Bienvenidas todas las personas que visiten a este blog, el cual difunde información histórica, económica, cultural y social de la Sierra de Guerrero. También se incluyen textos literarios que ayudan a promover a esta maravillosa parte del mundo que la creación nos dio. Los datos cualitativos y cuantitativos que se ofrezcan serán de acuerdo al alcance de nuestras investigaciones. Reciban un fuerte y caluroso abrazo sierreño. Fraternalmente: Esteban Hernández Ortiz.

viernes, 25 de noviembre de 2016

AY MAMÁ INÉ, TODO LO NEGRO TOMAMO CAFÉ.

AY MAMÁ INÉ, TODO LO NEGRO TOMAMO CAFÉ.
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.

Luego de concluir nuestra clase de “Seminario de Investigación I” en mi Facultad de Filosofía y Letras, caminé desde Ciudad Universitaria al zócalo de Chilpancingo. Son las tres de la tarde con veinte minutos, en el zócalo y pasillo aledaños de la capital de Estado hay durante estos días una exposición de productos guerrerenses. El evento es organizado por la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) y hay de diversos productos: sombreros, huaraches, cinturones, mezcal, miel, quesos, café, repostería, Jamaica, mermeladas de distintas frutas y mucho más.

Primero me dirijo hacia donde está el stand de mi amigo apicultor, el profesor Osiel Jiménez, luego voy al puesto de mi amigo Macario, él y su esposa trabajan la repostería.

Habrían pasado ya unos veinte minutos cuando continué mi caminar y accidentalmente fui a dar con dos stands de venta de café atendido por dos jóvenes de El Paraíso. Uno es “Casa Lucena”, al frente está el joven médico Cristian Ávila Lucena, su papá fue el señor Irene Ávila y la parcela de café de doña María Jiménez (abuelita paterna de Cristian) estaba junto al ahora Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario en El Paraíso. De hecho, si no mal recuerdo, ella vendió esa área escolar, pero cuando se construyó la Casa-Escuela en los años ochenta. La familia del doctor Cristian también tienen parcelas de café en El Ranchito, un poblado ubicado entre El Paraíso y La Nueva Delhi, de la sierra atoyaquense.

Al llegar al stand de “Casa Lucena” distinguí los envases, pues allá en El Paraíso los he mirado, de forma tal que de inmediato los reconocí, más no identifiqué de inmediato a Cristian, miré a un joven usando sombrero de astilla, al estilo calentano, pero luego ya al mirar bien de frente nos identificamos el uno al otro. El doctor Ávila Lucena estudió la primaria con mi hermana Eleazar en nuestro pueblo natal. Intercambiamos varios comentarios, pero fue breve la charla, pues negocio es negocio y mi paisano debe atender al público que se acerca.

Luego seguí mi caminar y a unos treinta metros fui a dar con otro negocio de café de El Paraíso. Sobre la mesa hay varios trípticos y algunas tarjetas que dicen: “Café del Paraíso”, al centro del tríptico está una taza de café humeante, rodeada de granos de café dorados, como sobrepuestos y saliendo de un costal. En la parte inferior está el nombre del joven emprendedor y dice: Ingeniero Idaúl Márquez Ávila.

Hace varios años, mi paisano Rubén Márquez me había comentado que sus hijos cursaban estudios de nivel licenciatura y que uno de ellos estudiaba en la Ciudad de México en la Universidad Nacional Autónoma de México.  Yo no había visto a Idaúl desde el año 2003, cuando lo miré la última ocasión en Acapulco, esta tarde lo encontré. El encuentro es accidental, pues yo caminaba como pasando el rato, observó los trípticos sobre la mesa, en la que también se halla una cafetera, acompañado de vasos térmicos, un recipiente de vidrio que contiene azúcar y otro pequeño recipiente con cucharas para que quien así lo desee pueda endulzar el café, pues otras personas prefieren tomar café puro, sin azúcar y sin leche. Aseguran que así se disfruta mejor la esencia de esta bebida.

