Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

domingo, 18 de agosto de 2019

La tenencia de la tierra en la Sierra de Guerrero durante la Colonia.



Presencia prehispánica en la Sierra de Guerrero.

Mediante esta gráfica pretendo ilustrar respecto a las invasiones o sojuzgamientos que ha habido en la Sierra de Guerrero partiendo de épocas prehispánicas hasta llegar a la invasión española.

Estos párrafos forman parte de mi tesis de maestría.

La tenencia de la tierra en la Sierra de Guerrero durante la Colonia.

En el lapso del período colonial, los diversos grupos sociales de la Sierra sufrieron enormes modificaciones socioculturales y varios grupos perecieron ante el fuerte impacto de las encomiendas, los repartimientos, las congregaciones, las enfermedades del colonizador, las exageradas tributaciones y las jornadas excesivas de trabajo. La Sierra del siglo XVII  prácticamente se despobló. Fueron escasos los núcleos indígenas que sobrevivieron al proceso de colonización, entre ellos los pueblos de Tlacotepec, Coronillas, Tepetixtla y diversos barrios aledaños, en la parte centro-occidente. Al norte, fue el caso de los cuitlatecas, de quienes Peter Hendrich habla -a mediados del siglo XX-, de los últimos vestigios de esa cultura (Hendrich 1946, 15).
Por su parte, el cronista de Atoyac de Álvarez, Guerrero, Víctor Cardona Galindo, menciona que según el diario de Patricio Pino y Solís, hasta 1911 había en Atoyac familias que se comunicaban en lengua cuitlateca (Galindo, “Los cuitlatecos (Primera parte)” 2016).
La Sierra, por los recursos que posee, ha estado en la mira de buscadores de riquezas en diferentes épocas: primero, de mineros; después, de ganaderos (chiveros), y después de madereros. Siempre ha sido explotada (Núñez 2005, 24).
La Corona española otorgaba encomiendas a sus oficiales como una forma de reconocimiento a sus servicios. Las encomiendas consistían en el depósito tanto de tierras como de indios en manos del beneficiado; así se concedía el derecho de explotar las tierras, recibir las tributaciones y explotar el trabajo de los nativos en formas excesivas (Pineda 2002, 15).

