Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Ecos de la Sierra de Guerrero


Profesor Salvador Morlet Mejía.
Fotografía que me proporcionó su nieto Mario Alberto Morlet Valdez.


Ecos de la Sierra de Guerrero.
Esteban Hernández Ortiz.

Eco de la Sierra fue un periódico que el profesor Salvador Morlet Mejía publicó en el año de 1954, en Tlacotepec, municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero. Costaba 20 centavos y las oficinas estaban en Dirección de la escuela primaria Cuauhtémoc, en Tlacotepec, Guerrero. El Directorio se integraba así: Director, profesos Salvador Morlet Mejía; subdirector, señor Filiberto Castillo Reyna; el subjefe de administración era el señor Efraín Hurtado Romero; también formaba parte del directorio el señor J. Natividad V. Paco.

Recientemente, una persona de la familia Morlet me proporcionó un ejemplar de Eco de la Sierra, publicado el 26 de abril de 1954, en Tlacotepec, Guerrero.

Se sabe que el profesor Salvador Morlet fue a los Estados Unidos cuando él era muy joven y allá aprendió cierto dominio del idioma inglés. De regreso a Guerrero fue enseñando lo que él sabía de esa lengua en distintas poblaciones. Así lo hizo en Tlacotepec y así lo hizo en El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. En este segundo pueblo muchas señoras y muchos señores recuerdan cuando el profesor Morlet escribía My heart is happy, (mi corazón está contento), también recuerdan que él les enseñó a pronunciar los números del uno al diez en inglés.
Hubo una pequeña sección donde el periódico enseñaba inglés, español y mexicano. Mostraba la siguiente tabla:
Inglés
Pronunciación
Español
Mexicano
The teacher
Di ticher
El maestro
Temachti
Money
Mónei
dinero
Tomin
I have
Ai jav
Yo tengo
Niepia
You have
Yu jav
Ud. o tú tienes
Tiepia
Not yet
Not yet
Aún no, todavía no
ayamo
Pumkimp
pómkimp
calabaza
ayótl

La sección deportiva estaba a cargo del profesor Goven Vargas Castillo.

Había un directorio comercial que se publicaba en Eco de la Sierra, por ejemplo se publicaban: 
Mercería y Perfumería “la toluqueña”, 
Paletería, refrescos, limonadas y refrescos de todos sabores “Yola”, 
Sastrería “La Aurora”, 
Ropa y abarrotes “Casa Salgado”, cuyo propietario era el señor Erasto Salgado S., y,
Doctor Víctor Reyes Abonce, de la “Universidad Nacional”.

¡Qué orgullo haber conocido al profesor Salvador Morlet Mejía! Tuve la suerte de que él fuera nuestro padrino de generación cuando terminé mi secundaria en El Paraíso, Guerrero, el 30 de junio de 1989. En aquella ocasión nos obsequió un acróstico, una composición en forma de verso, que él escribió para sus ahijados.

En 1955, el profesor Salvador Morlet publicaría Eco del Cafetal, ya estando en El Paraíso, Guerrero.

Fuente de Consulta:
Periódico Eco de la Sierra, publicado el 26 de abril de 1954, en Tlacotepec, Guerrero.

martes, 20 de agosto de 2019

Extracción de recursos maderables en la Sierra de Guerrero.

El Cerro de las Tres Tetas, visto desde El Edén, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Fotografía que tomé el día 30 de diciembre de 2018.

