos preparar una batalla más
larga”.
Ya desde el 8 de diciembre de 1965 Lucio
y su compañero profesor Serafín Núñez habían sido cambiados al municipio de
Tuitán, Durango, pues el gobierno los consideraba agitadores comunistas. Atrás
dejaban Atoyac de Álvarez, Guerrero, pues el gobierno los consideraba “unos
agitadores comunistas”.
Las anécdotas vuelven a la guerrilla
de Genaro, concretamente al accidente automovilístico en las cercanías de
Morelia, en Atopanco. Huye Bracho, el brazo derecho de Genaro, pero dos días
después es aprehendido. Luego, Genaro es sepultado en su natal San Luís
Acatlán, sepultan a un hombre a quien tal vez no comprendieron. Lucio piensa y
piensa en el monte respecto al deceso de su colega profesor: “La muerte no
espera a que uno acabe de hacer. Hay que adelantarse a ella. No morir así nomás
por nomás”, “Hermano, nos veremos en la eternidad”, decía el profesor nacido en
El Porvenir. Lucio pensaba que no era momento de juzgar a Genaro, ni a Rubén
Jaramillo, ni a Gamiz.
La novela sigue con la emboscada de
Arroyo Oscuro, sitio al que el novelista no denomina así. Era junio de 1972.
Dos militares se salvan, los aprehenden y los dejan libres. Los guerrilleros
recogen armas y parque. Aparecen titulares en tres periódicos de Guerrero y el
ejército demanda a un periodista por delitos federales, pues con sus “falsas
noticias” causan más daño a la sociedad que los mismos guerrilleros y las
mismas guerrilleras. Al final el jefe militar Solano Chagoya se desiste y el
Ministerio Público rompe el papeleo a la vista de todos.
Entre julio y noviembre de 1972 hay
otra emboscada cerca del Rincón de Las Parotas. “El doc”, gente de Lucio,
visita a Bracho en el reclusorio de Chilpancingo.
Se reforma la Ley de Armas de Fuego y
Explosivos, ahora sólo se permiten pistolas no superiores a 9 mm y revólveres
38. Empiezan a catear casas.
Lucio mantiene conversaciones con
gente de Partido Comunista, pero este partido le pide que abandone la lucha
armada. Empieza a haber deserciones en la guerrilla.
Luego hay otra emboscada cerca de El
Quemado: 18 militares muertos y 9 heridos. Un guerrillero toma fotos con una
cámara Polarid. Hay dos militares sobrevivientes, uno es de Hidalgo y el otro
es oaxaqueño.
Luego, El Quemado es arrasado, más de
800 personas son detenidas. Matan también a personas de La Montaña que
trabajaban en el corte de café.
Hay tres momentos relacionados con la
Universidad Autónoma de Guerrero (UAG): 1.- El secuestro de su rector Jaime
Castrejón Díez. 2.- La detención del estudiante de Tepetixtla Nicomedes Fuentes
García, y 3.- El allanamiento de la policía estatal a la Universidad.
Probablemente los estudiantes que iban a cortar café a El Quemado eran también
de la UAG.
Empieza a haber carreteras asfaltadas,
brechas y teléfonos, también brigadas médicas y tiendas CONASUPO, estas últimas
para vigilar los alimentos de los pueblos y poder identificar si había consumo
“demás”. Si así ocurría, entonces los alimentos eran para la guerrilla.
Llegaron a ser 70 casetas telefónicas en toda la sierra de Atoyac.
Un jefe militar pide otro batallón de
infantería y más apoyo de la fuerza aérea, pero su superior le contesta que
todo depende de la decisión política. “Nosotros sabemos lo que se debe hacer,
los confundidos son otros”. El militar agrega: “Gobernación quiere mantener su
posición de fuerza en Guadalajara, Monterrey y Distrito Federal, con el Plan
Cóndor y piensan que Guerrero puede solucionarse a largo plazo, sin medidas
radicales. Se requiere acondicionar helipuertos e impedir la expansión de la
guerrilla a Estado de México, Morelos, Bajío y Michoacán”.
El narcotráfico va a la alza, pero de
acuerdo a la novela, el gobierno deja de lado este fenómeno y prioriza su
ataque a la guerrilla.