Con base a la Memoria de la Cuarta Reunión Sobre Problemas Antropológicos relativos al occidente de México, la cual se realizó en 1946, puedo decir que en la Sierra Madre se exploraron algunas zonas de Jaleaca, Santa Bárbara, Pueblo Viejo I y Pueblo Viejo II, encontrándose montículos bajos, petroglifos y pequeñas construcciones de piedra y cerámica de tipo arcaico (Campos 2012, 46).
Isidro Moreno Casasola conquistó a los pueblos de la provincia de Citlaltomahua en la Sierra de Tlacotepec (Campos 2012, 62). Desde 1522, Cortés estableció el sistema de las encomiendas, instruyendo a los nativos hacia el catolicismo y explotando las tierras, aunque el fin principal no era el usufructo de las tierras, sino la implementación de tributos. Con la encomienda no se transmitía la propiedad de la tierra, pero era un medio para sojuzgar a los indios, a la que se despojaba, sometiéndole a la servidumbre y al pago de tributos descomunales. Durante la Colonia la Sierra estuvo repartida en grandes encomiendas.
Mediante las “ordenanzas” Cortés declaraba la forma en que los encomenderos podrían servirse y explotar a los nativos; a la par se implementó la Merced Real, que era la transmisión de la posesión de la tierra, basándose en las Bulas Alejandrinas que dictó el papa Alejandro VI en 1493 (Campos 2012, 64-65).
Tlacotepec se encomendó a Alonso de la Serna y Gaspar de Garnica en 1559, y pagaban 1, 012 pesos de Oro, maíz y gallinas. Chichihualco se asignó al encomendero Francisco Rodríguez Magariño. La mina de Oro de Topila (cerca de Tlacotepec) fue explotada por Juan de Manzanillo (Campos 2012, 68-70).
Aun cuando se han encontrado vestigios arqueológicos, no se trata de una zona muy densamente poblada por personas, pues careció de asentamientos humanos relevantes. Una vez que llegaron los invasores, Hernán Cortés mandó comisiones de dos o tres españoles, quienes eran guiados por un nativo para localizar sitios donde hubiese oro. Sus emisarios se internaron en la Sierra y llegaron a la Costa, para luego regresar ante su señoría y decirle que “en un pueblo que se dice Zacatula, los caciques de aquella provincia llevaron muchos indios a los ríos con una bateas chica, y con ellas lavaban la tierra y cogían el oro” (Guzmán 2008, 16). Sin embargo, las aspiraciones de explotar los yacimientos minerales se fueron relegando debido a las dificultades que tiene la topografía serrana, pues los caminos eran muy escasos y se hallaban en mal estado.
La presencia de la iglesia fue como jurisdicción eclesiástica, pero en sí, la Sierra no estuvo densamente poblada.
Muchos apellidos que hoy existen en la sierra son de origen español: Cortez, Catalán, Vélez, Martínez, Hernández, Pinzón, Sánchez, Barragán, Chávez y Adame, entre otros. Esta influencia hispánica se refleja en la región.
Aproximadamente cada ochenta días se entregaban los tributos, los cuales se transportaban por medio de tamemes o cargadores que llevaban los productos que los calpixques o recaudadores habían recolectado en los pueblos, cabeceras o provincias. Entre los productos de tributo se encontraban la miel, las pieles y los plumajes. La provincia de Cihuatlán era la que comprendía la mayor parte del actual territorio de la Sierra de Guerrero (Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del contacto” 2018).
Los encomenderos obtuvieron beneficio propio mediante la mano de obra indígena y la recaudación de riqueza. Entonces la Corona fue disminuyendo sus ganancias por concepto de tributaciones y en 1538 decidió desaparecer las encomiendas y en su lugar puso en marcha a las alcaldías como un nuevo método para controlar la riqueza de sus territorios (Sala de exhibición: “Dominio español. 1538. Alcaldías mayores: Nuevas formas de administración política y económica” 2018).
En la segunda parte del siglo XVIII hubo modificaciones en la tenencia de la tierra en la Sierra. La corona admitió los derechos de antigüedad en los territorios de las comunidades indígenas de Santiago Tlacotepec, Coronillas y Tepetixtla. Para finales de aquel siglo XVIII se creó el latifundio más extenso de que se tiene registro en la Sierra de Guerrero, se llamaba Sierra Anáhuac, cuyo propietario era Ignacio Calvo Celis Rábago, quien se adjudicó toda aquella tierra que no fuese de comunidades en el centro-occidente (T. B. Álvarez, La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales 2003, 181).
Fuentes de consulta:
Álvarez, Tomás Bustamante. La tragedia de los bosques de Guerrero. Historia ambiental y las políticas forestales . México: Ediciones Fontamara, Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, Universidad Autónoma de Guerrero , 2003.
Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.
Galindo, Víctor Cardona. «“Los cuitlatecos (Primera parte)”.» El Sur, 11 de enero de 2016.
Guzmán, Rafael Rubí Alarcón y Edgar Pavía. Historia General de Guerrero. Volumen II. El dominio español. Era de los Habsburgo-Era de los Borbón. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 2008.
Hendrich, Peter. Por tierras ignotas. Viajes y observaciones en la región del Río Balsas. Tomo II. México: Editorial cultura, 1946.
Núñez, Tomás Bustamante Álvarez y Antonio Cervantes. Plan Estratégico de desarrollo de la Sierra de Guerrero. México: Universidad Autónoma de Guerrero, Secretaría de la Reforma Agraria, 2005.
Pineda, Mario García. Historia de las divisiones territoriales del Estado de Guerrero . Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Talleres gráficos del Sur, 2002.
«Sala de exhibición, “Las provincias tributarias al momento del contacto”.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México.: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de Antropología e Historia. , 9 de enero de 2018.
«Sala de exhibición: “Dominio español. 1538. Alcaldías mayores: Nuevas formas de administración política y económica”.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Museo Regional de Guerrero. Instituto Nacional de Antropología e Historia. , 9 de enero de 2018.


viernes, 16 de agosto de 2019

¿Donde queda la Sierra de Guerrero, México?




Una delimitación geográfica de la Sierra de Guerrero.






Gráfica 2. El cerro “Cabeza de Venado”, el tercer punto más elevado en Guerrero, en plena Sierra. Tras él se encuentra una cadena de montañas, en las que se sitúan pueblos como Los Laureles y La Galera. Fotografía de un archivo personal, la cual tomé desde el panteón de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, en marzo de 2016.

Estos párrafos son parte de mi tesis de maestría.


¿Dónde queda la Sierra de Guerrero?

Existe un par de placas que surten efectos físicos sobre la superficie de Guerrero; una es la placa de Cocos, ubicada en el Océano Pacífico, la cual penetra por debajo de otra que se encuentra en “tierra”, denominada  “placa continental” o “placa norteamericana”. Esta placa continental dio origen a la Sierra Madre del Sur. Cuando la placa de Cocos se mueve, genera una inercia sobre la placa continental y hace que también se mueva. Se estima que desde hace millones de años las placas se han movido y por esa causa la topografía de la sierra de Guerrero es muy accidentada, presentando extensas zonas rocosas, cuya anchura aproximada es de unos cien kilómetros y una altura media de dos mil metros sobre el nivel del mar. Los dos cerros más altos de Guerrero son el Teotepec y el Tlacatepec; el primero tiene una altura de 3, 705 Metros Sobre el Nivel del Mar (MSNM) y el segundo cuenta con 3, 4 95 MSNM (Secretaría de Educación Pública 1997, 14-15).