Extracción de recursos maderables en la Sierra de Guerrero.
Estos párrafos son parte de mi tesis de maestría. La imagen no forma parte del paginado de mi tesis.
A principios del siglo XX se otorgó una concesión a Martín Carrera, accionista de la empresa maderera Guerrero Land and Timer Co., por una extensión de 8, 244 hectáreas en la jurisdicción de Atoyac, mismos que le fueron expropiados de las 157, 904 hectáreas que tenía asignadas en la Sierra (R. R. Álvarez 1989, 34). Previo al periodo presidencial cardenista la compañía maderera Guerrero Land and Timber Co extendía sus dominios a los municipios de Petatlán, Tecpan de Galeana, Ajuchitlán, Coyuca de Catalán y Chilpancingo, entre otros (Enciclopedia de Guerrero s.f.).
Se desconocen las cifras exactas de las superficies que tenía la empresa Guerrero Land and Timber, Co. debido a que los documentos no citan unidades longitudinales métricas, sino linderos o colindancias que consisten en ríos, cerros o territorios municipales. Esta empresa fue comprada en 1912 a Manuel Carrera Sabat, quien la adquirió de manos del primer propietario de la Sierra, Ignacio Calvo Celis Rávago, quien luego de haber denunciado que eran tierras realengas y baldías, las obtuvo en 1796. La denuncia fue publicada ocho días en lugares visibles de Tetela del Río. Así dos años después de la denuncia Ignacio Calvo Celis Rávago se apropió de la Sierra y obtuvo la posesión por parte del Conde del Valle de Orizaba. Las áreas boscosas del norte de Tecpan y de Petatlán eran explotadas por Maderas Papanoa. Iran And Timberg extrajo las maderas en la Sierra de Chilpancingo y la compañía maderera Camotla, extrajo las maderas en el Municipio de Leonardo Bravo (T. B. Álvarez, “Periodo 1934-1940” 1987, 345-346). Actualmente (2018) existe la comunidad de Torre Camotla, ubicada a diez minutos –en vehículo- de Puerto General Nicolás Bravo (Filo de Caballos), en el municipio de Leonardo Bravo.
Los comienzos de explotación intensiva de madera coinciden con los cambios y dificultades que enfrentaba la cría de ganado caprino en la Sierra. La explotación maderera aparece como una alternativa laboral para la población criolla de la Sierra; el capital industrial encuentra mano de obra barata para ser ocupada en los aserraderos. De esa manera las poblaciones de pastores tuvieron otra razón para arraigarse en la Sierra, ahora vinculada a la actividad forestal, pues el cultivo del café todavía no repuntaba.
Entre los madereros arribaron a la Sierra empresarios y trabajadores de los estados de México y Michoacán, muchos de ellos se avecindaron en las comunidades que se fundaron cuando se instalaron los aserraderos. Por varias décadas este “rejuego” se mantuvo hasta que los bosques mermaron su potencial (T. B. Álvarez, La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales 2003, 186). En los lugares donde se establecieron los aserraderos también había mecánicos y operadores de maquinaria; así como labores de “cuneteo” y otros mantenimientos de los caminos. Todo en aras de que las carreteras fueran aptas para extraer las maderas.
En el extraccionismo de recursos maderables se encontraban las compañías Silvicultora y Maderas Papanoa. Las empresas Arturo San Román y Lambert Ralph presionaron a los gobiernos para que se abrieran caminos en la Sierra, sobre todo en los montes de Atoyac y en los de Chilpancingo (Arciga 2010, 73). Así se posibilitaba la explotación de las maderas, extrayendo jugosas ganancias monetarias e importándoles un bledo el daño ecológico. Todo bajo el argumento de la generación de empleos y la apertura de caminos, cuando en realidad los caminos fueron abiertos fundamentalmente para transportar las maderas, y casi no era su propósito el comunicar a las personas que vivían en las comunidades serranas.
También hay otras especies de maderas en las risquerías de los cerros, muy perdurables para el uso doméstico y para “cercar” los corrales, entre ellos podemos mencionar al chipilillo, al tepehuaje y al moreno que se usan para construir casas de “horcones”. Son árboles cuyas maderas duran hasta cuarenta años enterrados directos a la tierra, máxime si no se mojan. En la construcción de casas también se usa madera de pino a manera de polines, soleras, fajillas, tablas y tablones.