¡¡¿Café del Paraíso, Ingeniero Idaúl Márquez?!! Me preguntaba yo, pues al instante nuestro cerebro no recobra tan rápido los recuerdos. Un caballero dialoga con Idaúl y este le explica algunas cosas valiosas sobre la importancia de beber café, el vendedor usa camisa de manga larga en color azul bajito. Sin observar aún bien su rostro yo le pregunté: ¿Puedo tomar un tríptico?, el joven vendedor de café me dice: “Claro amigo, tome los que guste”. Fue entonces que nos miramos y al igual que sucedió con el doctor Ávila Lucena, ahora nos identificamos con el Ingeniero en Sistemas Computacionales Idaúl Márquez Ávila.

Hay varias coincidencias en este breve relato: Ambos jóvenes son profesionistas, los dos nacieron y vivieron su infancia en El Paraíso. Ambos buscan incursionar en el mundo comercial del café, son primos, pues el apellido Ávila los une en un árbol genealógico que les identifica muy cercanamente. Sus abuelitos vivieron en frente del zócalo en El Paraíso. Irene Ávila, papá de Cristian fue jugador de basquetbol, lo mismo que Rubén Márquez, el papá de Idaúl.

Para las personas que vivan en Chilpancingo y sus cercanías o que hoy y mañana pasen por esta Ciudad Capital, les comparto que pueden pasar al Zócalo y buscar los stands del café de mis paisanos, se encuentran en el pasillo que está entre la Catedral y el Museo del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Un placer narrar detalles de mi comunidad de origen.

Saludos a todas y a todos.
Aquí les comparto las imágenes del empaque del café de mis paisanos. Existen en mi comunidad otras personas que se han organizado y están incursionando en la venta de café con marcas registradas ante las dependencias correspondientes. Luego les comparto la información.
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miércoles, 23 de noviembre de 2016

UNA HISTORIA DE VIDA: ONÉSIMO ORTEGA AYALA.

UNA HISTORIA DE VIDA: ONÉSIMO ORTEGA AYALA.
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.

Por cuestiones migratorias en busca de empleo, mi compañero de estudios de la Maestría en Humanidades, Onésimo Ortega Ayala, nació el 21 de mayo de 1983 en la comunidad de El Salto, parte baja - geográficamente hablando- de la municipalidad de Atoyac de Álvarez, Guerrero. Su lengua nativa es el náhuatl.

En esos años, el cultivo del café estaba su mayor auge, de forma tal que sus padres se trasladaron a vivir a la comunidad de San Vicente de Jesús, pueblo donde vivieron hasta el año 2000.

San Vicente de Jesús forma parte de una ruta de comunidades a la que hoy muchas personas han dado en llamarle “Los Pueblos Santos”. La ruta inicia en San Vicente de Benítez, pueblo donde abunda el apellido Cabañas, después sigue San Vicente de Jesús, la comunidad donde hasta los años cincuenta llegaba la carretera de terracería, para poder continuar a El Paraíso, y no como hoy día que la carretera asfáltica Atoyac-Paraíso cruza por San Vicente de Benítez. Después de San Vicente de Jesús, sigue San Francisco del Tibor, pueblo hermoso desde el cual se observan las luces de Acapulco y también la cúspide del cerro más alto de Guerrero, el Teotepec y sus 3607 metros sobre el nivel del mar.

Durante los años en que radicó en San Vicente de Jesús conoció otras poblaciones como Río Verde, La Pintada y El Paraíso. Mi compañero fue registrado en la oficialía del Registro Civil de El Paraíso.
Onésimo es Antropólogo social por la escuela de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro). Actualmente es Maestrante de la Maestría en Humanidades, Facultad de Filosofía y Letras de la misma Universidad.