En Guerrero existen cuatro zonas fisiográficas en el siguiente orden, partiendo del norte hacia el sur: La septentrional, la depresión del Balsas, la Sierra Madre del Sur y las costas (Ma. Guadalupe Velasco Ocampo 1989). Del “cordón” o “espinazo” de la Sierra se van desprendiendo algunas cadenas montañosas que tienen cierta regularidad, los que se dirigen hacia el Río Balsas y llegan a tener una extensión hasta de 75 kilómetros, son más extensos y angostos; aunque van disminuyendo su altura, son más notorios en forma transversal. Las cordilleras que se dirigen hacia la costa tienen unos 50 kilómetros de distancia. Actualmente la Sierra es el macizo boscoso más importante del Estado.

La Sierra es el sitio donde nacen 23 ríos que descienden hacia la Costa Grande, la Tierra Caliente y la zona Centro. Esta región es dadora de vida, pues abastece de agua a miles de guerrerenses, tanto para consumo humano como para actividades agropecuarias (“Sierra de Guerrero se convierte en octava región” 2015).

En la fauna de la Sierra se encuentran especies en peligro de extinción, como es el venado cola blanca. Del lado atoyaquense, en las zonas cafetaleras, dado el abandono de las parcelas se han reproducido especies como los jabalíes y venados; también aves como las chachalacas y palomas moradas.

Por cuanto a la flora existen especies exóticas, que en el mercado alcanzan precios muy elevados, por encima de maderas como el pino o el oyamel; se trata de maderas como el granadillo y el árbol de macarpinteri, especies exóticas que son de escasas cantidades. También existen árboles conocidos como palo maría, tepehuaje, cucucho, palo moreno, laurelillo, magnolia y chipilillo.

Lo escabroso de las montañas dificulta la agricultura, al menos con los métodos tradicionales como son la rosa, tumba y quema (18ma). Lo mismo ocurre con las actividades pecuarias, pues debido a las pendientes, la mayoría de los suelos no son terrenos adecuados para la ganadería.

La Sierra comprende la parte alta de los siguientes municipios: Coahuayutla de José María Izazaga, Zihuatanejo de Azueta, Petatlán, Tecpan de Galeana, Atoyac de Álvarez, Coyuca de Benítez, Chilpancingo de los Bravo, Eduardo Neri, San Miguel Totolapan, Ajuchitlán del Progreso, Coyuca de Catalán y Zirándaro. Se agrega el territorio completo de los dos municipios de General Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo. La Sierra es la parte alejada y olvidada de los gobiernos municipales, de las regiones administrativas, de los poderes constitucionales estatales y federales. Tiene una superficie estimada de 18 797 Km2 y cerca de un millón aproximado de hectáreas boscosas (Programa de Desarrollo para la Sierra de Guerrero 1996-1999 1996).

Se trata de una región situada entre el Centro y el Oeste del Estado de Guerrero, ahí donde se ubica una cadena de montañas pertenecientes a la Sierra Madre del Sur. Este espacio es conocido como la Sierra de Guerrero o el Filo Mayor.

Lo que en Guerrero se llama el filo mayor de la Sierra, y que de manera necesariamente ininterrumpida forma el eje montañoso a todo lo largo del Estado, está particularmente bien diferenciado en la montaña occidental, desde el municipio de Coahuayutla, en donde apenas a 10 Km. al E. de la gran cortadura del Balsas, ya el filo mayor alcanza altitudes superiores a 1000 m. (el lecho del Balsas va a menos de 150 m.), frente a la opuesta desembocadura del Tepalcatepec. Con una muy notable uniformidad se mantiene más adelante alrededor de los 2, 300 m. de altitud, desde los 101.25 grados de longitud oeste y los 18.15 de latitud norte, con picos y aún cuchillas de varios Kms. en las que se alcanzan las alturas máximas del Estado, de más de 3, 000 m. (T. de la peña 1949, 100).



Refiriéndose a la región, Giménez dice: “Por un lado no se requiere que sus fronteras sean impenetrables y, por otro, tampoco se requiere que dichas fronteras coincidan con las divisiones políticas o administrativas más fácilmente identificables o incluso con accidentes topográficos” (Gimenez 2000, 34).

En contraste con el municipio, el territorio no se circunscribe a un espacio geográfico inamovible, arena de lucha formal y cíclica de los intereses políticos o escenario de alguna instancia administrativa burocrática local, sino que es una unidad de estudio flexible, delimitada en función de una construcción social, cultural y política dada en un espacio específico. El territorio puede hallarse delimitado en el municipio, o estar dentro de él, o abarcar a más de uno pero lo importante es que sea un espacio asociado a procesos social organizativos que poseen una o múltiples identidades que lo cohesionan y lo consolidan (Leglise 2011, 8-9).



            Por estas últimas razones expuestas considero que la Sierra de Guerrero puede ser estudiada como una región, independientemente de si existe o no en la cartografía de la administración pública.



