Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

martes, 19 de enero de 2016

Motociclismo en la Sierra de Guerrero. Extracto del ensayo titulado La Sierra de Guerrero, que elabore en febrero del a;o 2015.

a)      Motociclismo en la sierra.
Los caminos de la Sierra son atractivos turísticos y deportivos por su elevación sobre el nivel del mar. El 13 de agosto de 2009 se informó en Toluca[1] que en el marco del segundo Rally Nacional Nevado de Toluca-Acapulco, habían partido más de 120 pilotos de toda la república en una caravana de cuatrimotos y motocicletas. El evento se llamó Acapulcazo 2009, tour extremo de Toluca al puerto guerrerense de Acapulco”. Se recorrieron 625 kilómetros por la sierra y selva. El evento fue organizado por el Club Toluca Aventura Extrema.
En su segunda edición, la justa deportiva tuvo por título “Lleva tu Cuerpo al Límite” y triplicó el número de participantes con relación al año 2008; pasando de 40 a oco más de 120, y partieron de una altura de 3 mil 800 msnm que tiene el volcán Xinantécatl[2] hasta descender al nivel del mar, atravesando la sierra madre del sur.
A las 04:00 horas se dejaron escucharon los motores dirigiéndose al volcán Xinantécatl y arribaron por la tarde a Las Tunas, municipio de San Miguel Totolapan, Guerrero[3],  a un costado del Rio Balsas, habiendo recorrido en su primer día un total de 300 kilómetros. Ahí fue su primer paraje.
Juan Manuel González Morquecho, presidente del Comité Organizador, dijo a los deportistas participantes que el “El objetivo del Acapulcazo, era destacar los atractivos del Estado de México y Guerrero, así como llevar un mensaje de paz y de No a las Drogas, y qué mejor que con la práctica deportiva”. Indicó que los pilotos procedían de los estados de Querétaro, Jalisco, Nuevo León, Guanajuato, Puebla, Morelos, Nayarit y el Estado de México.
Para el segundo día de la carrera fueron del Río Balsas a La Pintada y viajaron 175 kilómetros, atravesando la sierra, y en el tercer día transitaron los últimos 150  kilómetros, de Atoyac al puerto de Acapulco, cruzaron la laguna de Coyuca en “pangas” y llegaron finalmente a la costera de Acapulco.
En otras ocasiones el Rally también ha pasado por Toro Muerto, municipio de San Miguel Totolapan.




[1] Consultado el día domingo, 22 de febrero de 2015 en http://e-acapulco.com/2009/08/segundo-rally-nacional-nevado-de-toluca-acapulco/

[2] Xinantecatl se llamó el jefe tlaxcalteca que enfrentó a las tropas de Cortés, pero al ser vencido se unió a los peninsulares para atacar a los aztecas.
[3] Las Tunas está a 1520 msnsm. Consultado el día domingo 22 de febrero de 2015 en http://mexico.pueblosamerica.com/i/las-tunas-16/

domingo, 17 de enero de 2016

Relatos de El Paraíso. Forma parte de un trabajo de compilación de datos obtenido mediante entrevistas a nativas y nativos de El Paraíso.

La familia Andrés.
Hay un caso inédito en El Paraíso: Tres hermanos de la familia Andrés se casan con otras tres hermanas de la familia Rivera; Don Maximino Andrés se casa con doña María Rivera; don Pascual Andrés se casa con doña Fortunata Rivera y don Lucio se casa con doña Felipa Rivera.
Don Maximino Andrés Santos fue sepultado en el atrio de la iglesia, pues cuando él fue presidente del comisariado ejidal, se donó el terreno para la actual iglesia. Cuando fue presidente del comisariado ejidal Mario García Marcelo, les pidió a los familiares de don Maximino que trasladaran sus restos hacia el interior de la iglesia en 1994 y así fue. Hoy día los restos de don Maximino se encuentran debajo de la imagen de la virgen de Guadalupe.
Don Maximino Andrés Santos era nativo de Tierra colorada, municipio de Leonardo Bravo, Guerrero.

Don Jesús Hernández, uno de los primeros ganaderos.