El tejamanil es una menuda tableta que se obtiene principalmente de árboles de ayacahuite, aunque en menor medida se obtiene del oyamel, para cubrir el techo de las casas. Las tabletas de tejamanil tienen aproximadamente unos quince centímetros de ancho por unos cincuenta o sesenta centímetros de largo y un centímetro o medio centímetro de grosor. Muchos acostumbran colocar láminas de cartón sobre el tejamanil para proteger más los techos. Con el paso de los años, el uso del tejamanil ha caído en el desuso.
Ahora bien, la riqueza de los bosques de la Sierra no sólo se encuentra en sus árboles maderables de pino, encino, oyamel y cedro; los bosques son el principal sitio natural de donde emanan las afluentes de agua que integran los ríos que alimentan a las lagunas costeras, las presas de los valles de Tierra Caliente y las tomas de abasto de ciudades como Acapulco, Chilpancingo, todas las ciudades con mayor número de habitantes en la Costa Grande y en la Tierra Caliente, es decir, el agua es el recurso natural del que vive la mayoría de la población del Estado. Puede decirse que la vida de la mayoría de los guerrerenses está vinculada a la existencia de los bosques de la Sierra, aunque hasta ahora se ha subestimado el valor del agua y se priorizan a las maderas. Hay que agregar que los bosques son el hábitat de muchas especies vegetales y animales.
Han existido intentos por aprovechar socialmente a los recursos maderables como en el ejido El Balcón, pero en general las maderas han sido explotadas en beneficio de las grandes empresas como Silvicultora San Román y Maderas Papanoa. Esta última explotó los bosques de la sierra de Atoyac de Álvarez.

Fuentes de consulta:
Álvarez, Renato Ravelo Lecuona y Tomás Bustamante. Historia General de Guerrero. Volumen IV. Revolución y reconstrucción . México: Gobierno del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, 1989.
Álvarez, Tomás Bustamante. «“Periodo 1934-1940”.» En Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Guerrero. 1867-1940, de Renato Ravelo Lecuona, Daniel Molina Álvarez y Tomás Bustamante Álvarez, Coords. Jaime Salazar Adame. Gobierno del estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, Centro de Estudios Históricos del agrarismo en México, 1987.
—. La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales . México: Ediciones Fontamara, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, Universidad Autónoma de Guerrero , 2003.
Arciga, Esperanza Hernández. «“Chilpancingo y la construcción de la identidad suriana”.» En Guerrero en el contexto de las revoluciones en México, de Gil Arturo Ferrer Vicario y Joel Iturio Alvarado, Coords. Tomas Bustamante Álvarez. México: Fontamara, 2010.
«Enciclopedia de Guerrero.» s.f. http://inafed.gob.mx/work/enciclopedia/EMM12guerrero/historia.html (último acceso: 9 de noviembre de 2017).
Miller, Ma. Teresa Pavía. «“Origen y Formación (1821-1867)”.» En Historia General de Guerrero. Volumen III. Formación y modernización , de Ma. Teresa Pavía Miller-Jaime Salazar Adame. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Gobierno del Estado de Guerrero, JGH Editores, 1998.


lunes, 19 de agosto de 2019

El pastoreo de ganado caprino en la Sierra de Guerrero.



El pastoreo de ganado caprino.

Esta actividad llegó a la Sierra de Guerrero procedente del estado de Puebla. Se comercializaban la carne, los cueros y el sebo (grasa). Pronto creció la producción de ganado ovino y enseguida, el ganado caprino.  A finales de la Colonia y durante el siglo XIX esa producción fue disgregándose en la Sierra de oriente a occidente, dando lugar a la migración de familias de pastores. Posteriormente se les empezó a llamar “chiveros”. Tlapa como punto administrador importante de la región montañosa, era referencia obligatoria para los dueños de las haciendas volantes productoras de chivos, ahí debían solicitar el permiso de peaje respectivo. Mientras tanto, en los entornos se establecían los rebaños; corría el año de 1880 cuando uno de los dueños de diversas haciendas volantes (así se llamaba a los rebaños caprinos) era el poblano Guillermo Acho (Leyva 2000, 185-186).

Para 1890, en Guerrero un peón ganaba al día 21 centavos, a la vez que en el resto del país, el salario diario de un peón era de 36 centavos. En los lugares de la Sierra, los terrenos de cultivo considerados de bajo rendimiento se destinaban al pastoreo de vacas y cabras. Cuando finalizaba el siglo XIX las sierras de Oaxaca, Puebla y Guerrero alcanzaron su cúspide en esta actividad con 900 mil cabras, de las cuales se aprovechaba la carne –ya seca y salada-, así como también la grasa (Secretaría de Educación Pública 1997, 171).

En la década de los cuarenta aún existieron rebaños de hasta dos mil animales. La mayor producción caprina se concentraba en las laderas o terrenos enfilados hacia la Sierra, los cuales pertenecían a los municipios de Chilpancingo, Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo, en el centro; en tanto que por la parte occidental, estaban San Miguel Totolapan, Ajuchitlán y Coyuca de Catalán (T. de la peña 1949, 599). De la práctica de criar chivos, los sierreños se ganaron el mote de chiveros.