Entre el 2001-2008 estudio la secundaria y preparatoria en Olinalá, Guerrero. A partir de 2009 y hasta 2013 cursó sus estudios de Licenciatura en Antropología Social, en la Universidad Autónoma de Guerrero, escuela ubicada en Tixtla de Guerrero, Guerrero.
Durante sus estudios de nivel licenciatura, realizó una movilidad estudiantil de un semestre en la universidad autónoma metropolitana unidad Iztapalapa en la ciudad de México, en el año 2012.

Ha presentado ponencias entre ellas las siguientes:

Migración, resistencia y transformación de la identidad indígena en la Universidad”. Ponencia presentada en el Cuarto Coloquio “Migración y Oralidad Interculturalidad y Fronteras en América Latina”,  en la Chilpancingo Guerrero.

También presentó la ponencia “Arte de la resistencia, la injusticia y la rebelión”. En el coloquio “El filosofar de los Pueblos Originarios, legalidad y legitimidad del Sistema de Seguridad e Impartición de Justicia Comunitaria de América Latina y el Caribe”. Ponencia presentada también en la capital guerrerense.

Otra de sus ponencias es “Violencia e inseguridad en el quehacer antropológico: una experiencia vivida en el sur. “IV Congreso Mexicano de Antropología Social y Etnología”.  Esta ponencia fue presentada en la Ciudad de Santiago de Querétaro, Querétaro en el mes de Octubre de 2016.

También publicó, en coautoría el libro “Arte de la resistencia, la injusticia y la rebelión. La movilización ciudadana y las policías comunitarias: Retos y Perspectivas. Ensayos Políticos”. Este material lo publicó el Instituto de Estudios Parlamentarios Eduardo Neri, Honorable Congreso del Estado de Guerrero.

En el marco del Primer Coloquio, organizado por la Tercera Generación de la Maestría en Humanidades, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAGro, efectuado en Octubre de 2016, presentó la ponencia “Hermenéutica de las competencias educativas: filosofía y economía política de la reforma educativa”.



Otras imágenes de las antiguas instalaciones del INMECAFÉ en El Paraíso. Imágenes captadas el 31 de octubre de 2016.






En los años setenta y ochenta del siglo XX las instalaciones del INMECAFÉ en El Paraíso no estaban en estas condiciones de abandono, pues el cultivo del grano aromático estaba muy bien cotizado en la bolsa de valores de Nueva York. Hoy día, el cultivo ha decaído en mucho. Fotografías tomadas el día 31 de octubre de 2016.




miércoles, 16 de noviembre de 2016

OTROS RELATOS DEL BASQUET BOL EN EL PARAÍSO.

OTROS RELATOS DEL BASQUET BOL EN EL PARAÍSO.
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.

Por el año 1990 al 95 fue varias veces a El Paraíso un equipo de Nuxco, se llamaba “Tara 61”, en recuerdo a la catástrofe de lluvias que azotó a ese pueblo de la Costa Grande de Guerrero en 1961, cuando quedó bajo los escombros más de la mitad del pueblo. Al equipo Tara 61 lo llevaban a El Paraíso los hijos de don Agustín Castro, Efrén y Gabriel.

De Tixtla fue en varias ocasiones un equipo de primera fuerza. El entrenador del equipo “Transportistas” de Chilpancingo se llama Saúl, es un profesor, y en una ocasión ingresó a la cancha como jugador, jugo varios minutos y movía bien el balón. Entonces empezaron a gritar desde las tribunas “a ver si puede el viejo”. A “los transportistas” primero los llevó el señor Evaristo Ríos y después los hermanos Cerón.

Ya hemos dicho que la gente en las tribunas armaba grandes relajos. En una ocasión fue un equipo femenil de Atoyac, en el que participaba una chica de la comunidad lesbiana. Ella tenía una complexión que le favorecía y podía correr, saltar y “pelear” por el balón en los remates, de mejor forma que las muchachas de la selección de las escuelas del pueblo, como era la secundaria, el C.B.T.A o la preparatoria. En uno de esos partidos, se escuchó una voz masculina muy fuerte de entre las gradas diciendo: “saquen a ese cabrón”.