Fuentes de consulta:

s.f. https://www.foroambiental.com.mx/roza-tumba-y-quema-destruye-miles-de-hectareas-en-mexico/ (último acceso: 19 de mayo de 2018).

diario El Horizonte . «“Sierra de Guerrero se convierte en octava región”.» 17 de enero de 2015.

Gimenez, Gilberto. «Territorio, cutura e identidades. La región socio-cultural.» En Globalización y regiones en México, de Rocío Rosales. México: Miguel Ángel Porrúa, 2000.

Leglise, Mario del Roble Pensado. Territorio y ambiente: aproximaciones metodológicas. México: Siglo XXI, 2011.

Ma. Guadalupe Velasco Ocampo, José Raúl Velasco Ocampo, Max Arturo López Hernández y Justino Lozano Alvarado, Coords. Diagnóstico socioeconómico contemporáneo del Estado de Guerrero, Tomo I. México: Universidad Autónoma de Guerrero, 1989.

«Programa de Desarrollo para la Sierra de Guerrero 1996-1999.» Chilpancingo de los Bravo, Guerrero: Gobierno del Estado de Guerrero, 1996.

Secretaría de Educación Pública, MonogMéxico: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.

T. de la peña, Moises. Guerrero económico. Tomo I. Chilpancingo de los Bravo: Gobierno del estado deGuerrero, 1949.





 















jueves, 15 de agosto de 2019

Puente hamaca en El Paraíso.

Puente hamaca en la Colonia El Recodo, de El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero.
Fotografía que tomé el día martes, 13 de agosto de 2019.

miércoles, 7 de agosto de 2019

La Revolución Mexicana en la Sierra de Guerrero.



La Revolución Mexicana en la Sierra de Guerrero.



Esteban Hernández Ortiz.

Nota: Este escrito es parte de la contextualización histórica de mi tesis de Maestría en Humanidades.



Muchas personas serranas tomaron partida durante la Revolución Mexicana y por consiguiente, la Sierra tuvo sitios de enfrentamiento en aquel movimiento armado que a nivel nacional inició el 20 de noviembre de 1910. El tixtleco Gilberto Jiménez Alcaraz fue invitado por el General Heliodoro Castillo para que se presentara en su cuartel general del pueblo de Vinotería, actual municipio de General Heliodoro Castillo, en plena Sierra de Guerrero. Gilberto Jiménez Alcaraz se presentó con veintidós hombres para luchar al lado del general zapatista Heliodoro Castillo. Don Espiridión Nava Castro nació en Chautipas, municipio de Chilpancingo, Guerrero; y al igual que don Gilberto Jiménez Alcaraz, fue reconocido en la Secretaría de la Defensa Nacional como veterano de la Revolución Mexicana en el segundo periodo. Don Anteoco González Poncelis vivió en Yextla, municipio de Leonardo Bravo, en la Sierra guerrerense, y también participó en la Revolución Mexicana al lado del General Heliodoro Castillo (Ortiz, El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero 2017, 130-135).

Conociendo la Sierra, Jesús H. Salgado recurrió a la guerra de guerrillas después de haber depuesto las armas el 12 de diciembre de 1911 en Teloloapan. De marzo a diciembre de 1914 fue gobernador de Guerrero, y cuando las fuerzas zapatistas habían mermado, se refugió en Balsamar, en plena Sierra guerrerense. De ahí se enfiló hacia la Costa Grande, donde atacó a la guarnición federal en Zihuatanejo. Jesús H. Salgado, cuya letra “H” representa a su apellido materno Hernández, murió en un enfrentamiento a tiros en la Barranca de los Encuerados, donde actualmente se encuentra la comunidad serrana de San José, municipio de Petatlán, el 14 de febrero de 1920, a las cinco de la mañana (Enciclopedia Guerrero “Salgado, Jesús H.” s.f.). Respecto a la muerte de Jesús H. Salgado, coincide Daniel Molina Álvarez, citando que “El 14 de febrero de 1920…nos sorprendió el enemigo,… teniendo como fatal consecuencia la pérdida de mi general Jesús H. Salgado…El enemigo nos sorprendió como a las cinco de la mañana” (D. M. Álvarez 1987, 227).

La lucha contra la dictadura porfirista en 1910 fue por el poder entre fracciones de la burguesía terrateniente-capitalista y se fue resolviendo mediante las armas. La burguesía capitalizó la fuerza campesina, pero el campesinado levantó su propia lucha por la tenencia de la tierra una vez que se dio la caída dictatorial. Octavio Bertrand, ingeniero de profesión, fue el comisionado de Madero para preparar el levantamiento acorde al Plan de San Luis Potosí. Bertrand se dirigió a personajes acaudalados, en Atoyac buscó a Silvestre G. Mariscal. Otro mensajero de estas negociaciones en Atoyac fue Simón Blanco. Descendiendo Madero de una familia de terratenientes, éste sólo imaginaba una revolución donde se cambiaran a unos personajes enquistados en el poder, pero sólo para que fueran sustituidos por otra casta de terratenientes y burgueses para quienes no estaban en sus intenciones devolver la tierra a los campesinos pobres (Cultura 1985, 125-126).