Fuentes de consulta:

Leyva, Jaime García. «“Bandidos, rebeldes y otros incidentes. Tlapa, 1880-1900”.» En Tlapa: origen y memoria histórica , de Coord. Mario O. Martínez. Universidad Autónoma de Guerrero, 2000.

Secretaría de Educación Pública, MonogMéxico: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.

T. de la peña, Moises. Guerrero económico. Tomo I. Chilpancingo de los Bravo: Gobierno del estado deGuerrero, 1949.


Cafe caturra amarillo.

Plantas de cafe caturra; la primera en El Naranjo, cerr de El Paraíso, y la segunda en La Pintada. Ambas comunidades en el municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Imágenes que tomé en diciembre de 2018.


domingo, 18 de agosto de 2019

La tenencia de la tierra en la Sierra de Guerrero durante la Colonia.



Presencia prehispánica en la Sierra de Guerrero.

Mediante esta gráfica pretendo ilustrar respecto a las invasiones o sojuzgamientos que ha habido en la Sierra de Guerrero partiendo de épocas prehispánicas hasta llegar a la invasión española.

Estos párrafos forman parte de mi tesis de maestría.

La tenencia de la tierra en la Sierra de Guerrero durante la Colonia.

En el lapso del período colonial, los diversos grupos sociales de la Sierra sufrieron enormes modificaciones socioculturales y varios grupos perecieron ante el fuerte impacto de las encomiendas, los repartimientos, las congregaciones, las enfermedades del colonizador, las exageradas tributaciones y las jornadas excesivas de trabajo. La Sierra del siglo XVII  prácticamente se despobló. Fueron escasos los núcleos indígenas que sobrevivieron al proceso de colonización, entre ellos los pueblos de Tlacotepec, Coronillas, Tepetixtla y diversos barrios aledaños, en la parte centro-occidente. Al norte, fue el caso de los cuitlatecas, de quienes Peter Hendrich habla -a mediados del siglo XX-, de los últimos vestigios de esa cultura (Hendrich 1946, 15).
Por su parte, el cronista de Atoyac de Álvarez, Guerrero, Víctor Cardona Galindo, menciona que según el diario de Patricio Pino y Solís, hasta 1911 había en Atoyac familias que se comunicaban en lengua cuitlateca (Galindo, “Los cuitlatecos (Primera parte)” 2016).
La Sierra, por los recursos que posee, ha estado en la mira de buscadores de riquezas en diferentes épocas: primero, de mineros; después, de ganaderos (chiveros), y después de madereros. Siempre ha sido explotada (Núñez 2005, 24).
La Corona española otorgaba encomiendas a sus oficiales como una forma de reconocimiento a sus servicios. Las encomiendas consistían en el depósito tanto de tierras como de indios en manos del beneficiado; así se concedía el derecho de explotar las tierras, recibir las tributaciones y explotar el trabajo de los nativos en formas excesivas (Pineda 2002, 15).