Por esos años, llegó a nevar el cerro del Teotepec, desde la cancha cafetalera se miraba muy hermoso el copete de nieve en el cerro más alto del Estado de Guerrero, el cual alcanza los 3607 metros sobre el nivel del mar.

Enrique Dimas, hijo de doña Arcadia González, llevaba también por esos años un equipo de primera fuerza al que inscribía como “Zumpango”, pero en realidad eran jugadores del Distrito Federal intercalados con basquetbolistas de Zumpango del Río, Guerrero. Uno era apodado el pescado, y otro jugador alto que si es de Zumpango, Guerrero, se apellida Nava.

Victorino Barragán, alias el cariño, gustaba de beber mucho, casi siempre andaba tomado y cuando los árbitros marcaban un tiempo fuera, o silbaban marcando que había terminado el primer tiempo, entraba el cariño a media cancha y se sentaba en el piso, luego lentamente subía su pie para colocarlo arriba del cuello. La gente le aplaudía y le regalaban algunas cervezas o monedas. El cariño es muy dicharachero y compone versos con buen grado de relajo, que le salen con buena rima.

Los partidos llegaban a terminar hasta la una de la mañana. Los premios eran trofeos y ya mucho después se daba dinero a los ganadores. Cuando los jugadores recibían sus trofeos, ya al calor de las copas, bañaban su trofeo con cerveza, en los bailes que se hacían en el zócalo.

Cuenta el profesor Adán Catalán Altamirano que la primera vez que se organizó un torneo de basquetbol en la colonia Nuevo oriente fue en el año de 1983, durante los días cercanos al 12 de octubre, día de la raza. En esas fechas se organizaba el torneo hasta el año de 1992 y en 1993 se cambió para organizarse durante la Semana Santa. El terreno para construir la cancha se compró al señor Tomás Ríos.


martes, 15 de noviembre de 2016

MÁS DEL BASQUETBOL EN EL PARAÍSO.

MÁS DEL BASQUETBOL EN EL PARAÍSO.

ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.

Luego de que este día se suspendieran las clases de inglés con mi profesora Shandira, tengo la libertad de dar forma a más temprana hora que ayer este siguiente texto de la serie de crónicas del basquetbol en El Paraíso. Ahí va la continuación.
Después vino otra camada de jóvenes, entre ellos los hermanos García; Miguel Ángel, alias el palle, Javier, Víctor, Martín y Mario, quienes conformaron a su equipo “Loguin”, en el que también participaban muy bien el difunto Anselmo Tinoco, alias el grillo, Cuauhtémoc Sotelo, Jorge Bautista y otros más. Después se incorporó un jugador mas joven, su nombre es Alberto Sotelo Bautista, alias "el teque", quien se distinguía por sus buenos encestes desde la línea de tres puntos, más que por su estilo de colar. Eran los años 1985 al 2000. 

Llegó el tiempo en que ya el torneo no se realizaba en las primarias y se trasladó a la cancha que estaba por el Cuartel, donde ahora está la comisaría municipal, después se construyó la cancha, cerca del ex tinto Instituto Mexicano del café y allá seguían participando los basquetbolistas que venían de Cuernavaca. Las canchas cercanas al ex tinto INMECAFÉ fueron construidas por los hermanos Silvino y Osiel Oliveros, quienes vivían en la colonia nuevo oriente y además de su oficio de albañiles, eran aficionados a este deporte.

Otros equipos fuertes del momento eran los “transportistas” de Chilpancingo. También iba un equipo de Zumpango del Río, Guerrero, patrocinado por Enrique González,un amigo nativo del pueblo. Traían un jugador de porte alto, con algunos tatuajes y la gente desmadrosa le empezó a gritar "Ese no es de Zumpango, ese viene de México, es  un asaltante del metro".  Yo pienso que los jugadores visitantes luchaban mucho por comprender ese ambiente de algarabía en nuestro pueblo. Nuestro pueblo era muy alegre, pero al final de cuentas nadie ofendía, salvo esos bautizos, a los deportistas visitantes, pues ellos contribuían llevando alegría. Además los patrocinadores son paisanos de la comunidad y todo mundo se enteraba quienes eran los patrocinadores.