Mientras el campesinado pobre de Guerrero sostenía la bandera del zapatismo, en la Costa Grande no había un jefe destacado que encauzara la lucha bajo los principios del Plan de Ayala. En la Sierra atoyaquense, el General Pablo Cabañas, abuelo de Lucio Cabañas, alzó la bandera del zapatismo y se unió al General Heliodoro Castillo, quien dirigía la revolución zapatista en Tlacotepec y el centro del Estado de Guerrero (Cultura 1985, 129).

En la Costa Grande había una variedad de expresiones armadas revolucionarias y el golpe de Estado que Huerta encabezó generó que esas fracciones del maderismo y del zapatismo encontraran convergencias y se apartaran de los oportunistas que pretendía instaurarse a las órdenes de la neodictadura (R. R. Álvarez 1989, 119).

El día 5 de enero llegaban los costeños mariscalistas junto con los calentanos al distrito de Galeana. El prefecto denunció que “pasan de 600 hombres con buen pertrecho de armas y municiones, y cada vez engrosan sus filas con bandoleros que se les unen en la Sierra de Atoyac” (R. R. Álvarez 1989, 120). Es claro que la gente de la Sierra participó en la Revolución Mexicana ya fuese en una o en otra expresión armada y en distintas épocas.



Fuentes de consulta.

Álvarez, Daniel Molina. «“Periodo 1920-1934”.» En Historia de la cuestión agraria mexicana. Estado de Guerrero. 1867-1940, de Renato Ravelo Lecuona, Daniel Molina Álvarez y Tomás Bustamante Álvarez, Coords. Jaime Salazar Adame. Universidad Autónoma de Guerrero, Centro de Estudios Históricos del agrarismo en México, Gobierno del Estado de Guerrero, 1987.

Álvarez, Renato Ravelo Lecuona y Tomás Bustamante. Historia General de Guerrero. Volumen IV. Revolución y reconstrucción . México: Gobierno del Estado de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, 1989.

Cultura, Instituto Guerrerense de la. Ensayos para la historia del Estado de Guerrero. México, Distrito Federal: Talleres de Praxis, artes gráficas, 1985.

Enciclopedia Guerrero “Salgado, Jesús H.” . s.f. http://enciclopediagro.org/index.php/indices/indice-de-biografias/1409-salgado-jesus-h (último acceso: 11 de diciembre de 2017).

Ortiz, Esteban Hernández. El Paraíso, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero. México: Ediciones Rosa Ma. Porrúa, 2017.


Las batallas durante la Independencia en la Sierra de Guerrero.



Las batallas durante la Independencia en la Sierra de Guerrero.
Esteban Hernández Ortiz
A excepción de los párrafos que se refieren al libro de Juan Correa Villanueva, este escrito es parte de mi tesis de maestría en humanidades.

En la independencia participaron los Galeana, del lado de la Costa Grande; y los Bravo participaron por el Centro del Estado.

Durante la Independencia, la Sierra fue escenario de grandes batallas. Muchas personas encontraron un refugio o escondite debido a lo escarpado, marginado y accidentado de la región. Finalizaba el año de 1817, cuando en el Cerro de Santo Domingo, cerca de Jaleaca de Catalán, el General Nicolás Catalán fue sitiado por los realistas; ante la carencia de alimentos era inminente la rendición del ejército del General Catalán, entonces doña Antonia Nava, esposa del General Nicolás Catalán y oriunda de Tixtla, Guerrero, en compañía de un grupo de mujeres se presentó ante el General insurgente expresando: “Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra patria. ¡No podemos pelear, pero podemos servir de alimento! He aquí nuestros cuerpos que pueden repartirse como ración a los soldados”. Y dando el ejemplo de abnegación, sacó del cinto un puñal, se lo arrancaron al mismo tiempo que un clamor de entusiasmo aplaudía aquel rasgo sublime. Las mujeres se armaron con machetes y salieron a pelear contra el enemigo. Casi todos los insurgentes murieron, pero nadie se rindió (Campos 2012, 134).

También los hermanos Bravo mostraron su arrojo en la Guerra de Independencia; en honor a ellos hoy existe una comunidad serrana que se llama Puerto General Nicolás Bravo (Filo de Caballos), en el municipio de General Leonardo Bravo.