Con base a la Memoria de la Cuarta Reunión Sobre Problemas Antropológicos relativos al occidente de México, la cual se realizó en 1946, puedo decir que en la Sierra Madre se exploraron algunas zonas de Jaleaca, Santa Bárbara, Pueblo Viejo I y Pueblo Viejo II, encontrándose montículos bajos, petroglifos y pequeñas construcciones de piedra y cerámica de tipo arcaico (Campos 2012, 46).
Isidro Moreno Casasola conquistó a los pueblos de la provincia de Citlaltomahua en la Sierra de Tlacotepec (Campos 2012, 62). Desde 1522, Cortés estableció el sistema de las encomiendas, instruyendo a los nativos hacia el catolicismo y explotando las tierras, aunque el fin principal no era el usufructo de las tierras, sino la implementación de tributos. Con la encomienda no se transmitía la propiedad de la tierra, pero era un medio para sojuzgar a los indios, a la que se despojaba, sometiéndole a la servidumbre y al pago de tributos descomunales. Durante la Colonia la Sierra estuvo repartida en grandes encomiendas.
Mediante las “ordenanzas” Cortés declaraba la forma en que los encomenderos podrían servirse y explotar a los nativos; a la par se implementó la Merced Real, que era la transmisión de la posesión de la tierra, basándose en las Bulas Alejandrinas que dictó el papa Alejandro VI en 1493 (Campos 2012, 64-65).
Tlacotepec se encomendó a Alonso de la Serna y Gaspar de Garnica en 1559, y pagaban 1, 012 pesos de Oro, maíz y gallinas. Chichihualco se asignó al encomendero Francisco Rodríguez Magariño. La mina de Oro de Topila (cerca de Tlacotepec) fue explotada por Juan de Manzanillo (Campos 2012, 68-70).
Aun cuando se han encontrado vestigios arqueológicos, no se trata de una zona muy densamente poblada por personas, pues careció de asentamientos humanos relevantes. Una vez que llegaron los invasores, Hernán Cortés mandó comisiones de dos o tres españoles, quienes eran guiados por un nativo para localizar sitios donde hubiese oro. Sus emisarios se internaron en la Sierra y llegaron a la Costa, para luego regresar ante su señoría y decirle que “en un pueblo que se dice Zacatula, los caciques de aquella provincia llevaron muchos indios a los ríos con una bateas chica, y con ellas lavaban la tierra y cogían el oro” (Guzmán 2008, 16). Sin embargo, las aspiraciones de explotar los yacimientos minerales se fueron relegando debido a las dificultades que tiene la topografía serrana, pues los caminos eran muy escasos y se hallaban en mal estado.
La presencia de la iglesia fue como jurisdicción eclesiástica, pero en sí, la Sierra no estuvo densamente poblada.
Muchos apellidos que hoy existen en la sierra son de origen español: Cortez, Catalán, Vélez, Martínez, Hernández, Pinzón, Sánchez, Barragán, Chávez y Adame, entre otros. Esta influencia hispánica se refleja en la región.
Aproximadamente cada ochenta días se entregaban los tributos, los cuales se transportaban por medio de tamemes o cargadores que llevaban los productos que los calpixques o recaudadores habían recolectado en los pueblos, cabeceras o provincias. Entre los productos de tributo se encontraban la miel, las pieles y los plumajes. La provincia de Cihuatlán era la que comprendía la mayor parte del actual territorio de la Sierra de Guerrero (Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del contacto” 2018).
Los encomenderos obtuvieron beneficio propio mediante la mano de obra indígena y la recaudación de riqueza. Entonces la Corona fue disminuyendo sus ganancias por concepto de tributaciones y en 1538 decidió desaparecer las encomiendas y en su lugar puso en marcha a las alcaldías como un nuevo método para controlar la riqueza de sus territorios (Sala de exhibición: “Dominio español. 1538. Alcaldías mayores: Nuevas formas de administración política y económica” 2018).
En la segunda parte del siglo XVIII hubo modificaciones en la tenencia de la tierra en la Sierra. La corona admitió los derechos de antigüedad en los territorios de las comunidades indígenas de Santiago Tlacotepec, Coronillas y Tepetixtla. Para finales de aquel siglo XVIII se creó el latifundio más extenso de que se tiene registro en la Sierra de Guerrero, se llamaba Sierra Anáhuac, cuyo propietario era Ignacio Calvo Celis Rábago, quien se adjudicó toda aquella tierra que no fuese de comunidades en el centro-occidente (T. B. Álvarez, La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales 2003, 181).
Fuentes de consulta:
Álvarez, Tomás Bustamante. La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales . México: Ediciones Fontamara, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, Universidad Autónoma de Guerrero , 2003.
Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.
Galindo, Víctor Cardona. «“Los cuitlatecos (Primera parte)”.» El Sur, 11 de enero de 2016.
Guzmán, Rafael Rubí Alarcón y Edgar Pavía. Historia General de Guerrero. Volumen II. El dominio español. Era de los Habsburgo-Era de los Borbón. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 2008.
Hendrich, Peter. Por tierras ignotas. Viajes y observaciones en la región del Río Balsas. Tomo II. México: Editorial cultura, 1946.
Núñez, Tomás Bustamante Álvarez y Antonio Cervantes. Plan Estratégico de desarrollo de la Sierra de Guerrero. México: Universidad Autónoma de Guerrero, Secretaría de la Reforma Agraria, 2005.
Pineda, Mario García. Historia de las divisiones territoriales del Estado de Guerrero . Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Talleres gráficos del Sur, 2002.
«Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del contacto”.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México.: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de Antropología e Historia. , 9 de enero de 2018.
«Sala de exhibición: “Dominio español. 1538. Alcaldías mayores: Nuevas formas de administración política y económica”.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de Antropología e Historia. , 9 de enero de 2018.


viernes, 16 de agosto de 2019

¿Donde queda la Sierra de Guerrero, México?




