Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

viernes, 19 de febrero de 2016

-Historiales de La Pintada.

-Historiales de La Pintada.
Esteban Hernández Ortiz.

Don Celestino García Romero dice que él llegó a La Pintada en 1959 y que fue chofer del profesor Fidel Núñez Ávila antes de que trabajara como conductor de la primera camioneta de transporte público que tuvo la cooperativa de La Pintada de los años 1986 a 1992. Agrega don Celestino que la primera camioneta que tuvo la cooperativa les fue entregada sin carrocería y que ellos compraron la carrocería en Paso Limonero, delante de Las Cruces, municipio de Acapulco.

Relata don Celestino que entre los años 1986 y 1992 la camioneta salía de La Pintada hacia Atoyac a las seis de la mañana; también dice que la carretera estaba muy deteriorada desde El Paraíso hasta Río Santiago y que eso hacía más dilatado el tiempo de transporte.

También platica don Celestino que fue el gobernador Alejandro Cervantes Delgado autorizó en Chilpancingo las placas para el servicio de transporte público para la camioneta de la cooperativa en 1986. El gobernador Cervantes Delgado también los apoyó en la construcción de la bodega de la cooperativa y reiteró su apoyo a la camioneta de transporte de La Pintada, cuando le “flecha roja” se inconformó.

Cuenta don Celestino que el 4 de mayo de 1984 fue una comisión de La Pintada al entonces Distrito Federal (ahora Ciudad de México), entre ellos Rafael Rodríguez  Arizmendi, presidente de bienes comunales; Vicente Núñez Ávila, tesorero y Celestino García Romero, quien era Secretario. Siempre contaban con el apoyo del ingeniero Arturo Martínez Nateras, quien los orientaba para realizar los trámites en la Capital del País y también les brindaba hospedaje.

Dice que don Agripino Castorena fue el papá del señor Guadalupe Castorena y que don Juan Núñez fue el papá de don Fructuoso y del profesor Fidel Núñez.

Don Celestino sostiene que existen 27 kilómetros de distancia entre La Pintada y Tepetixtla; en tanto que de Atoyac a La Pintada son 57 kilómetros. Por eso él cree que sería bueno que las autoridades dieron mantenimiento al camino rural entre Tepetixtla y La Pintada, pues hay gente de La Pintada que tiene tierras en los bienes comunales de Tepetixtla, a la vez que hay ciudadanos de Tepetixtla que tienen propiedades en las cercanías de La Pintada. Actualmente los vehículos sólo llegan de La Pintada hasta el Puerto de los Pinos y entre ambos puntos median unos diez kilómetros. El Guapinolar es un paraje que está a unos 2 o 3 kilómetros de Tepetixtla, con dirección hacia La Pintada.



jueves, 18 de febrero de 2016

Gracias a todas y a todos por visitar este blog. Saludos de su amigo Esteban Hernández Ortiz.

Muchas gracias a la persona o a las personas que están visitando este blog en Irlanda. Igualmente a las paisanas y a los paisanos que visitan en los Estados Unidos y en Alemania.

Un rato en las playas de Acapulco.


Un rato en las playas de Acapulco.

Esteban Hernández Ortiz.

No estaba en mis planes ir a la playa, pero ya que hubo oportunidad, ni modo de desperdiciarla. Esta tarde fui acompañado de mi hermana Iris, una compañera de mi hermana y amiga nuestra, también fue mi hija Laura y su bebé. El esposo de mi hija no nos acompañó, pues aún no terminaba su jornada laboral.

Este día sólo pensaba acudir a mi escuela de ciencias políticas para realizar unos trámites y luego continuar mi camino hacia Atoyac, pero el plan fue cambiado de última hora y vine a gozar varias horas a la playa.

Acapulco es un ícono mundial. El paso desnivel que se encontraba entre el Asta bandera y el parque papagayo fue lugar de muchos muertos cuando se sufrieron los embates del huracán Paulina en Octubre de 1997.

Después de buen tiempo de no disfrutar de un chapuzón en la playa, hoy lo hice. Bañé frente al asta bandera, el agua es caliente pero agradable a las 5 y media de la tarde. Una nave marítima comienza a zarpar y lentamente se despide de la bahía de Santa Lucía hasta perderse de nuestra vista para emprender su viaje por las aguas del océano pacífico, al menos por mientras llega al canal de Panamá si acaso se trata de un viaje interoceánico.

Los pelícanos son aves de enorme pico que vuelan plácidamente por las alturas como cazando algún pez que les pueda servir de alimento en la cadena alimenticia del planeta.