Narrando acontecimientos del movimiento independentista en el año 1918, Juan Correa Villanueva dice: 

"...Guerrero, que por su parte prosiguió su marcha por la Costa, deteniéndose en Piedra Pintada y en la Hacienda de la Brea el 3 de mayo; a mediados del mismo mes, se les pierde a sus perseguidores ascendiendo a la Sierra entre Puerto del Gallo y Coronilla, a donde Armijo no llegará... donde tiene contactos con numerosos "guardas" en Ajuchitlán, Teloloapan, El Cubo y La Goleta, en Tierra Caliente, y por supuesto con el Coronel Juan Álvarez en la Costa. Y otra vez puedo decir, al igual que una década antes, se monta en el Filo Mayor y cabalga por la Sierra Madre del Sur, alternando incursiones convenientemente por la Costa y la Tierra Caliente, moviendo los hilos a través de sus numerosos y dispersos "guardas" (Villanueva, 2018, pág. 84).



Es muy probable que Piedra Pintada es la actual comunidad cafetalera de La Pintada.

Luego, Correa Villanueva refiere que en 1820, Vicente Guerrero se les pierde nuevamente a sus enemigos y se ancla en Coronilla, y ataca Mezcala y Tetela del Río (Villanueva, 2018, pág. 61).



Fuentes de consulta:

Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.

Villanueva, J. C. (2018). Gral. Isidoro Montes de Oca un costeño libertador de la Patria. Chilpancingo de los Bravo, Guerrero, México: Congreso del Estado de Guerrero. Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri.









El cerro “Cabeza de Venado”, el tercer punto más elevado en Guerrero, en plena Sierra. Tras él se encuentra una cadena de montañas, en las que se sitúan pueblos como Los Laureles y La Galera. Fotografía de un archivo personal, la cual tomé desde el panteón de El Paraíso, Municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, en marzo de 2016.


Población prehispánica en la Sierra de Guerrero.

Esteban Hernández Ortiz.

Cuando los conquistadores europeos llegaron a la Sierra ya existían en estos lugares habitantes de cuyos orígenes no tenemos precisión. La arqueología ha dado cuenta de distintos hallazgos de piezas de cerámica en Huerta Vieja, Corral de Piedra y Yeztla (sic) (Elizabeth Jiménez García 1998, 86). La historia precolonial y la etnología, también dan cuenta de la existencia de diversas culturas que vivieron en la Sierra; por la parte centro occidente, se establecieron los cuitlatecas, purhépechas, chumbias, tolimecas, tlacotepecas, tepetixtlecas y otros grupos menores influenciados por los nahuas; por la parte centro oriente, hubo yopes, mixtecos, tlapanecos, zapotecas y amuzgos (Calvo 1998, 143-479). De estos grupos no todos sobrevivieron a los tiempos de la colonización, solamente aquellos que se aferraron más a la tierra permanecieron en sus comunidades, hecho que, según Peter Hendrich, explica su sobrevivencia cultural también, como es el caso de grupos cuitlatecos de Ajuchitlán y de San Miguel Totolapan (Hendrich 1946, 15).

Los cuitlatecos ocuparon San Miguel Totolapan y Ajuchitlán; su centro político fue Mexcaltepec y dominaron Atoyac y Tecpan. Extraían el cobre, además de oro; las mujeres usaban enaguas y huipiles. Su gobierno se ejercía mediante un consejo de principales. Tratándose de guerra utilizaban arcos, flechas, macanas y escudos. Por cuanto a religión, adoraban al “Señor de la lengua áspera”. Tenían un calendario, mediante el cual se determinaba el nombre de la niña o del niño, recién nacidos, pues en su calendario se fijaba un nombre a cada día del año. Desde que la niña o el niño nacían, se les elegía consorte y al llegar a la mayoría de edad, se les matrimoniaba. Dentro de sus reglas de conducta se castigaba severamente al adulterio y al robo. Sus muertos eran sepultados sentados en un hoyo circular y se les colocaba comida, mantas y objetos diversos.

Por su parte, los tepuztecos poblaron Tlacotepec, pero al igual que los cuitlatecas, ingresaron por Zacatula, extendiéndose por Costa Grande, y subiendo hacia la Sierra Madre, desde Atoyac y Coyuca de Benítez. También bajaron hacia el Balsas. Al idioma de los tepuztecos se le conoce como tlacotepehua. Los dos pueblos prehispánicos cultivaban la tierra, y obtenían piedrecillas de oro, las cuales eran arrastradas por las corrientes de los ríos que bajan  de la Sierra Madre (Campos 2012, 25-26).

Los tepuztecos aprovechaban el ocote, que son rajas de pino, para alumbrarse durante las noches; también aprovechaban la trementina y el alquitrán, que escurre a los pinos y otros árboles. En cada pueblo tenían un jefe, al cual entregaban tributos con mantas. También tuvieron huertas de cacao y se dedicaban a la pesca. Rendían culto al dios Andut y castigaban la embriaguez, el robo y el adulterio. Los pantecas, chumbías y tolimecas son de mayor antigüedad que los  cuitlatecas y los tepuztecos (Campos 2012, 27).