Una delimitación geográfica de la Sierra de Guerrero.






Gráfica 2. El cerro “Cabeza de Venado”, el tercer punto más elevado en Guerrero, en plena Sierra. Tras él se encuentra una cadena de montañas, en las que se sitúan pueblos como Los Laureles y La Galera. Fotografía de un archivo personal, la cual tomé desde el panteón de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, en marzo de 2016.

Estos párrafos son parte de mi tesis de maestría.


¿Dónde queda la Sierra de Guerrero?

Existe un par de placas que surten efectos físicos sobre la superficie de Guerrero; una es la placa de Cocos, ubicada en el Océano Pacífico, la cual penetra por debajo de otra que se encuentra en “tierra”, denominada  “placa continental” o “placa norteamericana”. Esta placa continental dio origen a la Sierra Madre del Sur. Cuando la placa de Cocos se mueve, genera una inercia sobre la placa continental y hace que también se mueva. Se estima que desde hace millones de años las placas se han movido y por esa causa la topografía de la sierra de Guerrero es muy accidentada, presentando extensas zonas rocosas, cuya anchura aproximada es de unos cien kilómetros y una altura media de dos mil metros sobre el nivel del mar. Los dos cerros más altos de Guerrero son el Teotepec y el Tlacatepec; el primero tiene una altura de 3, 705 Metros Sobre el Nivel del Mar (MSNM) y el segundo cuenta con 3, 4 95 MSNM (Secretaría de Educación Pública 1997, 14-15).

En Guerrero existen cuatro zonas fisiográficas en el siguiente orden, partiendo del norte hacia el sur: La septentrional, la depresión del Balsas, la Sierra Madre del Sur y las costas (Ma. Guadalupe Velasco Ocampo 1989). Del “cordón” o “espinazo” de la Sierra se van desprendiendo algunas cadenas montañosas que tienen cierta regularidad, los que se dirigen hacia el Río Balsas y llegan a tener una extensión hasta de 75 kilómetros, son más extensos y angostos; aunque van disminuyendo su altura, son más notorios en forma transversal. Las cordilleras que se dirigen hacia la costa tienen unos 50 kilómetros de distancia. Actualmente la Sierra es el macizo boscoso más importante del Estado.

La Sierra es el sitio donde nacen 23 ríos que descienden hacia la Costa Grande, la Tierra Caliente y la zona Centro. Esta región es dadora de vida, pues abastece de agua a miles de guerrerenses, tanto para consumo humano como para actividades agropecuarias (“Sierra de Guerrero se convierte en octava región” 2015).

En la fauna de la Sierra se encuentran especies en peligro de extinción, como es el venado cola blanca. Del lado atoyaquense, en las zonas cafetaleras, dado el abandono de las parcelas se han reproducido especies como los jabalíes y venados; también aves como las chachalacas y palomas moradas.

Por cuanto a la flora existen especies exóticas, que en el mercado alcanzan precios muy elevados, por encima de maderas como el pino o el oyamel; se trata de maderas como el granadillo y el árbol de macarpinteri, especies exóticas que son de escasas cantidades. También existen árboles conocidos como palo maría, tepehuaje, cucucho, palo moreno, laurelillo, magnolia y chipilillo.

Lo escabroso de las montañas dificulta la agricultura, al menos con los métodos tradicionales como son la rosa, tumba y quema (18ma). Lo mismo ocurre con las actividades pecuarias, pues debido a las pendientes, la mayoría de los suelos no son terrenos adecuados para la ganadería.