El gobernador Nogueda Otero vitoreaba
al gobierno federal y decía que “en Guerrero, en 1971 el gobierno federal
invirtió 468 millones de pesos y en 1972 se están invirtiendo 1200 millones y
en 1973 se incrementarán esas cifras”.
Enero
a julio de 1973.
Hay un conflicto de cañeros en
Veracruz. En Atoyac, ahora el gobierno abre carreteras y las pavimenta, sobre
todo, para el mejor desplazamiento de sus tropas, instala casetas telefónicas,
lleva brigadas médicas y abrió el INMECAFÉ.
La falta de acuerdos en las clases de
teoría marxista que recibían las guerrilleras y los guerrilleros en la sierra
de Atoyac es un punto que enriquece a la novela, las discusiones y los debates
que sostienen en las asambleas del Partido De Los pobres (PDLP), como cuando
analizan la expulsión o el fusilamiento de cinco integrantes de la Liga
Comunista 23 de septiembre, por no acatar el reglamento del PDLP. Muchas de las
personas de la guerrilla apenas sabían leer, otros ni siquiera deletreaban,
mientras “los marxistas” cargados de libros y teorías”, lo más que sabían era
leer en sus cuartos de estudio, pero de litigiar con los moscos y zancudos en
el monte no sabían nada, nomás no “encajaba” el asunto.
Los de la Liga dicen que Lucio es
caudillo y que los manipula. “Ha habido compañeros que desertan y nos denuncian
por voluntad o porque los golpean. Ha habido guerrilleros de dos o tres meses y
regresan a casa”.
Lucio expresaba: “No todos los
marxistas piensan en la lucha armada, otros dicen que falta un estudio
exhaustivo. Están en las universidades o en sus casas viendo la televisión, sin
desvelarse por los moscos, por el frío o por la lluvia. El gobierno acaba
matando a la gente, como a Rubén Jaramillo,
a quien el presidente López Mateos lo mandó traer y le dio un abrazo, pero
luego lo asesinaron junto a su familia y su esposa embarazada. Se coincide en
luchar por la justicia, pero no todos coinciden en la lucha armada. Y en la
lucha armada no logramos una coordinación nacional. Nosotros no pedimos a otras
organizaciones que actúen como nosotros. Cuando nuestra gente llegue a otras
organizaciones debe disciplinarse. Se valen de palabras que nadie entiende
aquí. Dicen que somos pequeñoburgueses y que estamos jodidos. Nosotros hemos
luchado por seis años en la Sierra, el ejército nos teme y las organizaciones
hermanas quieren tener contacto con nosotros. Ellos dicen que estamos haciendo
un movimiento popular y no revolucionario. Soy un caudillo populista, pero todo
lo traigo a asamblea. Quieren apoderarse de la dirección de nuestro partido. Se
sienten dueños del marxismo y de la revolución en México, pero gente del
Partido Comunista (PC) han delatado a compañeros que se prepararon en otros países”.
Por su parte los de la Liga Comunista dicen:
“El marxismo es pensamiento, análisis. Para ser guerrillero también hay que
estudiar. No solo estudian los doctores. El proletariado destruirá al Estado
Burgués. Se necesita conciencia proletaria de obreros en todas las ciudades. Es
falso que la revolución socialista sea una batalla de pobres contra ricos”.
Luego Lucio revira y dice: “el Estado
tiene ejército y a ese ejército atacamos”.
Renato, de la Liga Comunista -No del
PC-, dice: “el gobierno sólo puede cambiar de partido, pero el sistema sigue.
Debemos derribar al Estado Burgués. Eso no puede hacerse con elecciones como el
Partido Comunista quiere hacernos creer, debe haber lucha armada y proletaria.
La lucha por la revolución exige que uno se integre para siempre y no por
meses. Cada vez que entran guerrilleros temporales o de vacaciones se pone en
riesgo nuestra seguridad”.
_Lucio: ¿Dónde está la dirección del
Estado Burgués para ir a atacarlo? Ese estado permite el hambre y contra eso
estamos.
_Quirino dice: Que nos digan cuantas
células de obreros han formado en las ciudades.
_Lucio: No los fusilemos, pero si hay
que expulsarlos.