El señor Jesús Hernández, abuelo de Mario Hernández, fue uno de los primeros ganaderos en El Paraíso. En ese tiempo era presidente del comisariado ejidal don Lucio Andrés y le dijo al señor Jesús Hernández que había quejas de algunos habitantes por que sus vacas hacían perjuicios en algunas huertas y que para que ese problema no creciera le iban a destinar un terreno amplio, por el rumbo de la pandura, para que encerrara sus animales. Dice Mario Hernández que su abuelo encerró el área que le dieron las autoridades ejidales mediante un corral de retranque, que consistía en palos y ramas tirados, para evitar que entraran o salieran animales de esa zona ubicada en la pandura.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Locuras del campo. (cuenteando)

Locuras del campo.
Esteban Hernández Ortiz

Ya tenía varias semanas a que a don Anacleto le dolía la espalda y la cintura; algunas veces pensaba que esos malestares  se debían a que en plena lluvia quiso arrancar una planta de café conocida como “pachol” para trasplantarla en un área despoblada de su parcela, pero debido a que la planta ya tenía ubicadas sus raíces en suelo bien profundo, no consiguió sustraerla y lo único que se ganó fue un fuerte dolor abdominal y de tórax que por muchos días le anduvo acompañando. Otras veces, cuando don Anacleto tomaba su taza de café, descansando en su hamaca que estaba en el corredor, él creía que sus torceduras no eran sino producto de haber  traído a los hombros una pesada carga de leña, pues el jumento tenía varios días que se mostraba un poco enfermo y don Cleto nada más no se animaba a colocar la silla de montar a su asno para cargarlo como él acostumbraba hacerlo.

En uno se esos instantes de descanso y de pensar y repensar las cosas que suceden en este mundo, a don Anacleto le dio por pedir a su nieto Otoniel que fuera a veloz carrera a casa de doña Consuelo para pedirle que haciendo uso de sus mejores oficios lo sobara en la espalda, abdomen y tórax con la pomada del coyote hasta que sus huesos y tendones volvieran a quedar quietos en su lugar que realmente les correspondía, pues ya no aguantaba los dolores al grado qué él mismo se auto declaró inservible para sacar sus jornadas del campo.

En menos que canta un gallo su nieto volvió acompañado de doña petra, la señora que en todo El Paraíso y pueblos aledaños se había ganado la fama de ser la mejor curandera de cuanta torcedura sufrieran los hombres atrabancados que por haber cometido locuras en el trabajo habían sufrido alguna descompostura de sus cuerpos.

Doña Consuelo siempre traía consigo algunas mantas, la pomada del coyote y otros muchos amasijos, pócimas y menjurjes que acostumbraba utilizar para componer zafaduras de hombros, brazos, muñecas, tobillos, paletas y otras partes del cuerpo humano que ella manejaba a la perfección en su adiestrado servicio de componer la anatomía descompuesta de hombres rebeldes que habiendo desafiado a la fuerza de sus brazos y demás partes de cuerpo se propusieron hacer más trabajo del que la mayoría de las veces habían podido presentar.

Doña Consuelo pidió a don Cleto que por favor se pusiera quieto y que soltara el cuerpo a más no poder en su catre de petate al mismo tiempo que pidió a Otoniel que sujetara a su abue de sus pies porque iba a empezar el trajín y no fuera a ser que en el ajetreo don Cleto soltara tremenda patada o puñetazo al sentir el sufrir de aquella terapia.

¡Mira nada más como tienes la paleta izquierda, Cleto!, le dijo doña Consuelo cuando apenas había comenzado a sobar  su espalda. Don Cleto empezó a quejarse y tratando de no pasar mayores vergüenzas pidió a Otoniel que le acomodara un trapo en la boca para que no se enteraran los vecinos de sus enormes sufrimientos.

Ya habían pasado varios minutos a que la sesión había iniciado cuando don Cleto hizo señas a su nieto para que le quitara el retazo de trapo de la boca y fue entonces que don Cleto comenzó a hacer súplicas a todos los santos y a todas las santas habidos y por haber, empezó rogándole a santa remedios que por favor remediara su situación y que ya le trajera el alivio, pues las sobaduras de doña Consuelo lo tenían un poco desconsolado por que no sentía que los tendones de su espalda volvieran a quedar en su lugar. 

Poco a poco fue gritando más recio hasta que toda la colonia de don Cleto se enteró de las inclemencias que estaba pasando, pues sus gritos ya se oían a lo largo  y ancho del pueblo. Don Cleto terminó por invocar a tantos y tantos santos y a tantas y tantas santas que en sus desvaríos terminó por mencionar a Santos que nunca nadie había mencionado en el templo ni en las plegarias, rezos y peregrinación alguna; por ejemplo gritaba a súplicas a santa maría de las galletas que lo ayudara para que su espalda volviera a quedar como estaba antes de haber cometido la locura de querer arrancar cafetos ya grandes y de cargar a sus espaldas tal cantidad de leña que sólo su jumento podía cargar.

Cuando doña Consuelo hubo de terminar de curarlo se dispuso a aplicar una sobadura con brebajes que desde hace ya dos años había preparado para casos tan especiales como este. Entonces ya los dolores de don Cleto estaban rebajando y él pedía como sollozando a “san José de los remedios” que lo bendijera para que las paletas y tendones de espalda, barriga y pecho quedaran otra vez en su mismísimo lugar que de verdad les tocaba.