La Sierra comprende la parte alta de los siguientes municipios: Coahuayutla de José María Izazaga, Zihuatanejo de Azueta, Petatlán, Tecpan de Galeana, Atoyac de Álvarez, Coyuca de Benítez, Chilpancingo de los Bravo, Eduardo Neri, San Miguel Totolapan, Ajuchitlán del Progreso, Coyuca de Catalán y Zirándaro. Se agrega el territorio completo de los dos municipios de General Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo. La Sierra es la parte alejada y olvidada de los gobiernos municipales, de las regiones administrativas, de los poderes constitucionales estatales y federales. Tiene una superficie estimada de 18 797 Km2 y cerca de un millón aproximado de hectáreas boscosas (Programa de Desarrollo para la Sierra de Guerrero 1996-1999 1996).

Se trata de una región situada entre el Centro y el Oeste del Estado de Guerrero, ahí donde se ubica una cadena de montañas pertenecientes a la Sierra Madre del Sur. Este espacio es conocido como la Sierra de Guerrero o el Filo Mayor.

Lo que en Guerrero se llama el filo mayor de la Sierra, y que de manera necesariamente ininterrumpida forma el eje montañoso a todo lo largo del Estado, está particularmente bien diferenciado en la montaña occidental, desde el municipio de Coahuayutla, en donde apenas a 10 Km. al E. de la gran cortadura del Balsas, ya el filo mayor alcanza altitudes superiores a 1000 m. (el lecho del Balsas va a menos de 150 m.), frente a la opuesta desembocadura del Tepalcatepec. Con una muy notable uniformidad se mantiene más adelante alrededor de los 2, 300 m. de altitud, desde los 101.25 grados de longitud oeste y los 18.15 de latitud norte, con picos y aún cuchillas de varios Kms. en las que se alcanzan las alturas máximas del Estado, de más de 3, 000 m. (T. de la peña 1949, 100).



Refiriéndose a la región, Giménez dice: “Por un lado no se requiere que sus fronteras sean impenetrables y, por otro, tampoco se requiere que dichas fronteras coincidan con las divisiones políticas o administrativas más fácilmente identificables o incluso con accidentes topográficos” (Gimenez 2000, 34).

En contraste con el municipio, el territorio no se circunscribe a un espacio geográfico inamovible, arena de lucha formal y cíclica de los intereses políticos o escenario de alguna instancia administrativa burocrática local, sino que es una unidad de estudio flexible, delimitada en función de una construcción social, cultural y política dada en un espacio específico. El territorio puede hallarse delimitado en el municipio, o estar dentro de él, o abarcar a más de uno pero lo importante es que sea un espacio asociado a procesos social organizativos que poseen una o múltiples identidades que lo cohesionan y lo consolidan (Leglise 2011, 8-9).



            Por estas últimas razones expuestas considero que la Sierra de Guerrero puede ser estudiada como una región, independientemente de si existe o no en la cartografía de la administración pública.



Fuentes de consulta:

s.f. https://www.foroambiental.com.mx/roza-tumba-y-quema-destruye-miles-de-hectareas-en-mexico/ (último acceso: 19 de mayo de 2018).

diario El Horizonte . «“Sierra de Guerrero se convierte en octava región”.» 17 de enero de 2015.

Gimenez, Gilberto. «Territorio, cutura e identidades. La región socio-cultural.» En Globalización y regiones en México, de Rocío Rosales. México: Miguel Ángel Porrúa, 2000.

Leglise, Mario del Roble Pensado. Territorio y ambiente: aproximaciones metodológicas. México: Siglo XXI, 2011.

Ma. Guadalupe Velasco Ocampo, José Raúl Velasco Ocampo, Max Arturo López Hernández y Justino Lozano Alvarado, Coords. Diagnóstico socioeconómico contemporáneo del Estado de Guerrero, Tomo I. México: Universidad Autónoma de Guerrero, 1989.

«Programa de Desarrollo para la Sierra de Guerrero 1996-1999.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero: Gobierno del Estado de Guerrero, 1996.

Secretaría de Educación Pública, MonogMéxico: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.

T. de la peña, Moises. Guerrero económico. Tomo I. Chilpancingo de los Bravo: Gobierno del estado deGuerrero, 1949.





 















jueves, 15 de agosto de 2019

Puente hamaca en El Paraíso.

Puente hamaca en la Colonia El Recodo, de El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Fotografía que tomé el día martes, 13 de agosto de 2019.