Mis acompañantes se sientan en las escalinatas del Asta bandera hacia la playa y disfrutan la tarde curioseando a mi nieto Yair, de 35 días de nacido; yo en tanto miro a una terna de jóvenes bien adiestrados para la natación, una dama en medio y dos varones a su lado, que van nadando unos cien metros hacia el fondo de la bahía. Ellos retornan varios minutos después.

Para las seis y media de la tarde, el astro rey ya empieza a descenderse y de aquí no es posible disfrutar la llamada “puesta del sol”, pero si nos encontráramos en las playas de Pie de la Cuesta, sí nos sería posible ver como el sol se hunde en un lejano fondo del mar.

Hay una magnífica canción que dice:

“El mar y el cielo se ven igual de azules,                      

Y en la distancia, parece que se unen...”

 

Acapulco sólo se llamaba Acapulco, pero se le agregó “De Juárez” porque don Benito Juárez García regresó al país, vía marítima, desde Panamá, llegando a este, luego de su exilio en Nueva Orleans y se incorporó a las filas de Juan Álvarez, quien combatía contra la dictadura de Santa Anna.

Santana lo había apresado  en San Juan de Ulúa, de ahí lo llevaron a Veracruz, de donde lo embarcaron hacia Cuba y de aquella isla, Juárez se exilió en Nueva Orleans. Regresó a México, a través de este maravilloso puerto de Acapulco y de inmediato se incorporó a las fuerzas de Juan Álvarez para derrocar a Santa Ana.

¿Y qué decir de la canción que escribió don Juan Gabriel, a la que tituló “Amor eterno”?

 

miércoles, 17 de febrero de 2016

Día de tianguis.


Día de tianguis.

ESTEBAN HERNANDEZ ORTIZ.

 

Es jueves y es día de tianguis. La tradición data de casi medio siglo a que todos los jueves se instala el tianguis donde se vende de todo, desde ropa, trastos, zapatos, huaraches, botas, sandalias, hasta semillas criollas, pues todavía hay gente que se resiste a usar las llamadas semillas mejoradas y quieren seguir con lo nativo.

Para comer, la gente pide unas quesadillas de flor de calabaza y queso Oaxaca, pero antes toman un atole de garbanzo. Hay personas que piden su pozole con chicharrón y tostadas, además de aguacate y cebolla morada bien rebanada. Quienes confían en su capacidad de dominio sobre sí mismo, piden una o dos copas de mezcal antes de empezar a disfrutar su pozole de marrano o de pollo. La gente de los pueblos vecinos acude este día para comprar y el bullicio empieza a aumentar conforme van llegando más y más contingentes de las comunidades aledañas.

Hay vendedores que remontan sus prácticas a los inicios del comercio y realizan el famoso trueque, que no es otra cosa más que intercambiar un producto por otro.

Estos días de compras y ventas son de alegría para la gente. En una esquina del mercado dos músicos con instrumentos de aire entonan las canciones el sauce y la palma; luego cantan el sinaloense. En otra parte del mercado están dos jóvenes de pelo largo, enchinado y bien amarrado; pero que además portan unos tatuajes en los muslos del brazo. Ellos tocan unos instrumentos de tambora y cantan: “estaba el orangután y la oraguntana...”.  La gente pasa y deposita unas monedas en un sombrero que los chavos han puesto a sus pies mientras cantan.

Un taxi porta el siguiente letrero: “Esta unidad es monitoreada las 24 horas por mi esposa y por mi suegra”.

Un vendedor de semillas doradas ha resultado ser el mayor vendedor de semillas de calabaza bien doraditas por todo este rumbo. Algunos las llevan para vender, acompañando a los tacos de canasta, otros para vender con sopes y unos más para comer como un antojo. Aquel vendedor se ha ganado el calificativo de “el rey de la pepita”.

La señora Lorenza Araujo Carrillo llegó a El Paraíso procedente de Los Hoyos, municipio de Helidoro Castillo, Guerrero, cuando era muy jóven. Los pobladores se enteraron de que ella había concluido sus estudios de primaria y fueron a ver a sus padres para pedirle de favor que permitiera a su hija Lorenza enseñar a leer y a escribir a los niños. Ella sirvó como educadora y enseñó a leer y a escribir a niños de aquel entonces como Gabino Pinzón Cortes (Que en paz descance) y a la señora Josefina Hernández. Fueron tiempos previos a que al pueblo llegaran el profesor Salvador Morlet y familia. Me disculparan que no comparta con ustedes unas mejores fotografías.