Las apuestas eran muy buenas, se hablaba de varios millones, antes del cambio de los tres ceros a partir del uno de enero de 1993. Tres millones, cinco millones, eran el equivalente a tres o cinco mil pesos. Cuando un equipo se notaba que era mas fuerte que otro, los apostadores hacían uso de la negociación y acordaban dan cinco o más puntos de ventaja al equipo que se consideraba más fuerte. En ocasiones el que se consideraba más fuerte ganaba por muchos puntos, pero llegó a haber veces en que ganaba por menos de los cinco puntos pactados como ventaja y entonces en ese otro juego de apuestas el ganador era el que había perdido por menos de cinco puntos. Se organizaban entre varios amigos y hacían una colecta para llegar a los cinco o diez mil pesos de apuesta. Obviamente las apuestas eran mayores ya en las semifinales y finales. Se llegó a escuchar en El Paraíso, que en Tlacotepec el juego de apuestas en los partidos más relevantes era con camionetas seminuevas.

Más o menos en el año de 1994 fue un equipo de segunda fuerza de jóvenes de Tlacotepec a El Paraíso.
Más antes vino “Campo Morado”, que en realidad eran jugadores de Morelia, casi no erraban cuando uno de sus elementos se decidía a tirar a la canasta, apenas se veía como bajaba el balón entre la red. En otras ocasiones, el balón tardaba dando vueltas sobre el aro, hasta que al final entraba la canasta; aunque había veces en que el balón no entraba.

“La barra de Coyuca” era otro equipo de buena competencia y en una ocasión se disfrutó de un buen partido, cuando el equipo "Loguin" empezaba a reforzarse y a posicionarse como buen competidor en la categoría de primera fuerza. Casi no subían jugadores de la costa, pues argumentaban que había mucha inseguridad, poco a poco fueron sintiendo confianza y participaron también. De El Ciruelar jugaba duro un basquetbolista conocido con el mote de “El Patón”. Ya después fue el difunto “pepe” con el equipo de “los Kings”, ahí jugaba Genaro, quien también ya falleció y otros más que ahora no recuerdo sus nombres. La premiación se entregaba en un baile en el zócalo del pueblo, a veces iban “los Kumbers” de Hacienda de Cabañas y otros grupos musicales.

Algunos años después, la colonia Nuevo Oriente empezó a organizar un torneo de Basquetbol en semana santa.

El profesor Simón Bello Espíritu, uno de los primeros profesores en organizar a los equipos de El Paraíso, murió en el ISSSTE de Chilpancingo un 19 de noviembre, cuando en El Paraíso iniciaba el torneo. Esa tarde se informó por el aparato de sonido a todos los presentes respecto al fallecimiento del profesor Simón y se pidió un minuto de silencio en su recuerdo. El torneo ya se realizaba en la cancha de la unidad deportiva, por el INMECAFÉ.

En Tixtla vive un hijo del profesor Simón Bello, se llama Juan Carlos; también hay otro hijo del profesor Simón, se llama Daniel. Dos hijos de Daniel han sido integrantes de la selección estatal de basquetbol en Guerrero; uno de ellos se llama Luís Alfredo y al año 2015 estudia en Puebla.

Luego de decaer un poco el tradicional torneo de Basquetbol conmemorativo del 20 de noviembre, en el 2014 mejoró en buena medida, fue a tocar Bertín Gómez y su Condesa del Mar. En otras ocasiones, distintas a la entrega de premios del torneo de basquetbol, han ido grupos como Los Felinos, La Conquista, Apache 16, Bertín y Lalo y Los Cadetes de Linares. De hacienda de Cabañas, de la municipalidad de Benito Juárez (San Jerónimo) iba el grupo “Los Cumbers”. El arbitraje era de Tixtla, se decía que era el mejor cuerpo arbitral de baloncesto en Guerrero.