Muchas comunidades de la sierra
atoyaquense fueron violentadas, pero sin duda que El Quemado es un caso muy
particular, pues detuvieron a toda su población, incluyendo a los jornaleros de
La Montaña, que trabajaban en la cosecha del café.
Por algún o algunos lapsos, Lucio abandona
la sierra y va a Durango, a Veracruz, al D.F. y a Chihuahua, aunque al parecer
también lo hace para atender su salud. Otros guerrilleros son enviados hasta
Francia para recibir adiestramiento.
En Los Piloncillos, el ejército fusila
a cinco personas y detienen a dos más. Luego dijeron que pasarían a San Vicente
de Benítez y a El Paraíso para llevarse a otras personas más.
CAPÍTULO
V. Agosto a diciembre de 1973.
Diez guerrilleros, entre ellos Martha,
ponen una emboscada entre Zacualpan y Las palmeras. El ejército los busca hacia
Tepetixtla.
Soldados fingen ser campesinos y piden
comida en Tres Pasos, pero la señora no sale. El PDLP los identifica y los
persigue. Al parecer se matan entre soldados cerca de este pueblo, pero no es
claro si esto pasó.
Hay 20 soldados muertos en Tepetixtla.
A Lucio le daban fuertes dolores de cabeza. Se menciona una balsa para pasar el
río de Coyuca. Lucio ve, en su imaginación, pasar los ataúdes de Genaro, de
Jaramillo, de Gaytán… Recuerda a Serafín, el esposo de su mamá. Hilda se aventó
y Quirino la rescata. Desde la selva, Lucio oye la radio y dice que el
Presidente chileno, Salvador Allende, caerá porque no tiene un ejército.
Es secuestrado el empresario
regiomontano Eugenio Garza Sada. El suceso se imputa al grupo que un año antes
había secuestrado un avión de Mexicana de Aviación, también en Monterrey. El
acompañamiento del presidente de la república disipa dudas de un
distanciamiento del gobierno federal con el empresariado, aunque un
representante del sector empresarial y banquero refiere que el gobierno federal
no mantiene el orden público y que favorecen al marxismo.
Regaña un militar a gente de San
Jerónimo porque “andan diciendo” que de la mar salen huaraches, ropa y huesos
de personas hacia la orilla.
CAPÍTULO
VI
En Chapultepec, Rubén Figueroa
Figueroa pide a Pascual Cabañas que le ayude a conseguir un diálogo con su
pariente Lucio Cabañas. Decía Figueroa: “El gobernador es muy pendejo y no ha
sabido solucionar el problema. Yo conocí a Genaro, era un buen muchacho. Quiero
que tú estés conmigo en esa entrevista, también mi sobrino Febronio, él es
comunista y se entenderán bien. Todo hombre por más ideas que tenga sigue
siendo hombre y yo conozco a los hombres. Llevarás dos salvoconductos, uno de
Cuenca Díaz y otro de Fernando Gutiérrez Barrios, aunque confío más en don
Fernando, pues Cuenca ya se siente Presidente. Te entregaré a tu hermano Luís y
dinero para que vayas a la sierra”.
Página 279. Enero a mayo de 1974.
En San Vicente de Benítez asaltan a
INMECAFÉ y reúnen a los campesinos. Eran más de cien guerrilleros.
“Lucio no quiere platicar con nadie
que sea del gobierno, ingeniero. Le dice Pascual Cabañas”.
El ejército usa tecnología usada en
Vietnam. Detectan campamentos y depósitos de víveres. Los alimentos llevan
sello de CONASUPO para saber de qué pueblo son.
Hay una importante reunión de la
Brigada. 81 mil pesos quitaron al Banco Ejidal[2] y lo gastan en
borracheras. Asaltaron al pagador. Ramón sólo entrega 41 mil. “Pura chingada
que así haremos la revolución”.
313. Lucio acepta dialogar con
Figueroa y le manda una carta a Luis Cabañas. La carta la lleva el profesor
Inocencio Castro. 316. El ejército incrementa violaciones, torturas y recorre
pueblos y ejidos.