Era el año 400 de nuestra era cuando los purépechas llegaron a la rivera norte del Balsas, frente a la Sierra de Guerrero. Pronto comenzaron a someter a su mando a los pueblos de la zona. (Secretaría de Educación Pública 1997, 70) Para el siglo XI llegaron a la Sierra nuevos grupos invasores que venían por el rumbo de Michoacán, eran los nahuas y se anclaron en Zacatula, Atoyac y Tlacotepec (Secretaría de Educación Pública 1997, 31).

En la siguiente gráfica pretendo ilustrar respecto a las invasiones o sojuzgamientos que ha habido en la Sierra de Guerrero partiendo de épocas prehispánicas hasta llegar a la invasión española.



En el lapso del período colonial, los diversos grupos sociales de la Sierra sufrieron enormes modificaciones socioculturales y varios grupos perecieron ante el fuerte impacto de las encomiendas, los repartimientos, las congregaciones, las enfermedades del colonizador, las exageradas tributaciones y las jornadas excesivas de trabajo. La Sierra del siglo XVII  prácticamente se despobló. Fueron escasos los núcleos indígenas que sobrevivieron al proceso de colonización, entre ellos los pueblos de Tlacotepec, Coronillas, Tepetixtla y diversos barrios aledaños, en la parte centro-occidente. Al norte, fue el caso de los cuitlatecas, de quienes Peter Hendrich habla -a mediados del siglo XX-, de los últimos vestigios de esa cultura (Hendrich 1946, 15)
Por su parte, el cronista de Atoyac de Álvarez, Guerrero, Víctor Cardona Galindo, menciona que según el diario de Patricio Pino y Solís, hasta 1911 había en Atoyac familias que se comunicaban en lengua cuitlateca (Galindo, “Los cuitlatecos (Primera parte)” 2016).



Calvo, Raúl Vélez. «Etnohistoria .» En Historia General de Guerrero. Volúmen 1. Época Prehispánica. Arqueología-Etnohistoria., de Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo Elizabet Jiménez García, 143-479. INAH-Gobierno del Estado de Guerrero, 1998.

Campos, Moisés Ochoa. Historia del Estado de Guerrero. México: Ediciones diario de Guerrero-Congreso del Estado de Guerrero, 2012.

Elizabeth Jiménez García, Guadalupe Martínez Donjuán, Aarón Arboleida Castro y Raúl Vélez Calvo, Coords. Historia General de Guerrero. Volumen 1. Arqueología-Etnohistoria. INAH-Gobierno del estado de Guerrero, 1998.

Galindo, Víctor Cardona. «“Los cuitlatecos (Primera parte)”.» El Sur, 11 de enero de 2016.

Hendrich, Peter. Por tierras ignotas. Viajes y observaciones en la región del Río Balsas. Tomo II. México: Editorial cultura, 1946.

Secretaría de Educación Pública, Monografía. México: Gobierno del estado de Guerrero. Monografía estatal de Guerrero. México: Gobierno del Estado de Guerrero, 1997.


La amapola.