En una ocasión, cuando se realizaba el baile de clausura en la plaza principal no faltó un prójimo, de desbarató el baile realizando una descarga de su potente arma de fuego hacia el aire, en menos que canta un gallo la plaza quedó vacía, sólo los músicos se escondieron tras su templete.


lunes, 14 de noviembre de 2016

CRÓNICAS DEL BASQUETBOL EN EL PARAÍSO.

CRÓNICAS DEL BASQUETBOL EN EL PARAÍSO. 
ESTEBAN HERNÁNDEZ ORTIZ.
Cuando los jóvenes de Cuernavaca participaron el primer año, el torneo se realizaba en la cancha de la escuela primaria; posteriormente se construyó una cancha en el sitio que ahora ocupa la Comisaría Municipal, mismo espacio que sirvió como Cuartel del ejército entre los años setenta y ochenta.

Había un profesor que un día llegó a trabajar en la Escuela Secundaria Técnica 76, no recuerdo su nombre, pero, él fue el que después dirigía a los jóvenes morelenses desde su primer año de visita. La plebe que asistía a presenciar los encuentros deportivos lo bautizó como "la rata". Un jugador se llama Ricardo y la "raza" lo bautizó como "Olivia"; también iba a jugar "la chepa" y otros más, de quienes muchos nunca supimos sus nombres, pero si sus apodos. En el griterío de las tribunas la gente era especialista para poner apodos.

De El Paraíso, el equipo más organizado de 1988 en adelante, eran “los cheyenes”, con Ignacio Ávila, Hugo Abarca y Víctor Sotelo, entre otros. Este equipo participaba en el torneo del pueblo costeño de Alcholoa, municipio de Atoyac y durante tres años consecutivos lograron obtener el primer lugar en ese pueblo, dentro de la categoría de primera fuerza, entre los años 1990 y 1992. Su cuadro titular se integraba así: Ignacio Ávila Vargas y Víctor Sotelo Martínez, como delanteros; Manuel, un hijo de doña Manuela Vargas, en el centro y Hugo Abarca Martínez junto con el may, en las defensas. El may se llamaba Juan y venía de Morelia Michoacán, al principio los cheyenes convinieron con él a que vendría por un mes a entrenarlos, pero al final se quedó como dos años en El Paraíso.

Cuenta Hugo Abarca Martínez que en una ocasión expulsaron al may de un partido porque en un jaloneo del balón, golpeó fuertemente a un jugador del pueblo de El Ciruelar, municipio de Atoyac de Álvarez, Guerrero, conocido como el patón. Agrega Hugo Abarca que su equipo llegó a ganarle a un equipo de la MARINA, de Acapulco, y que en una ocasión eran las once de la noche cuando llegaron al Paraíso jugadores de Alcholoa para pedirles a los cheyenes que fueran en ese momento a jugar a Alcholoa para lograr que se acomodara el rol de partidos, de tal manera que el torneo terminara el día 31 de diciembre, cosa que los basquetbolistas del equipo Cheyenes aceptaron.

Algún tiempo después, en el año de 1990, llegó a El Paraíso, el jugador Kenny John, un estadunidense que venía de Lombeach, California; era de color negro y tenía una casi incomparable estatura de 2. 15 metros. 

Kenny se quedó varios años en el pueblo y en las fiestas bebía al por mayor. Acostumbraba dar un recorrido por el local con un gabán puesto y la mayoría de los presentes le daban una o más cervezas, que él acomodaba en un cartón. Después de su recorrido invitaba a sus amigos para disfrutar sus cervezas. Uno de los ciudadanos de El Paraíso que mucho apoyaba a Kenny fue Raúl Sotelo Martínez.

Por los años ochenta del siglo XX, los cheyenes tenían un defensa también muy alto, pero era criollo del pueblo, se llamaba Miguel y vivía por la colonia el cuartel, le decían la varilla.