Página 317. Lucio dice: “Aquí todavía
hay zapatistas, los carrancistas los traicionaron. Ahora los carrancistas son
Nogueda Otero, Cuenca Díaz, Moya Palencia, Luís Echeverría. 318. En Chihuahua,
un Capitán traicionó a los hermanos Gamiz y aquí traicionaron a los hermanos Vidales”.
En una ocasión tienen una comida en la
cancha de un pueblo, Lucio pide la palabra y se expresa así: “Vamos a llegar al
socialismo. Enviamos comunicados a la prensa, radio, televisión y revistas.
Nuestra revolución no es quitarle cosas a alguien y ya. Es devolver a los
pobres lo que no les dejan tener. Que los ricos vivan con lo que necesiten,
pero que los pobres vivan con lo que merecen tener. Nosotros queremos que toda
la gente viva. Sólo matamos a ricos que matan a gente pobre. Nuestra vida es
más pequeña que la revolución”.
La novela retrocede cronológicamente y
habla de un resorteraso que un niño pegó a Lucio en la escuela de Mexcaltepec.
Luego (Páginas 330-332), la novela lleva a una asamblea de la Brigada donde se
discute si se fusila a unos miembros de la guerrilla.
341. Figueroa dice a Cuenca Díaz que
Lucio pide que retiren al ejército una semana de la sierra, mientras se da el
diálogo con él. El Secretario de la Defensa Nacional dice: “No vamos a quitar
las banderas de un regimiento a petición de un bandido”.
Armando contesta a Lucio: “El ejército
da comida, medicinas y abre caminos para que el pueblo vea que tiene más con el
gobierno que contigo. No te quedes aquí, el ejército nos acabará a todos. Hay
que salir del cerco y vayamos a otras zonas”. Lucio revira y dice: “La lucha
cambiará pero con el mismo pueblo. Si huimos nos van a preguntar por qué
dejamos las cosas por acá. No podemos atacar tan seguido porque el ejército
quiere enfrentamientos. El Partido Comunista me ha pedido muchas veces que dejemos
las armas y hasta con Carmelo salimos mal”.
Página 351. Figueroa dice a Cuenca
Díaz: “Como decía López Mateos, los huevos son buen plato para los políticos,
pero deben cocinarse con sesos”. Voy a joder a Nogueda.
Página 352. Dice Figueroa: “Mira
Febronio, dile a Lucio que el ejército va a acabar con él, dile que le conviene
más estar de mi lado y así juntos vamos a beneficiar a Guerrero, que deje las
armas. Tú háblale de teoría, dile que yo creo en él, que yo era amigo de
Genaro. De lo otro me encargo yo. Acompáñame para que Lucio vea que yo también
me junto con marxistas y que las palabras me van a hacer lo que el viento a
Juárez”.
CAPÍTULO
VII.
Página 355. 30 de mayo a julio de
1974.
El diálogo se pacta. Febronio,
Pascual, Lucio y Figueroa; este se acompaña además de su secretaria Gloria
Brito. Es el 30 de mayo de 1974. Pasan por un camino que se obstaculiza con un
candado a los madereros de Alcibiados Sánchez. Figueroa entrega una 380 y Luís
Cabañas una 45. A las ocho de la noche llegan doce guerrilleros más, entre ellos
va Lucio Cabañas. Éste le dice a Figueroa que le han apartado una buena hamaca
para que descanse, y al día siguiente Lucio dice a Figueroa que ha quedado
detenido, pero no secuestrado, hasta que el gobierno libera a guerrilleros
presos. También le dice que Cuenca Díaz debió haber retirado sus tropas, pero
que ellos no pueden actuar al margen de la Brigada ante asamblea. La Brigada
era un comité que se renovaba con cierta frecuencia. Figueroa se resiste y le
dice a Lucio, a manera de reclamo: “No te saqué a tus primos Bertoldo y Luís? Y
sé que tienes a un primo llamado Manuel y otro tío. ¡¡Fusílame ahora mismo!! El
Presidente no tiene facultad para liberar presos así me fusiles”. Lucio dice:
“Haremos la prueba”, pero Figueroa parece no doblegarse y responde: “hazlo”.
Mire ingeniero -le dice Lucio-, nosotros no torturamos, como si lo hace el
ejército; Usted está platicando libremente con nosotros y puede mirarnos”.
