El cerro “Cabeza de Venado”, el tercer punto más elevado en Guerrero, en
plena Sierra. Tras él se encuentra una cadena de montañas, en las que se sitúan
pueblos como Los Laureles y La Galera. Fotografía de un archivo personal, la
cual tomé desde el panteón de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez,
Guerrero, en marzo de 2016.
Población
prehispánica en la Sierra de Guerrero.
Esteban
Hernández Ortiz.
Cuando los conquistadores europeos llegaron a la
Sierra ya existían en estos lugares habitantes de cuyos orígenes no tenemos
precisión. La arqueología ha dado cuenta de distintos hallazgos de piezas de
cerámica en Huerta Vieja, Corral de Piedra y Yeztla (sic) (Elizabeth Jiménez García 1998, 86). La historia
precolonial y la etnología, también dan cuenta de la existencia de diversas
culturas que vivieron en la Sierra; por la parte centro occidente, se
establecieron los cuitlatecas, purhépechas, chumbias, tolimecas, tlacotepecas,
tepetixtlecas y otros grupos menores influenciados por los nahuas; por la parte
centro oriente, hubo yopes, mixtecos, tlapanecos, zapotecas y amuzgos (Calvo 1998, 143-479). De estos grupos no
todos sobrevivieron a los tiempos de la colonización, solamente aquellos que se
aferraron más a la tierra permanecieron en sus comunidades, hecho que, según
Peter Hendrich, explica su sobrevivencia cultural también, como es el caso de
grupos cuitlatecos de Ajuchitlán y de San Miguel Totolapan (Hendrich
1946, 15).
Los cuitlatecos ocuparon San Miguel Totolapan y
Ajuchitlán; su centro político fue Mexcaltepec y dominaron Atoyac y Tecpan.
Extraían el cobre, además de oro; las mujeres usaban enaguas y huipiles. Su
gobierno se ejercía mediante un consejo de principales. Tratándose de guerra
utilizaban arcos, flechas, macanas y escudos. Por cuanto a religión, adoraban
al “Señor de la lengua áspera”. Tenían un calendario, mediante el cual se
determinaba el nombre de la niña o del niño, recién nacidos, pues en su
calendario se fijaba un nombre a cada día del año. Desde que la niña o el niño
nacían, se les elegía consorte y al llegar a la mayoría de edad, se les
matrimoniaba. Dentro de sus reglas de conducta se castigaba severamente al
adulterio y al robo. Sus muertos eran sepultados sentados en un hoyo circular y
se les colocaba comida, mantas y objetos diversos.
Por su parte, los tepuztecos poblaron Tlacotepec,
pero al igual que los cuitlatecas, ingresaron por Zacatula, extendiéndose por
Costa Grande, y subiendo hacia la Sierra Madre, desde Atoyac y Coyuca de
Benítez. También bajaron hacia el Balsas. Al idioma de los tepuztecos se le
conoce como tlacotepehua. Los dos
pueblos prehispánicos cultivaban la tierra, y obtenían piedrecillas de oro, las
cuales eran arrastradas por las corrientes de los ríos que bajan de la Sierra Madre (Campos 2012,
25-26).
Los tepuztecos aprovechaban el ocote, que son rajas
de pino, para alumbrarse durante las noches; también aprovechaban la trementina
y el alquitrán, que escurre a los pinos y otros árboles. En cada pueblo tenían
un jefe, al cual entregaban tributos con mantas. También tuvieron huertas de
cacao y se dedicaban a la pesca. Rendían culto al dios Andut y castigaban la
embriaguez, el robo y el adulterio. Los pantecas, chumbías y tolimecas son de
mayor antigüedad que los cuitlatecas y
los tepuztecos (Campos 2012, 27).
Era el año 400 de nuestra era cuando los purépechas llegaron a la rivera
norte del Balsas, frente a la Sierra de Guerrero. Pronto comenzaron a someter a
su mando a los pueblos de la zona. (Secretaría de Educación Pública
1997, 70)
Para el siglo XI llegaron a la Sierra nuevos grupos
invasores que venían por el rumbo de Michoacán, eran los nahuas y se anclaron
en Zacatula, Atoyac y Tlacotepec (Secretaría de Educación Pública
1997, 31).
En la siguiente gráfica pretendo ilustrar respecto a las invasiones o
sojuzgamientos que ha habido en la Sierra de Guerrero partiendo de épocas
prehispánicas hasta llegar a la invasión española.
En el lapso
del período colonial, los diversos grupos sociales de la Sierra
sufrieron enormes modificaciones socioculturales y varios grupos perecieron
ante el fuerte impacto de las encomiendas, los repartimientos, las
congregaciones, las enfermedades del colonizador, las exageradas tributaciones
y las jornadas excesivas de trabajo. La Sierra del siglo XVII prácticamente se despobló. Fueron escasos los
núcleos indígenas que sobrevivieron al proceso de colonización, entre ellos los
pueblos de Tlacotepec, Coronillas, Tepetixtla y diversos barrios aledaños, en
la parte centro-occidente. Al norte, fue el caso de los cuitlatecas, de quienes
Peter Hendrich habla -a mediados del siglo XX-, de los últimos vestigios de esa
cultura (Hendrich 1946, 15).
Por su parte, el cronista de Atoyac de Álvarez, Guerrero,
Víctor Cardona Galindo, menciona que según el diario de Patricio Pino y Solís,
hasta 1911 había en Atoyac familias que se comunicaban en lengua cuitlateca (Galindo, “Los
cuitlatecos (Primera parte)” 2016).
Calvo, Raúl Vélez. «Etnohistoria .» En Historia
General de Guerrero. Volúmen 1. Época Prehispánica. Arqueología-Etnohistoria.,
de Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo
Elizabet Jiménez García, 143-479. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 1998.
Campos, Moisés Ochoa. Historia
del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del
Estado de Guerrero, 2012.
Elizabeth Jiménez García,
Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo, Coords. Historia
General de Guerrero. Volumen 1. Arqueología-Etnohistoria. INAH-Gobierno del
estado de Guerrero, 1998.
Galindo, Víctor Cardona.
«“Los cuitlatecos (Primera parte)”.» El Sur, 11 de enero de 2016.
Hendrich, Peter. Por
tierras ignotas. Viajes y observaciones en la región del Río Balsas. Tomo II.
México: Editorial cultura, 1946.
Secretaría de Educación
Pública, Monografía. México: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de
Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.
Este texto es parte de la contextualización histórica que hago en mi tesis de Maestría en Humanidades, tesis que defendí en enero de 2019.
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