A excepción de la posdata, estos párrafos son parte de mi tesis que realicé para titularme como maestro en humanidades.
De Asia hacia la Sierra de Guerrero. El devenir del cultivo de amapola.
Se cree que las comunidades de cazadores-recolectores de la antigua Europa extraían goma de opio desde 4 milenios antes de Cristo. En el año 3400 A.C., al sur de Mesopotamia, donde actualmente se ubica Irak, los primeros agricultores dibujaban plantas de adormidera en tablillas de arcilla, llamándole Hul gil, “planta de alegría”. Veinte siglos después los egipcios describieron a la adormidera en el Papiro Ebers, uno de los escritos más antiguos de la medicina, señalando que la adormidera es un remedio que evita el excesivo llanto de las niñas y los niños (Grillo 2012, 47).
Wordreference define a la adormidera como: “planta herbácea anual de la familia de las papaveráceas, originaria de Oriente y propia de climas templados, de hojas anchas, flores grandes y terminales y fruto en forma de cápsula. De la adormidera se extrae el opio” (Diccionario, s.v. “adormidera” s.f.).
El consumo de opio se expandió desde Constantinopla hasta Londres, cuando se fue construyendo la civilización europea, pero fue en China donde se volvió más popular, pues sus poetas decían que la goma de opio era digna de Buda. No obstante, a finales del siglo XVIII surgieron en el gigante asiático inconformidades por el opio. En 1810, la dinastía Quing firmó un decreto que prohibía la goma, condenando a muerte a los vendedores de ese producto. El decreto decía que “el opio es un veneno que mina las buenas costumbres y la moralidad”. Era la primera ley de la modernidad que prohibía los narcóticos (Grillo 2012, 47). Eran también los tiempos en que se iniciaba la Guerra de Independencia en México.
Miles de toneladas de opio se trasladaron de la India a China, a manos de los comerciantes británicos de la Compañía de las Indias Orientales, pues en China se castigaba con pena de muerte al tráfico de drogas y aquella población oriental tenía ya lo que más tarde se conocería en México como el vicio asiático. Luego de las dos guerras del opio, la compañía se adjudicó el derecho a traficar en 1860 y los chinos siguieron fumando y diseminaron la amapola cuando ellos también emigraron a distintas partes del mundo. A partir de 1860 los chinos viajaron en embarcaciones de vapor con destino a Sinaloa, México, para trabajar en las industrias ferrocarrilera y minera. Traían consigo goma y semillas de adormidera en su largo viaje por aguas del Pacífico. Pronto los periódicos dieron cuenta de fumaderos de opio en Culiacán y en Mazatlán. Con el correr de algunos años se fundó el barrio chino de Manila (Grillo 2012, 48).
Osorno refiere que de acuerdo a Luís Astorga, un investigador mexicano nacido en Sinaloa, hay evidencias de que en 1886 entre las especies vegetales de Sinaloa ya se contaba con la adormidera blanca, lo mismo que el cáñamo indio o marihuana (Osorno, El siglo de las drogas. El narcotráfico del porfiriato al nuevo milenio. Quinta reimpresión 2014, 60-61). También se considera que al mismo tiempo que la amapola llegó a Sinaloa, también llegó a Sonora.
En 1924 se integró el Comité Antichino de Sinaloa, el cual pedía que los chinos habitaran en barrios alejados del resto de la Ciudad (Osorno, El siglo de las drogas. El narcotráfico del porfiriato al nuevo milenio. Quinta reimpresión 2014, 57-58). Los chinos fueron expulsados, primero a Nayarit, y después hasta Chiapas, en los ferrocarriles, pues dadas sus habilidades en los negocios empezaban a desplazar a los nativos de Sinaloa.
No se tiene precisión del año en que llegó el cultivo de amapola a la Sierra guerrerense. Algunos señores como don Feliciano aseguran que la amapola llegó por el año de 1965, y que la marihuana se cultivó desde 1955 ((seudónimo) 2018). Aún más, don Leonardo dice por el año de 1958, cuando él tenía diez años de edad, “salí a venadear, acompañando a un señor nativo del estado de Morelos, en las cercanías de Pueblo Viejo, municipio de General Heliodoro Castillo, cuando vimos un hermoso plantío de flores. Después nos dijo el señor de Morelos que esa planta era la amapola” (Leonardo 2018). Humberto Padget dice que el cultivo de amapola llegó en 1973 (Padgett 2015, 15).
A lo largo de su historia, la sierra ha tenido diversas actividades económicas. A principios del siglo XX fue el pastoreo la principal actividad de la Sierra, después llegó el café, en 1882 y poco a poco se fue extendiendo su cultivo en la Sierra de Atoyac (Galindo 2010, 34). Por los años cincuenta y sesenta hubo empleos de la industria maderera. Por 1955 llegó el cultivo de marihuana y más o menos, diez años después llegó el cultivo de amapola. De Sinaloa vinieron algunas personas a distintos pueblos y empezaron a promover el cultivo con fines de comerciar con el producto extraído de los bulbos. Otras voces, como don Emigdio, dicen que la amapola fue traída por michoacanos que trabajaban en las extracciones de madera en la Sierra de Guerrero, cuando transcurrían la década de 1960 (Señor Emigdio 2018).[1] Así se fue culturizando el dicho de sembrar maíz bola.
Posdata: Cuando estaba concluyendo mi tesis, alguien me comentó que posiblemente la amapola llegó a Guerrero desde cuando venía el Galeón de Manila (Siglos XVI-XVIII). Sería una enorme aventura académica investigar esa probabilidad.

(seudónimo), Emiliano, entrevista de Esteban Hernández Ortiz. Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero, (11 de mayo de 2018).
Diccionario, s.v. “adormidera”. s.f. http://www.wordreference.com/definicion/adormidera (último acceso: 10 de noviembre de 2016).
Galindo, Víctor Cardona. Entre palmera y cafetal. Atoyac, historia cultura y tradición Guerrero. Chilpancingo, Guerrero, México: Editorial garrobo, 2010.
Grillo, Ioan. El narco En el corazón de la insurgencia criminal mexicana . México: Ediciones Urano, 2012.
Leonardo, entrevista de Esteban Hernández Ortiz. Sierra de Atoyac de Álvarez, Guerrero, (sábado 15 de diciembre de 2018).
Osorno, Diego Enrique. El siglo de las drogas. El narcotráfico del porfiriato al nuevo milenio. Quinta reimpresión. México: México: Plaza & Janés, 2014, 2014.
Padgett, Humberto. Guerrero. Los hombres de verde y la dama de rojo. Crónica de la nación gomera. México: Ediciones Urano, 2015.
Señor Emigdio, seudónimo. Sierra del municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero, (12 de junio de 2018).



[1] Entrevista que hice en la comunidad de Puerto del Gallo, municipio de General Heliodoro Castillo, Guerrero, el día 12 de junio de 2018.