Lucio le dice a Figueroa: “Hace dos
años Usted nos buscó para dialogar”.
Página 380. Un sacerdote de Veracruz
se ofrece para mediar el conflicto. El gobernador Nogueda dio orden de retirar
a la policía estatal de la sierra. Un jefe militar dice que “tienen marcada la
ubicación de los secuestradores, pero desconocen cuantos son”.
El coronel Emilio Salgado, jefe de la
policía estatal, encabezó el asalto a la Universidad Autónoma de Guerrero. Al
rector Rosalío Wences Reza le apoyan 26 universidades y 22 institutos
tecnológicos.
Página 394, Manuel, el chupachencas, dice que no está bien
pedir la libertad de comunistas o defender obreros de Monterrey.
Página 401. EL helicóptero en que
viaja el General Eliseo Jiménez Ruíz, cae cerca de Zumpango. El ejército
recorre Filo de Caballos y Hitziltepec. Luego escapa Figueroa a las cuatro de
la mañana con una bolsa de galletas.
Página 409. El sacerdote Bonilla
Machorro se entrevista con guerrilleros cerca de Tecpan y de Zihuatanejo. Lucio
está sitiado en las inmediaciones de Corrales de Río Chiquito. El ejército
identifica a un enlace guerrillero, un profesor apodado “Ranmel”. El
helicóptero del General Eliseo Jiménez aterrizó de emergencia en Jaleaca.
Capítulo
VIII . Agosto a noviembre de 1974.
Mencionan a Solín, en otros capítulos
a Kalimán. Se nombran a pueblos con nombres falsos como San Juanito y Plan de
los Metates.
Página 487. Desde un helicóptero
rafaguean el campamento donde está Figueroa. Hieren a Luís Cabañas. Hay heridos
y muertos. P. 493. Ya habían liberado en Guadalajara a Guadalupe Ozuna y ahora
sitiaban cerca de El Quemado. Un periódico de París dice que el ejército
mexicano tiene 50 mil soldados y que 20 mil están en la sierra de Atoyac. “Es
mentira, solo hay tres batallones”, dice un jefe militar. Es por El Posquelite
(494). Es el 8 de septiembre.
494. La policía militar desaparece a
hermanos Menéndez, de la revista ¿Por qué?
Página 498. Figueroa declara que fue
secuestrado por un extraviado mental, sediento de publicidad, envenenador de
jóvenes, ligado a traficantes de droga. Fue objeto de crueldad física y moral.
Agrega Figueroa: “No alcancé mi objetivo”.
El día 17 cruzan por El Achotal y por
El Cucuyachi. Comieron elotes y un señor fue a avisar al ejército. P. 510. Se
escapan con ramas por el monte. Cerca de 200 soldados van por la carretera. Llega
un helicóptero. Están cerca de Alcholoa. Los soldados catean las casas. Después
vigilan casas en la ciudad de Atoyac. Hay Bombas en Guadalajara y en Oaxaca;
también hay bombas en centros comerciales y volantes del terrorismo en D.F.
En un “comelitón” se empieza un
diálogo de Generales. Escárcega dice que Lucio puede ser una lucha del pueblo.
Otro dice que la Liga Comunista no es enemigo para el ejército, pero Lucio sí.
Página 540. Las guerrillas zapatistas
se fortalecieron en la región de Lucio y las fuerzas huertistas arrasaban
poblaciones”.
El General Hernández dice: “Según
Rafael, Lucio es un héroe, un Zapata redivivo”.
CAPÍTULO
IX.
2
de diciembre de 1974.
Este día Lucio cae muerto en combate,
en El Otatal, sierra de Tecpan. Dos días antes hubo otro enfrentamiento. Hacía
4 ó 5 años les tocó el eclipse en la sierra.
Fuente de consulta:
Novela "Guerra en El
Paraíso", del autor Carlos Montemayor. 2017, editorial
Debolsillo (círculo de lectura), Ciudad de México.
[2]
Con el paso del tiempo, al Banco Ejidal le fueron llamando el “bandidal”.
[2]
Con el paso del tiempo, al Banco Ejidal le fueron llamando el “bandidal”.
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